Precisamente, en la fecha que se recordó un año más del golpe militar de Velasco Alvarado, un 3 de octubre de 1968, (autor de la Reforma Agraria un 24 de junio de 1969); el Presidente Castillo presentó en el Cuzco la II Reforma Agraria, que “no busca expropiar tierras ni afectar derechos de propiedad, como han creído que venimos a este Gobierno. […] hay que sacarnos eso de la cabeza, ni siquiera se ha pensado, no se va a hacer, sería absurdo que un gobierno lo haga, está descartado”.
La segunda reforma “significa acercarnos más al agricultor, que los gobiernos regionales y locales garanticen las vías de acceso para llegar a las chacras, centros poblados, centros de producción, teniendo el camino listo, se debe llegar con tecnología, asesoramiento técnico. Acabemos con los patrones y los hacendados”, también dijo. El presidente Castillo fue enfático en afirmar que esta nueva etapa se hará sin expropiaciones ni confiscaciones, y estará centrada en impulsar el desarrollo sostenible de la agricultura familiar y las cooperativas agrarias.
El mandatario acompañó esta presentación anunciando cinco medidas de acción: 1. Formación de Gabinete de Desarrollo Agrario y Rural, el cual será presidido por el jefe de Estado. 2. Medidas de apoyo directo e inmediato para los agricultores, entre ellos el ajuste a la franja de precios e inicio de estudios para una planta de fertilizantes. 3. Acceso más justo a los mercados, se impulsará un programa de compras públicas de alimentos para la agricultura. 4. Protección y cuidado del agua. Se implementará un programa de siembra y cosecha del agua que incluirán la construcción de cientos de cochas y micro reservorios. 5. Ley de perfeccionamiento de las cooperativas agrarias. Los beneficios de las cooperativas serán aplicables para las comunidades campesinas y nativas.
Por su parte el titular del Midagri, Víctor Mayta, resaltó la importancia de contar con el respaldo del Parlamento para lograr que la reforma se convierta en ley, “al igual que la primera, debe tener una ley”. Esto significará que, para su sustento, ante la conocida oposición, debe ser la de tender puentes de encuentro, al ser un tema que genera consenso. Así mismo, deberá superar diversas voces críticas, que se deberán escuchar, para hacer bien, lo que hay que hacer. Anunció nueve ejes de la reforma agraria con inclusión, afirmando que este era el camino hacia la plena soberanía alimentaria, con asociatividad, sostenibilidad, productividad e industrialización al agro nacional. Poniendo al Estado al servicio de la agricultura familiar y campesina: 1. Seguridad Alimentaria: producción sostenible y nutritiva desde la agricultura familiar para disminuir la dependencia de la importación. 2. Asociatividad y el cooperativismo, para incrementar la producción, productividad e inserción exitosa al mercado. 3. Infraestructura hidráulica: proyectos de riego, siembra y cosecha de agua con micro reservorios y tecnificación del riego. 4. Secigra Agro. Movilización de estudiantes, para brindar asistencia técnica, capacitación y ayudar a comunidades campesinas, nativas, cooperativas y asociaciones de productores. 5. Industrialización rural: mayor valor agregado y capacidad de negociación frente a industria e intermediarios. 6. Mercado de productores y compras estatales a la pequeña agricultura para los programas sociales, comedores populares y ollas comunes. 7. Crédito desde un banco de fomento agrario. Al servicio principalmente de la agricultura familiar. 8. Repoblamiento ganadero. Mejoramiento de pastos, mejoramiento y construcción de cobertizos. 9. Articulación intergubernamental e intersectorial en el territorio: agencias regionales de trabajo, desarrollo rural en beneficio de nuestros pequeños productores agrarios.
“Hay que estar contentos de que el pequeño agricultor esté en la agenda del gobierno, no se puede ser mezquino con eso. Ahora bien, esto ha sido un anuncio general, la propuesta aún no tiene cuerpo, criterios, presupuestos. Se necesita hacer un análisis sincero de los recursos antes de crear expectativa”, sostiene Juan Benítez, exministro de Agricultura.
El 23 de septiembre se crearon los grupos de trabajo que, de cumplir el cronograma, deberán alistar los aspectos técnicos para fines de diciembre. Es decir, la reforma recién podría ser discutida el próximo año y, de ser aprobada, incluirse en el presupuesto del 2023. “Primero se debió haber hecho todo ese estudio y luego anunciarla. Al revés puede provocar una falsa esperanza”, dice Benítez.
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