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Foto del escritorJuan de Dios Guevara

Juan de Dios Guevara / Así no se puede seguir (1 de 2) 



No es fácil analizar al Perú. Es un extenso país lleno de posibilidades y potencialidades cómo para ser una sociedad próspera y feliz, pero no lo es, sino lo contrario, lo que hace que se viva en un ambiente de crispación, frustración, polarización, decepción, queja, rechazo, reclamo, fastidio, descontento, que hace que más de 9 de cada diez peruanos desapruebe a los poderes ejecutivo y legislativo.

 

Con toda la biodiversidad que posee, enormes cifras de exportaciones de productos del agro, renombrado destino gastronómico, el Perú lidera el ranking del país con mayor inseguridad alimentaria de América del Sur. Más del 50% de la población peruana, no le alcanza para comer tres veces al día. Se define la inseguridad alimentaria como falta de acceso consistente a alimentos suficientes y nutritivos para una vida estable.

 

El 33% de la población peruana vive en un 0.2% de la extensión del Perú, en Lima, donde no existe un sistema de transporte público que permita a las personas movilizarse como personas, como sucede en muchas ciudades del mundo. Acá las personas tienen que sufrir para trasladarse en la ciudad, por medio de un sistema formado por empresas formales e informales, que les interesa como ganar dinero, y no cómo servir a las personas, cómo se lo merecen.

 

Gran parte de personas, tiene que vivir diariamente la pesadilla que es movilizarse, sin tener dinero para tomar taxi o contar con un vehículo, y tiene que tolerar la irregularidad de los horarios de los vehículos que hacen las rutas, del apiñamiento, de la inseguridad, del mal estado del vehículo, de los vendedores de ilusiones, de problemas, de religión, que irrumpen en los vehículos sin respetar al pasajero atrapado en el medio de transporte, de las carreras que hacen en competencia por ganar pasajeros, de las demoras para levantar pasajeros en los lugares dominados por los “palancas”, a las que se pueden añadir las sensaciones de los malos olores, calores y fríos, más las ya repetidas peleas dentro o fuera del vehículo por diversas razones, cotidianamente.

 

A las que ahora se ha sumado a todo ello, que al que transporta todos esos momentos, le piden cupo para poder repetir continuamente estas vivencias de terror que sufren diariamente millones de peruanos. Hasta por no pagar 7 soles de cupo, mataron a un moto taxista y en una combi, a un chofer con unos pasajeros a bordo. Caos total.

 

Pero para que no haya duda de que es el Perú y no es otro, el primer ministro, ante el paro de protesta de los transportistas, a los que se han sumado mercados, bodegueros, farmacias, pequeños negocios y el rechazo generalizado de la población ante la falta de seguridad y estar a merced de delincuentes que te cobran por vivir, dice “que todo está tranquilo y que, según sus sistemas de inteligencia, son grupos políticos infiltrados”- Por supuesto, siempre ligados al terrorismo. Porque la palabra terrorismo vende. Ahora es terrorismo urbano, terrorismo de imagen, terrorismo de prensa, terrorismo de pensamiento ya pronto llegará.

 

El ministro del interior ligado en su vida profesional a la defensa de los malos policías y pareciera por las grabaciones de un examigo policía, bastante suelto de boca, se atreve a decir en conferencia de prensa luego del paro, de que su labor es digna de elogio, que han reducido el 72% (setenta y dos por ciento) de las extorsiones, para luego de ser cuestionado por tremenda cifra, decir que el no dijo lo que dijo, sino que era 7.2% (siete puntos dos por ciento). Un error así, tan grueso, por parte de un ministro lleno de títulos, suena a Pepe el Vivo. No da confianza.

 

Habla de la Policía como una gran institución y la Contraloría acaba de publicar un análisis de casi tres mil instituciones públicas, y la primera en el ranking de corrupción aparece lastimosamente, la Policía Nacional. Sus dos máximos generales acaban de aparecer condecorados en los viajes chibolinescos y luego como premio mayor fotografiados con Chibolín.

 

Es raro no encontrar solución a problemas con las leyes y reglamentos con una “propina” al oficial. Mala costumbre nacional, por parte del que da y recibe la “propina”, pero así es desafortunadamente nuestra realidad. Además, como si ya no fuera poco, se les ve fuera de físico a un buen número de policías obesos.

 

Y el ministro en vez de pedir disculpas a la población y someter a una profunda reorganización a la Policía Nacional, habla de una realidad paralela y desde su nombramiento, muestra gran felicidad al regalarle rosas a la presidente con el dinero del Estado y a contratar abogados para que lo defiendan de sus problemas legales con dinero del Estado, además de perder tiempo atendiendo sus problemas legales, en vez de trabajar estrategias que nos brinden resultados.

 

Y el gobierno, lo blinda por haber desactivado la división policial que allanó la casa de la presidente por el caso Rólex, y haberse metido a fiscalizar al hermano de la presidente, y le brinda abrazos muy efusivos de reconocimiento, por parte de la presidente. Y al oficial que liquidó a Artemio y al terrorismo en el Huallaga, investigó y capturó a Zevallos el narco más grande del Perú, que desarticuló organizaciones criminales integrada por policías corruptos, que intentaron coimearlo, y no aceptó. Ahora en castigo, en venganza, lo han mandado a cuidar puentes. Qué país.


 

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