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Juan de Dios Guevara / La comida es para hoy (1 de 3)


La comida es para hoy y para mañana también


El mundo tal como lo conocemos hoy en día, fue sistematizando procesos y certificándolos, para que una clasificación obtenida sea válida en el mundo, dando garantías al consumidor global, de que lo que elija, sea de la procedencia que sea, reúna la calidad y cumpla con todas las normas requeridas. Así mismo, de la misma manera, debe hacerse la reforma política, para elaborar un sistema electoral, que presente opciones a escoger, con la seguridad al votante, de que la opción escogida, sepa en qué se está metiendo, cómo lo va a resolver, con qué plan, con qué equipos, y con cuántos recursos lo va hacer, como lo va a controlar, cómo lo va a motivar, cómo lo va a sancionar. No es cualquier cosa, presentarse para gobernar al Perú, y cuando lo ha logrado y ahí está, no saber qué hacer, y hacerlo mal encima.


Así los peruanos, elegiríamos libremente y seguros de que lo que se elija está garantizado. Pero acá no se da eso, “con el pasado que los condena, el presente cómo me salvo y el futuro, por dónde sigue el faenón”, no llegamos a ningún lado. Analicen las opciones electorales que nos presentan, analicen cada candidato. Observen el congreso y sus integrantes. Observen el ejecutivo y sus integrantes.


Perú con todo lo que significa nuestra rica historia, ¿se merece esto? NO. Entonces, ¿qué hacemos?… ¡que se vayan todos! ¿Pero cómo hacemos la transición del cambio, y hacia qué cambio? Entonces, el clamor es: ¡Elecciones generales! Pero, ¿es lo adecuado?


Porque si no hay una reforma política, con un sistema electoral, que nos presente opciones certificadas, garantizadas, vamos a seguir en lo mismo. Y así no podemos seguir. La comida es diaria, la vivienda, los servicios, la movilidad, la salud, la educación, son derechos humanos, que las autoridades elegidas, deben procurar que así se cumpla, para los 33 millones que acá viven, a lo largo de nuestro extenso territorio nacional.


Y para hacerlo, hay que entender, que, si no hay ingresos, no hay comida, no hay techo, no hay nada. Hay desesperanza. Y esa desesperanza, no se cura con “los pitucos de Miraflores”, “que ahora nos toca a los de abajo”, “que asamblea constituyente”, “qué vacancia, y más vacancia” y demás ideas, deseos, consignas, militancias, vida partidaria. Lamentablemente, el hambre, la falta de atención médica, la falta de educación, la falta de seguridad, la falta de empleo, no se arreglan con consignas, se arreglan con dinero, poderoso Caballero don Dinero. Y los chinos lo entendieron, después de la revolución popular de Mao Tze Tung, de largos sufrimientos, luchas y buenos deseos, pero la gente no comía, vino Deng Xiaoping, se dio cuenta de que si quería que su población coma y tenga acceso a calidad de vida, escribió: “No importa que el gato sea blanco o negro; mientras pueda cazar ratones, es un buen gato” en su obra publicada en 1960. “El desarrollo tiene una importancia primordial”. Y miren, ahora cómo está.


No sería mejor reflexionar, que en vez de decir los pitucos de Miraflores, se lidere a un cambio para que los más de 1870 distritos que tiene el Perú, sean cómo o mejores que Miraflores. No sería mejor, que al haber tenido la oportunidad de haber llegado al poder los de abajo, era para presentar a los mejores de abajo, que sí los hay, pero no a ineptos sinvergüenzas, que apenas tomado el poder, se organizaron para meter la mano. Qué hicieron una fiesta por el cumpleaños de la hija del secretario por un valor de 100 mil soles, que significan nada menos que 10 años de ingresos mensuales de una persona con salario mínimo. Y otra fiesta para el cumpleaños del presidente con charros. Qué en el mundo de hoy, esa canción de “que no quede huella, que no”, es con los teléfonos móviles, sólo un buen deseo. Ya empezaron a aparecer fotos, y seguro videos habrá del presidente con su sombrero de charro, con sus charros músicos al lado. Parece que, a este gobierno, les gustan los charros, recordemos que lo despidieron al ministro Silva de Transportes, con charros. A tomar en cuenta, su identidad subconsciente de charros. Qué huachafería. El aburguesamiento del poder en vivo y en directo.


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