“Estamos al borde de un abismo y avanzamos en la dirección equivocada”. Antonio Guterres Secretario General de la ONU
Hace 54 años, cumplidos esta semana, el 24 de octubre de 1970, los países más ricos de la tierra hicieron una promesa solemne, a través de una resolución histórica de la ONU (Naciones Unidas): “aportar un pequeño porcentaje de su riqueza ―solo el 0,7% de la renta nacional― en ayuda internacional para ayudar a los países de ingresos bajos y medios a enfrentarse al impacto de la pobreza y el hambre”.
Se comprometieron para lograrlo en sólo 5 años, pero no cumplieron con lo pactado. Los países más ricos de la OCDE promediaron tan solo el 0,3% de su Renta Nacional Bruta, los países europeos el 0,5%, a los 54 años del compromiso. Algunos países han demostrado que el objetivo del 0,7% es perfectamente alcanzable y una política realista, siempre que haya voluntad política. En 2019, cinco países (Luxemburgo, Noruega, Suecia, Dinamarca y el Reino Unido) estaban cumpliendo o superando su objetivo.
En estos 54 años, la cooperación internacional ha sido un salvavidas para millones de personas en todo el mundo, habiendo contribuido a fortalecer los sistemas de salud, educación y protección social en muchos países en desarrollo. Se ha avanzado, pero no se ha logrado el objetivo suscrito, tal como lo estamos viviendo. Con todos esos miles de millones de dólares pendientes de cumplir, con seguridad, podremos hacer mucho más, y quizá nos acerquemos a lograr el objetivo de vivir bien, que a todos sin excepción nos debe acompañar como miembros de la especie humana.
Esto nos hace notar que vivimos en un mundo interdependiente con desafíos complejos que solo pueden abordarse desde la cooperación y la solidaridad. Debemos reaccionar como sociedades responsables, tanto los países desarrollados y los no desarrollados. Es momento de cumplir y exigir que se cumplan los acuerdos asumidos por la comunidad internacional.
Con todos los problemas que tenemos, deberíamos presentar nuestras carencias con sus posibles soluciones, para que se cumplan los acuerdos asumidos. Perú, país de ingresos medios, con tanta pobreza, inseguridad alimentaria, anemia infantil, desnutrición crónica infantil, mala infraestructura de salud, mala calidad de enseñanza, malo el sistema de justicia (policía, ministerio público, poder judicial), mala infraestructura vial, millones con falta de acceso al agua potable y falta de servicios de agua y desagüe, grave inseguridad ciudadana, bajo nivel de desarrollo industrial, baja productividad, poca competitividad, poca innovación, ciencia y tecnología, investigación y desarrollo, alta informalidad, falta de institucionalidad, falta de planes de desarrollo territorial, falta de transformación digital, falta de partidos políticos, falta de tanto, -nombramos sólo algunas principales carencias-, debería, si tuviera un buen gobierno, contar con su plan estratégico de desarrollo bien elaborado, para exigir se cumpla con la promesa solemne del 24-10-70, y así recibir la ayuda internacional para ser considerado como un país modelo a desarrollar para lograr ser un país saludablemente productivo.
Un buen gobierno consciente de su ubicación geográfica, de su biodiversidad y rica historia, habría desarrollado, un plan completo de Perú ante el Mundo, que se presentaría, aprovechando la vitrina de APEC a los países visitantes y al mundo en general, y suscripción de aprobación del plan y firma del apoyo global, en la Pampa de la Quinua-Ayacucho, histórico escenario de la batalla que definió el destino del Perú y Sudamérica, en diciembre que cumplimos 200 años de esta importante fecha de nuestra historia.
Con esa cooperación y solidaridad internacional, para nuestra reinvención, sin duda, se generará la confianza a los inversionistas nacionales e internacionales, que con seguridad vendrán para poder pretender ser una sociedad saludablemente productiva, en dónde se pueda vivir bien, ser feliz, en paz y en armonía.
Un buen gobierno, que es lo que necesitamos, tendría un plan a ejecutar desde su elección y nombramiento, tendría una organización de equipos multidisciplinarios dedicados a cada problemática, conocedores de la arquitectura institucional global que existe, conteniendo ese enorme universo de instituciones públicas y privadas, dispuestas a colaborar cuando el solicitante sabe y sustenta lo que quiere, y que están a la espera de que se les solicite apoyo, para lo cual ponen requisitos como la presentación de las característica del problema, las estrategias de solución y los proyectos sostenibles necesarios a desarrollar, para solucionar esa problemática.
Y ese buen gobierno contaría con todos los requisitos técnicos necesarios, para aplicar por los recursos que se necesitan, a todo ese universo de instituciones, construidas en la historia de la humanidad, por ese espíritu solidario, que tiene el común propósito de querer pasar interactuando con los demás, por el corto espacio de tiempo de vida, que le corresponda de la mejor manera.
Sin duda esas aplicaciones coherentes y sostenibles hacia futuro, de un plan bien elaborado, serán atendidas y aprobadas prontamente, y las inversiones nacionales e internacionales las acompañarán y complementarán en procura de los objetivos de desarrollo sostenible (ODS), que una enorme legión internacional de expertos profesionales multidisciplinarios, han elaborado para una agenda de desarrollo mundial, al 2030, con un presupuesto millonario, a cuyos productos finales, recomendaciones y apoyo técnico financiero, podemos acceder por ser miembros activos, de numerosos organismos internacionales, con todos nuestros derechos y obligaciones.
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