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Juan de Dios Guevara / El Perfil deseado (2 de 2) 



Para afrontar los cambios necesarios, nuestra sociedad necesita líderes. No hay manera correcta, idónea de liderar, y por eso, los líderes talentosos aparecen con tipos distintos de personalidad, raza, edad, sexo, religión. Por lo tanto, que sea natural, que sea él mismo, que no trate de imitar a los demás, que conozca sus propios puntos fuertes para asumir el liderazgo que le corresponde.

 

Que entienda cómo liderazgo, la habilidad de conseguir la cooperación de las personas para obtener resultados esperados. Hoy se necesita liderazgo, ayudando a la gente a que llegue hacer aquello de lo que es capaz, estableciendo una visión de futuro, alentando, preparando y conduciendo.

 

Que sepa lo trascendente que es en la vida, la buena comunicación, que no sólo es oral, escrita, gráfica, sino también gestual, corporal y necesariamente de calidad. Una comunicación transparente, permite una mayor fluidez y posibilita una mayor productividad. El saber expresar bien sus ideas y saber escuchar las de los demás, permite una dinámica continúa de crecimiento, en todo ámbito de acción.

 

Que haya entendido que cuando una persona está convencida de algo, va más allá del dinero, porque va con convicción, con ganas por que quiere hacerlo. Y esa es tarea de un líder, de convocar, seducir a los demás, en un ambiente positivo para lograr el objetivo propuesto. Por eso debe saber reconocer, alentar, convencer, seducir a la población, para lograr que el sueño sea realidad. Que sepa tratar a los demás como personas ganadoras. Que practique la importancia de la motivación.

 

Que haya aprendido a desarrollar un auténtico interés por los demás. Todos tenemos nuestros sentimientos, y cuando nos damos cuenta de que alguien se muestra realmente interesado en encontrar soluciones a nuestros problemas, nos sentimos gratificados, motivados. Por eso hay que ponerse en el otro lado del mostrador. El interesarse por los demás, genera buenos dividendos, porque la gente es receptiva y empieza apoyar de inmediato.

 

Que haya tomado conciencia de que, al tener dos orejas y una boca, debe aprender a escuchar y saber cuándo callar. Que haya entendido la enorme influencia, que se genera cuando uno escucha, para aprender y entender de los otros; y comprender, los problemas que se generan cuando uno oye, como sucede en la mayoría de los casos para responder y no para escuchar. Que haya aprendido a escuchar de verdad como nos gustaría nos escuchen atentamente.

 

Que haya entendido el formar Equipos para el futuro. La competitividad de hoy exige trabajos multidisciplinarios y productos transdisciplinarios. El llanero solitario ya murió, más aún en la Nueva Economía. Donde la tendencia es a desverticalizar las jerarquías, para ser más horizontales y actuar en red. Generando así, la sinergia del trabajo en equipo. Para optimizar esa sinergia, debe haber aprendido a delegar, facultar (Empowerment) y a entrenar a los equipos (coaching), porque sabe adónde nos dirige.

 

Que haya comprendido que el mundo es de todos y que la libertad de uno acaba donde empieza la del otro y que cada uno tiene su propio mundo y que hay que saber respetarlo y valorarlo sinceramente. Que no se sienta superior ni inferior a nadie. Que respete a todos por igual. Que esté siempre al frente.

 

Que conozca que los seres humanos en la vida no sólo buscan poder, dinero, fama, sino simplemente ser tratados como personas y ello conlleva reconocimiento, elogio, premios. Un gran abrazo al ego es fundamental, es motivador, es grato. Da fuerzas, para seguir en la lucha. Renueva, por lo que debe ser practicado.

 

La gente trabaja por dinero, pero siempre dará un poco más por el reconocimiento, el elogio y los premios. El reconocimiento levanta la autoestima. Que sepa organizar campeonatos de todo orden, que movilicen el deseo de hacer cada vez mejor las cosas, alentando la productividad, la calidad, la innovación, la competitividad.

 

Que haya aprendido de errores que se han cometido para evitar que se repitan, poniendo los correctivos adecuados y no olvidando jamás que son humanos los que lo cometen y como humanos hay que tratarlos para corregirlos.

 

Que tenga un norte, una visión de un escenario nuevo y deseado, una meta a lograr, como el camino al éxito. Sabiendo adónde vamos y que podremos lograr un sentido de vida de interés personal y de posible trascendencia, si logramos nuestro objetivo.

 

Que sepa estar concentrado y sea disciplinado, porque cuando uno quiere ganar, lograr sus metas, debe estar mentalmente convencido de que contra viento y marea lo va a hacer factible y, para ello el esfuerzo constante, el sacrificio, la claridad de objetivos y las ganas de ganar, lo pueden hacer realidad.

 

Que sea una persona equilibrada, con una actitud mental positiva. Uno es lo que piensa que es. El que quiere ganar, gana. Y como nosotros queremos ganar, este debería ser el mínimo de perfil requerido para alguien que pretenda ser autoridad pública. Seamos exigentes con los que pretenden gobernarnos, nos estamos jugando el presente y futuro de nuestras generaciones.

 

 “Las ideas brillantes son una locura, hasta que funcionan…” Mark Twain


 

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