Nuestro pésimo sistema electoral, que no filtra nada, por lo que tenemos esos candidatos y esos elegidos, no conocen de que trata el desarrollo de un país, ellos sólo hacen alianzas para sus beneficios y a veces, discuten entre ellos, en una polarización extrema, influyendo sobre la sociedad, en tabúes y demonios apocalípticos, sobre si debe haber una asamblea constituyente, en contra de los que defienden la C93 a morir, pero que la cambian a su antojo en lo que les conviene, sin ninguna consulta popular y en contra de lo que una amplia mayoría ya había elegido en un referéndum, con veedores nacionales e internacionales.
Resultado de todo ello, es el caos que estamos viviendo, que con lo que está sucediendo en el proyecto de Chancay, nos confirma que el modelo económico tiene fallas que saltan a la vista, y que, sin necesidad de pasiones, ni de derecha, ni de izquierda, se deben reflexionar y lograr acuerdos nacionales, para que nuestra economía pueda ser más fluida y así generar confianza para atraer capitales, conociendo y ejerciendo las reglas de juego claramente establecidas.
Por lo que repaso unos conceptos básicos, que espero sirva para reflexionar en estos días de semana santa.
“El neoliberalismo, es un movimiento del siglo veinte, qué ha pretendido pasar de una guerra armamentista en la Guerra Fría al servicio y mejora de la vida, basado en el desarrollo de la tecnología, en la medicina, nuevos productos en microelectrónica, comunicaciones.
Es un movimiento con una política económica, que defiende el mercado libre capitalista, reduciendo la intervención estatal, poniendo énfasis en lo tecnocrático y lo macroeconómico, para un crecimiento económico, que fortalezca la globalización.
Apunta a tres mercados de la globalización:
ü El de las empresas transnacionales, con fuerte capital económico.
ü El de la unión de las grandes empresas con los bancos comerciales, que alimenten el mercado bursátil.
ü El de empresas y medios de comunicación, que fomenten el producir, ganar y consumir, con fuertes gastos publicitarios.
Sus aspectos positivos, son:
ü Aumento del PIB (producto) y del RIN (reservas).
ü Fortalecimiento del sector financiero y el mercado de valores.
ü Aumento de las exportaciones, a mayor número de mercados.
ü Mejor apertura y competencia del mercado.
ü Incremento de tecnología.
ü Libre comercio
ü Mejora el vivir de las personas, por el abastecimiento de productos (medicina, ropa, comida, trabajos, etc.).
ü Compra de materias de menor costo para la subsistencia (personas, instituciones, gobiernos y sociedades).
Y cómo aspectos negativos:
ü Venta de empresas nacionales (acá se remataron).
ü Pocos incentivos para micro, pequeñas y medianas empresas.
ü Sobreexplotación de recursos naturales.
ü Incapacidad del gobierno, para generar empleo.
ü Tiende a la homogenización de las personas.
ü Se genera una cultura de la exclusión, al tener un Estado conformista, no generador de mano de obra, de empresas productivas no globalizadas.
ü Se forman desbalances bursátiles, por el alto índice de expectativas.
ü Se producen situaciones en la que se detiene el proceso de crecimiento económico como consecuencia de la existencia de rendimientos marginales decrecientes.
ü Depende del ciclo de precios de las materias primas.
ü El libre comercio destruye mayores ingresos de los que se derivan por una compra barata.
ü La compra barata destruye la producción que hubiera determinado mayores ingresos.
ü Esto implica ingresar a una nueva era, a una revolución informática, en la que los países cómo los nuestros, tienen y deben, que acelerar su transformación digital, para poder ser competitivos globalmente
ü Adicionalmente, el modelo conlleva la idea de que la competencia es predominar, no es mantener la competencia, lo que tiende a la formación de oligopolios y monopolios.
ü El estado no puede fiscalizar, ante capitales repartidos, fuera de su jurisdicción.
ü Otra crítica, es la disminución de valores humanos en el mercado, ya que todo se reduce a mercancía, cómo valor económico.
ü Y para colmo, el famoso «chorreo» del modelo, ni sus más grandes defensores, pueden pronosticar si ese «chorreo» durará unos pocos años o varios siglos, para reducir la pobreza”.
Si en otros países, donde viven seres humanos, tan iguales que nosotros, han podido sentarse a conversar, definir adónde van y establecer cómo lograr, -mejorando lo que se puede mejorar y arreglando lo que está caminando mal-, esa prosperidad en armonía, para esa felicidad de la sociedad en su conjunto y sosteniblemente hacia futuro, ¿por qué acá no lo podemos hacer?
Es difícil, muy difícil. Esta clase política no está a la altura de lo que debe significar Perú. Ojalá que, en este sábado de Gloria, se genere un Domingo de Resurrección de la sabiduría nacional, porque así no podemos seguir.
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