El sistema judicial no funciona con transparencia. Hay prófugos y juicios pendientes en el tiempo. Jueces, fiscales y comisarios con cuestionamientos. La justicia no es igual para todos. El sistema carcelario no es el debido. Las fuerzas del orden como lo ha reconocido el gobierno ante la CIDH, ha sido el causante de los excesos en la reciente convulsión social y va a emprender su reorganización.
Por protocolo, la CIDH antes de hacer público un informe, se lo da al investigado para que lo revise y sus observaciones se incorporen al informe, tal como lo afirmó May Macauay, presidenta de la comisión, asegurando que la comisión no es sesgada. “Nos manejamos bajo disposiciones estrictas que se ciñen a nuestro mandato”.
Luego cara al público, lo ha negado el gobierno. Dos rostros. Pero ambos conducen que hay que poner orden, porque esa es la misión de las fuerzas del orden, pero actuando dentro de los estándares internacionales, porque si no se cumplen, se genera este tipo de informes negativos para la imagen y atracción de inversionistas, capaces de generar empleo, al país.
No se puede negar que Castillo hizo un mal gobierno, intentó un golpe de estado, que hubo algunas marchas violentas fuera de la ley, que las fuerzas del orden actuaron en forma no proporcional, pero nada de ello justifica el número de víctimas, algunas inocentes. Miremos hoy en día, las protestas en Francia, controladas por las fuerzas del orden, detenidos, juzgados y cumpliendo los veredictos. Igual, hace poco en Brasil, los desmanes en Brasilia, sede del poder, detenidos, juzgados, sancionados, y en ambos casos 0 (cero) víctimas. Debemos acostumbrarnos a exigir que lo que se haga, se haga bien.
Creo es cuestión de humildad y de amor al futuro de nuestras próximas generaciones de hacer un diálogo nacional que nos lleve a una agenda mínima común, que nos permita afrontar con planes estratégicos a largo plazo, las urgencias que reclama la sociedad, que son evidentes, las estamos viviendo, sea en seguridad, justicia, educación, salud, alimentación, inflación, calidad y oportunidad del transporte, falta de empleo, entre otros, ingredientes básicos en la vida diaria.
No con insultos, minimizando informes que han sido elaborados con hechos objetivos, videos, testigos, entrevistas, necropsias, etc., opinando sin saber de qué se trata, todos son preconceptos, y cómo decía Einstein: “Es más simple destruir un átomo que un preconcepto (supuestos y construcción de realidades)”.
Sobre el modelo extractivista que dice el informe, reflexionemos, a medida que se incrementen los vehículos eléctricos, más consumo de cobre habrá en el mundo, siendo uno de los principales productores en el mundo, será oportuno, con ciencia y tecnología, darle valor agregado a parte de nuestra producción, para así obtener más empleo, más divisas, más rentas, más diversificación productiva. Para los vehículos eléctricos, también tenemos litio, y ahí está. Hay que actuar con prontitud. Son muchas las oportunidades que tenemos, por ser un país polimetálico.
Reconocer lo que dice el IPE (Instituto Peruano de Economía), que el Perú es uno de los países del continente que más redujo pobreza y desigualdad en últimos 20 años. Reconocer igualmente al ex ministro de economía Waldo Mendoza, cuando muestra cifras irrefutables: “Del 93 a la fecha, hemos pasado de un per cápita de US $1400 /año a US$ 7.000/año. De un presupuesto anual de US$ 5.000 en el 93 a US$ 50.000 a la fecha”.
Pero también hay que reconocer, que las deficiencias señaladas, están a la vista, por lo que es necesario un diálogo nacional, que nos lleve a salir de este entrampamiento. Ya todo ha cambiado con respecto al 93, debemos saber adaptarnos al entorno nacional e internacional pensando en el Perú, en la sociedad en su conjunto. Lo real y concreto es que, así como hay buenos indicadores, también hay malos indicadores, que resulta preciso corregir. La crisis sanitaria, económica, social, política, moral, nos han golpeado fuertemente, debemos salir juntos de este gran problema que nos afecta a todos y a nuestras generaciones futuras.
Reforzar lo que está bien hecho, mejorar lo que hay que mejorar, desarrollar lo que hay que desarrollar, controlar lo que hay que controlar. Miremos hacia futuro. Definamos el rumbo a seguir.
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