Tenemos mucho que aprender de países que han tenido éxito en sus políticas públicas, y más aún si mantenemos buenas relaciones internacionales incluso con acuerdos comerciales suscritos, por lo que, con una buena gestión de las autoridades correspondientes, se debe poder lograr la cooperación internacional, para que nos enseñen y compartan sus experiencias exitosas. El ejemplo a seguir es el del país más feliz del mundo por 5 años consecutivos según el World Happiness Report 2022: Finlandia
Y ello, lo han logrado por la educación, porque consideraron que su principal recurso, era su gente, por lo que invirtieron en su pueblo, para que cada persona reciba la formación y educación que desee para ir tan lejos como su capacidad lo permita. Consideraron que no está bien que una sociedad posea sólo algunas personas muy capacitadas, por lo que promueven que toda la sociedad debe tener la posibilidad de formación durante toda la vida. No basta con que un niño pobre reciba alguna formación cuando es pequeño. Tiene que poder estudiar cuanto quiera.
Finlandia un país de 5 millones de habitantes, sin mayores recursos naturales, decidió realizar fuertes inversiones en la educación, 6 % del PIB sin contar investigación, en los años 90, con una teoría paradójica, que probaría ser visionaria, porque entendían que un pueblo educado sabe elegir a dirigentes honestos y competentes, y así estos elegirán los mejores asesores. Porque visualizaban que un pueblo inteligente y educado no permite corruptos ni incompetentes. Sabían por su escasez que un pueblo ignorante desperdicia sus recursos y se empobrece, que un pueblo ignorante vive de ilusiones, al contrario de un pueblo educado que sabe muy bien diferenciar un discurso serio de una prédica demagógica. Pensaron con razón que, ante las adversidades del clima frío de la zona norte de Europa, un pueblo educado prospera también en condiciones adversas. Su decisión fue porque no querían ser un pueblo ignorante, ya que este es terreno abonado para la demagogia
Su reforma educativa de los 90, es paradójica. Paradoja 1: Los alumnos aprenden más cuando los profesores enseñan menos. La experiencia finlandesa desafía la lógica convencional, que prescribe más horas de clase y mayor cantidad de lecciones en casa como fórmula para impulsar el desempeño estudiantil. Paradoja 2: Los alumnos aprenden más cuando tienen menos exámenes y evaluaciones. Los estudiantes finlandeses no necesitan preocuparse por evaluaciones: su sistema educativo no cree en la eficacia de una alta frecuencia de exámenes, por lo que se aplican con poca regularidad. A pesar de eso, Finlandia brilla en los rankings globales de educación, al lado de los países con mejor desempeño escolar del mundo
Pasi Sahlberg, un experto en educación finlandés, autor y profesor de la Universidad de Nueva Gales del Sur en Australia, que anteriormente, trabajó como profesor de práctica en la Universidad de Harvard en el Banco Mundial y como director del Centro para la Movilidad Internacional en Finlandia, resume así el pensamiento finlandés sobre la educación pública de calidad: “Es una obligación moral, pues el bienestar y en última instancia la felicidad de un individuo depende del conocimiento, de las aptitudes y de las visiones del mundo que son proporcionadas por una educación de calidad. Es también un imperativo económico, ya que la riqueza de las naciones depende cada vez más de las habilidades y el conocimiento”.
Todos los aspectos detrás del éxito finlandés parecen ser, por lo tanto, lo opuesto de lo que se hace en la mayor parte del mundo, donde la competencia, la alta carga de pruebas y clases, la uniformidad de la enseñanza y la privatización son por regla general los principios dominantes. “Ejercer controles rígidos sobre las escuelas y los alumnos, pagar a los profesores en base al desempeño de los estudiantes, entregar el liderazgo de las escuelas a especialistas en gestión o convertir escuelas públicas en privadas son ideas que no tienen lugar en el repertorio finlandés de desarrollo de la educación”, dice el educador Sahlberg.
La filosofía finlandesa es que el objetivo principal de los profesores debe ser ayudar a los alumnos a aprender sin ansiedad, a crear y desarrollar la curiosidad natural, y no simplemente a pasar evaluaciones. “La presión del modelo tradicional de enseñanza trae consecuencias dramáticas para los alumnos, como el miedo, el aburrimiento y el temor a correr riesgos”, afirma el educador Sahlberg.
“La preocupación central de la escuela finlandesa no es alcanzar récords de desempeño escolar, sino ayudar a desarrollar las aptitudes de un niño para formar individuos capaces de vivir vidas felices, dentro y fuera del trabajo”, añade Sahlberg.
En las escuelas de Finlandia, los niños tienen tiempo para ser niños.
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