El agro en situación complicada: ¿caminamos al futuro o nos quedamos sin él?
Especialistas en prospectiva sustentan que estamos atravesando la Cuarta Revolución Industrial, otros argumentan que ya estamos en la Quinta. Estos expertos respaldan sus afirmaciones en la evidencia de proyectos disruptivos implementados o en desarrollo como la robótica, implantes cerebrales, computación cuántica, nanotecnología, biotecnología, Internet 6G, microchips, vehículos autónomos, taxis aéreos, inteligencia artificial, energías limpias (solar, eólica e hidrógeno verde), entre otros.
En el ámbito alimentario, se han lanzado al mercado productos sustitutos generados en fábricas como carne, leche, barras energéticas, etc. Para el agro, se viene innovando invernaderos y granjas verticales, con procesos integrados de preproducción, producción y transformación basados en inteligencia artificial. Asimismo, se viene introduciendo insumos que enriquecen y acondicionan los suelos, junto con nuevas técnicas de infraestructura y métodos de riego, incluyendo el ferti-riego. Además, se diversifican semillas híbridas y transgénicas, así como nuevos abonos, agroquímicos y fertilizantes. Se diseñan y producen herramientas, maquinarias y softwares para extraer agua, sembrar con precisión, obtener mayor valor agregado y limitar las pérdidas. También se utilizan satélites, drones y visores para la gestión de la producción y la prevención de ocurrencias externas.
A nivel comercial, financiero y en comunicaciones, se observa una creciente diversificación digital de los servicios y la virtualización de mercados globales: ofertantes y demandantes a tiro de una computadora. En el pasado, las disrupciones podían ocurrir cada mil años, luego cada cien, y en la actualidad, estas revoluciones tecnológicas suceden en lapsos mucho más breves. Prácticamente cada día nos enteramos de nuevas innovaciones y desarrollos en diversos campos de la ciencia, tecnología e innovación.
Se advierte que, en pocos años, entre el 40% y el 50% de las profesiones existentes serán reemplazadas por disciplinas emergentes, siendo el desempleo un riesgo en los segmentos laborales que van a ser impactados por el cambio tecnológico. En el siglo XIX, el 80% de la población se dedicaba a la agricultura; hoy, ésta no pasa del 5% ó 7.5%.
En el mundo de hoy, no solo presenciamos cambios en los bienes, servicios y patrones de consumo, sino que estructuralmente nos dirigimos hacia un nuevo modelo de arquitectura social y económica (gradualmente y de forma desigual, pero ese es el camino). En este escenario, las personas residirán en viviendas y ciudades inteligentes, interconectadas a través de dispositivos como el celular o el Metaverso (aunque el término "nos dirigimos" es más figurado que literal).
En este marco, es crucial situarnos y proyectarnos hacia el futuro para evitar quedarnos “sembrados” en el presente con todos los costos que la pobreza y la pobreza extrema suponen para el pequeño productor agrario. En el año 2022, el sector agrario nacional generó un valor bruto de la producción cercano a los 41 mil millones de soles. Este valor se configuró de la siguiente manera: el Valor Bruto de la Producción Agrícola (VBP Agrícola) representó 26 mil millones de soles, el VBP Pecuario contribuyó con 15 mil millones, mientras que el VBP Forestal aportó únicamente 1,900 millones. En este último, el segmento maderable contribuyó con 1,700 millones, y el segmento no maderable, aunque con un potencial aún no aprovechado, aportó 200 millones. A continuación, se presenta un resumen del Valor Bruto de la Producción Agraria en el país.
En rendimientos, la situación del pequeño productor es crítica en sus 2 extremos a nivel país - altas y bajas - pésimo si se les compara con estándares internacionales (son estos los que están innovando rápidamente). Tomando como ejemplo la papa blanca, un producto de gran importancia, se advierte lo siguiente: el promedio nacional en rendimiento es 17.2 Tm/ha. En los Países Bajos, se llega a producir 60 Tm/ha.
En el caso del café, en el promedio nacional se obtiene 15 qq/ha. En contraste con Costa Rica, se obtiene hasta 40 qq/ha. En el sector de lácteos, nuestras vacas producen 6 litros de leche en promedio por cabeza, mientras que en EE. UU. se obtienen 40 litros. En relación con la producción maderera, el experto forestal Enrique Toledo señala lo siguiente “la Teca clon en tierras degradadas de la Amazonía peruana y con un adecuado paquete tecnológico en la silvicultura crece 21m3/año, en cambio, la semilla de teca con baja tecnología crece 10 m3/ha/año en las mismas tierras degradadas”.
Malos rendimientos, falta de competitividad y mercadeo deficiente van a posibilitar que nuestros pequeños productores sean altamente proclives a la quiebra y a abandonar la actividad agraria, a menos que se implementen cambios trascendentes en la gestión y en el manejo de sus factores de producción. El creciente alquiler de tierras es un síntoma de ello.
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