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Foto del escritorJuan de Dios Guevara

Juan de Dios Guevara / OBOR (2 de 3) 



Al comienzo, América Latina quedó fuera del mapa oficial de la iniciativa, pero en estos últimos tiempos varios países de la región se han sumado a la misma mediante memorandos de entendimiento. Panamá fue el primer país latinoamericano que se incorporó, y después se han ido sumando Uruguay, Ecuador, Venezuela, Chile, Bolivia, Costa Rica, Cuba y Perú.

 

China gestiona puertos en ambos extremos del Canal de Panamá. Está construyendo desde cero un mega puerto de 3.000 millones de dólares en Chancay, Perú, que transformará el comercio entre China y América Latina, permitiendo que los contenedores marítimos más grandes del mundo atraquen en el continente por primera vez.

 

En Marcona, Ica, el Puerto de San Juan de Marcona comenzará sus operaciones en 2029. Jinzhao Perú declaró su interés en el proyecto y, en caso de que no exista un tercero que busque ejecutarla, Proinversión la adjudicará directamente a la firma de capitales chinos en 2024 por un periodo de 30 años mediante una Asociación Público-Privada (APP). Este puerto dinamizará la carga de minerales en la región sur, considerando que su zona de influencia será Ica, Ayacucho, Apurímac y Arequipa.

 

Proinversión informa que al menos una decena de proyectos portuarios, como los puertos de Chimbote, Ilo, Pucallpa y Eten (Chiclayo), podrán ser concesionados en los próximos años. ¿Cómo lo están trabajando los gremios empresariales, cómo el Estado, en esta economía social de mercado? ¿Cuál es la visión de desarrollo territorial? ¿Qué planes a corto, mediano y largo plazo?  ¿Se harán ciudades-puerto?

 

Los chinos avanzan por su visión al futuro. No improvisan, saben dónde van. Para hacer OBOR hicieron un documento que fue redactado por la Comisión de Reforma y Desarrollo Nacional China, en conjunto con el Ministerio de Relaciones Exteriores y el Ministerio de Comercio. El documento fue ratificado por el Consejo de Estado Chino en mayo 2015, y se denomina Visión y Acciones en conjunto, tendientes a la construcción del Cinturón Económico de la Seda y de la Ruta Marítima de la Seda del Siglo XXI (Vision and Actions on Jointly Building Silk Road Economic Belt and 21st Century Maritime Silk Road).

 

El documento, también enfatiza que no está dirigido a excluir a ninguna tercera parte u otra potencia, en clara alusión a los Estados Unidos. Pero en esta pugna, USA se retiró del TTP (Trans-Pacific Partnership), conformado por la mayoría de países que son parte de la APEC, y que Perú pertenece, por lo que le ha dejado espacio a China para acentuar sus alianzas con países del Pacífico, y que se postule a sí misma como el principal impulsor del libre comercio en el Asia-Pacífico.

 

China se encuentra respaldando dos iniciativas comerciales para la región Asia-Pacífico. Una de ellas, es la Regional Comprehensive Economic Partnership (RCEP, Asociación Económica Regional Integral), que consiste en una zona de libre comercio que integra a las diez economías de ASEAN (Asociación de Naciones de Asia Sudoriental: Birmania, Brunéi, Camboya, Filipinas, Indonesia, Laos, Malasia, Singapur, Tailandia y Vietnam), junto con Australia, Corea del Sur, India, Japón, Nueva Zelandia, y China.

 

El otro proyecto es el Free Trade Area of the Asia Pacific (FTAAP), que integra a las 21 economías del Asia-Pacific Economic Cooperation (APEC) (Foro de Cooperación Asia-Pacífico) junto con EE.UU. y la China. En esta región de Asia-Pacífico, China pretende impulsar la inversión en el sector industrial, así como en el financiero.

 

El sector industrial, es para incrementar la producción y manufacturas de la región. El aspecto financiero, se refiere a préstamos especiales destinados a la construcción de infraestructura. A todo esto, habría que sumarle el aspecto de cooperación a nivel político, cultural, e incluso hasta judicial, con varios de los países de la región. ¿Algún plan peruano?, ¿Cómo aprovechar nuestra posición central, con la China, USA y demás países que tenemos acuerdos comerciales, TLC´S?

 

El origen de la Ruta de la Seda comenzó en el siglo II a.C., durante el reinado del emperador chino Wu de la dinastía Han. Los chinos, maestros en el arte de la seda, buscaban expandir sus mercados y obtener caballos de guerra más robustos, que se decía abundaba en las regiones occidentales. Por otro lado, en las cortes europeas, se hablaba de un misterioso material, «suave como una nube y brillante como el sol», que provenía del lejano este. Era la seda, un bien preciado que pronto se convertiría en símbolo de poder y riqueza.

 

La curiosidad y el deseo de comerciar impulsaron a ambos lados a establecer rutas comerciales. Caravanas cargadas de seda, porcelana, especias y papel partían de China, atravesando desiertos como el Taklamakán, sorteando los peligros del Paso Khunjerab y cruzando las montañas del Pamir. Por otro lado, desde el Mediterráneo, comerciantes traían oro, plata, vinos finos y vidrio.

 

Con el tiempo, la Ruta de la Seda no solo facilitó el intercambio de bienes, sino también de ideas, religiones y tecnologías. El budismo, por ejemplo, se extendió desde la India hasta China y más allá. Las técnicas de fabricación de papel y porcelana, así como el sistema numérico indo-arábigo, se difundieron hacia el oeste.

 

A medida que las caravanas viajaban, las ciudades a lo largo de la Ruta de la Seda, como Samarcanda, Bujará y Ctesifonte, florecieron y se convirtieron en centros de aprendizaje y cultura. Estas ciudades eran un crisol donde se mezclaban personas de diferentes orígenes, desde artesanos y mercaderes hasta filósofos y astrónomos.

 

Aunque la Ruta de la Seda enfrentó desafíos, como invasiones y el surgimiento de rutas marítimas alternativas, su legado perdura hasta el día de hoy. Sirvió como un puente entre dos mundos, fomentando un intercambio que enriqueció a ambas civilizaciones y dejó una marca indeleble en la historia de la humanidad.


 

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