Recuerdo que luego de los resultados de la primera vuelta, los simpatizantes del modelo económico, que no son pocos, empezaron a agradecer a Castillo, el que les haya reventado la burbuja en que vivían, en hacerles ver que el Perú no es sólo Lima, que hay tantas personas olvidadas, que hay hambre, enfermedades, injusticia y demás carencias. Y que prometían iban a cambiar, que la lección la habían aprendido. Que iban a ser más empáticos, más amables.
Le agradecían también el haberlos hecho temblar, y buscar sus pasaportes gringos, italianos o españoles. Reconocían todos sus errores, para luego afirmar: “Gracias, pero NO gracias Castillo, aunque no la queramos, y sepamos quien es: Keiko presidente”. Pensé que el mea culpa, iba ser público a continuación, pidiendo perdón por todos los errores y daños causados a la continuidad del progreso en el Perú, explicando el modelo económico, sus beneficios, sus ajustes y correctivos necesarios a realizar, convocando y buscando el perdón y la reconciliación nacional. Pero para sorpresa de muchos, contrataron un estratega publicitario, seguramente importado, que creyendo que lo que le resultó en un país, le va a resultar en otro, con otras experiencias, y por lo tanto diferentes.
Y así fue que la campaña, no se dedicó a presentar propuestas, si no a crear miedo y terror, terruqueando y coloreando el ambiente, amenazando en ser cómo Venezuela, si por Keiko no se votara, cómo si la gente no viera a diario a más de un millón de venezolanos deambulando por lo largo y ancho del país, para saber que ese no es el camino, y encima recordando el terrorismo como si no estuviera presente en la vida nacional, con tanta gente inocente, víctima de tanta insania, tanto mal recuerdo. Finalmente, a pocos días de realizarse la segunda vuelta, al darse cuenta que con esa campaña de terruquear, no le funcionaba según las encuestas, en un populismo desbordante, empezaron a ofrecer el oro y el moro, y pidió perdón. ¿Eso le alcanzará? ¿Será eso posible? El domingo lo sabremos.
Por su parte Pedro Castillo, del que dicen que nadie lo vio venir, o mejor dicho, nadie lo quiso ver, representa, precisamente, a toda esa gente que tratamos como si no existieran. Y los pobres y los olvidados existen en el país. Las diferencias en el progreso y desarrollo entre la capital y el interior son abismales. Por ello, las masivas manifestaciones de apoyo en su gira electoral, a pesar del COVID y el ataque masivo que recibe su candidatura por los medios de comunicación de mayor audiencia. Cualquier candidato hubiera sucumbido ante este ataque tan feroz y continuo.
Su discurso y su plan de gobierno, como su equipo técnico, lo van armando día a día. Creo que no se imaginaron llegar a estas instancias. Eso pareciera no afectar a sus seguidores, que lo mantienen en el primer lugar en las encuestas. Todos hablan de un voto resentido, pero nadie quiere hablar de lo que causa el resentimiento. Pero ahí se ve el fervor de la gente en sus presentaciones. Les representa toda una esperanza de cambio alguien como cualquiera de los ciudadanos de a pie, y por eso, se sienten representados. Realmente, todo un fenómeno político, que nos ha dado a todos un fuerte llamado de atención: “El Perú, no sólo es Lima. Hay grandes diferencias, desigualdades” ¿Le alcanzará ello para ganar el domingo? Pronto lo sabremos.
A votar sin miedo. Cualquiera que gane, que lo haga bien. Los peruanos necesitan que todo se haga bien. Creo que, por los 200 años, nos debemos dar ese regalo. Alguito nos merecemos. Ya nos toca. A respetar los resultados, y lo mejor para el Perú. Un gran cambio, una gran revolución, sólo sería que el siguiente gobierno salga el 2026, con las manos limpias. Ojalá obtengamos más. Buenas elecciones.
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