“Los buenos hábitos formados en la juventud marcan la diferencia”. Aristóteles
Cómo es normal, uno quiere lo mejor para sus hijos, sus nietos, sus bisnietos, y demás generaciones futuras, por lo que la principal preocupación, resulta ser el desarrollo y formación de nuestra juventud. Con esta premisa, visualicemos algunos datos, para enterarnos lo que se nos viene, y la necesidad urgente de cambios.
Aparte de conocer los indicadores del Informe PISA, en dónde el Perú no sale bien parado, puesto 64 de 77 países evaluados en el 2018, conocemos también que, en el Índice de libros leídos al año en el mundo, Finlandia, país nórdico, considerado cómo el país que tiene la mejor educación en el mundo, leen sus habitantes un promedio anual de 47 libros, seguido por otro país nórdico, Suecia con 43 libros. Otros países, como referencia, son España que leen 10.5 libros, Chile 5.4 libros, México 5.3 libros, y Perú sólo 0.5 libros al año. Sí, sólo medio libro anual.
Para mayor conocimiento, el Informe PISA es el informe del programa internacional para la Evaluación de Estudiantes, mediante un estudio que lleva a cabo la OCDE a nivel mundial, que mide el rendimiento académico de los alumnos en matemáticas, ciencia y lectura.
La OCDE es la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, que es un organismo de cooperación internacional, compuesto por 37 estados, de mayor desarrollo, cuyo objetivo es coordinar sus políticas económicas y sociales, y que el Perú pretende ser miembro, desde hace unos años atrás.
Así mismo, tenemos que el 60% de jóvenes egresados de institutos y universidades no labora en la carrera que estudiaron (MTPE, 2016). Los NINI, denominación que reciben los jóvenes que ni estudian ni trabajan, están aumentando y casi alcanzan el 1,8 millón (MTPE, 2017). Esta cifra con la pandemia, seguramente debe haberse incrementado.
El 61,9% de esta población de jóvenes forman parte de la PEA activa, pero lo que pocos saben es que un 21.33% de toda la población de jóvenes son NINI, esto es que no estudian ni trabajan. Esta proporción equivale al 34% de la PEA de jóvenes con un componente de género muy marcado, donde 63% son mujeres.
La tasa de desempleo juvenil es 3,6 veces más que la de los adultos, con la amenaza de que en el Perú el 53.2% de los puestos laborales podrían ser automatizados usando la tecnología actual, según The Harvard Business Review, con los cuales se podría conseguir avances a nivel de productividad.
Los aportes de las revisiones de la OCDE plasmados en cada uno de los informes que se han elaborado sobre distintos temas como Capacitación, Territorio, Gobernanza, Regulación, Medio Ambiente, entre otros, son un excelente punto de partida para diseñar esas reformas de segunda y tercera generación, que nuestro país necesita siquiera como homenaje a su Bicentenario, y que ojalá los candidatos para el 11 de abril del 2021, los sepan analizar y proponer.
Precisamente, hace un tiempo atrás fue presentado el informe sobre Investing in Youth o Invirtiendo en Juventud, cuyos resultados evidencian la importancia del tema, pero además, ponen de manifiesto que no bastan los esfuerzos que realiza el Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo (MTPE) para resolver la problemática de la juventud en el país, sino que se requieren mayores protagonistas, para hacer algo para atenderla y estos los pone el Ministerio de Economía y Finanzas, el Ministerio de Educación, los de los sectores productivos como PRODUCE y MINAGRI y hasta el MININTER.
Para que esto suceda lo primero que debe ocurrir es que las más altas autoridades prioricen estos temas en la agenda nacional y se den cuenta de lo que estamos perdiendo al no invertir en la juventud que representa casi el 27% de la población total del país (8,03 millones de personas), de la cual solo el 18,8% tiene estudios superiores universitarios y 65% solo cuenta con educación básica.
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