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Juan Escobar

Juan Escobar / Desastres naturales y de gestión (2 de 2)

Desastres naturales ¿y en la gestión pública?


Los primeros pasos dados por el gobierno con relación a este tema no parecen ser los más pertinentes. ¿Por qué solo se han identificado 7 regiones cuando los sucesos pueden afectar a todo el país? ¿Por qué el presupuesto asignado es tan limitado? ¿Qué explica el retraso en la ejecución de los recursos destinados hasta la fecha? ¿hay un plan? Conscientes de que la prevención es más efectiva y económica que la reconstrucción, sobre todo en lo social, resulta vital replantear estas decisiones. Si consideramos que el presupuesto nacional promedio de este año alcanza los 230 mil millones de soles, una racionalización del 5% liberaría en promedio 12 mil millones de soles, lo cual permitiría afrontar con mayor solidez esta creciente amenaza.

De todo lo mencionado, una decisión que inquieta es la de responsabilizar a la Autoridad Nacional del Agua (ANA) con casi S/ 1,000 millones para las actividades de prevención en las cuencas. Siendo un organismo normativo y no ejecutor, esta designación desvirtúa sus funciones básicas de acuerdo con la Ley y el reglamento vigente. ¿Qué experiencia tiene esta institución en la gestión de obras de esta naturaleza?


En medio de este desajuste en la gestión, se observa una disonancia preocupante en la distribución de responsabilidades: el MEF anunció la asignación de recursos para la adquisición de maquinarias tanto por parte del MIDAGRI como por los GOREs; asimismo, anunció labores de descolmatación bajo la jurisdicción del MIDAGRI y de la Autoridad de Reconstrucción con Cambios (ARCC). En el primer escenario, surge con urgencia la necesidad de que el MIDAGRI implemente de forma permanente un "parque de maquinarias" a nivel nacional, de cara al futuro y considerando la demanda de este servicio a lo largo del año. En el segundo caso, no se comprende por qué se delega responsabilidades a la ARCC, cuando precisamente esta entidad ha sido señalada por no haber ejecutado las tareas imperativas que hoy se demandan.


En vista del grave acontecimiento en curso, se vuelve evidente la necesidad de implementar una unidad central de gestión que orqueste una línea única de mando y operación. Es fundamental que la sociedad civil - desde los distritos y con el respaldo de las instituciones eclesiásticas - se organice, colabore y asuma responsabilidades para proporcionar una respuesta efectiva y oportuna principalmente en las 2 primeras fases señaladas previamente en la nota.


El centro de la respuesta social ante los eventos debe ser la organización de la población teniendo como eje articulador a las capitales de las provincias, cuya misión debe enfocarse en mitigar físicamente el impacto, llevando a cabo acciones concretas como la limpieza de canales, drenajes y la fortificación de defensas urbanas, al tiempo que fomentan una red de apoyo mutuo y colaboración entre los ciudadanos, colectando recursos como refugios temporales, provisiones médicas y víveres. La clave radica en una preparación exhaustiva para una colaboración interconectada a lo largo y ancho del país: "Hoy por ti, mañana por mí".


Asumir lo que podría parecer una utopía social requiere convertirse en un imperativo. Aunque enfrentamos limitaciones de recursos, es imprescindible unir todos los esfuerzos posibles para enfrentar estos desafíos. La pregunta es, ¿es posible? La respuesta es sí. Y esto se encuentra en ejemplos conmovedores de solidaridad que han surgido en momentos de crisis. Recuerdo una ocasión acaecida en el año 2017, en la cual campesinos y municipalidades de las regiones como Cusco (Calca) y Huánuco (Ambo) se unieron para enviar camiones llenos de alimentos, costeándolos ellos mismos, para ayudar a las poblaciones afectadas del norte. ¿Qué pasó? Los alimentos no podían ser entregados a las autoridades porque no tenían almacenes y requerían sortear obstáculos burocráticos. En ese momento, surgió una lección valiosa: los alimentos fueron derivados a organizaciones como Cáritas, las cuales captaron y distribuyeron la colaboración solidaria de los pueblos del interior.


En el pasado, estos sucesos han sido pésimamente gestionados. En aras de rectificar esta situación, el primer paso crucial es posicionar un equipo del más alto nivel y tejer inmediatamente los vasos comunicantes con regiones, provincias y distritos para enfrentar este desafío de vida.


En medio de este escenario, algunos expertos señalan que la tendencia del impacto se va aplacando; ojalá sea así, sin embargo, la organización social de la población se erige como un imperativo ineludible, ya sea para enfrentar las amenazas o para promover el desarrollo. Hay que avanzar en la organización social, sí o sí.



¡¡¡SOMOS MÁS FUERTES CUANDO NOS PRUEBAN!!!


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