Pensar en lo colectivo sobre lo individual, debe ser la gran enseñanza de esta terrible pandemia. Acá hemos visto tremendas desigualdades con tremendos déficit de atención sanitaria, a nivel nacional. Cualquier testigo del momento actual, pensará que esto debe cambiar, que esto no está bien. Hay que cambiar.
La idea de una sociedad próspera, parte del principio que todos debemos aportar a que así sea, y para que todos puedan hacerlo, deben estar convencidos del propósito. ¿Cuál es éste?, mejorar como personas, como sociedad, ya que estamos atrasados y no queremos estarlo más; para que eso suceda, todos deben saberlo, todos deben quererlo, sabiendo lo bueno que resultará hacerlo.
Y la forma de hacer el cambio es tarea de todos, en especial del sector privado, promoviendo una cultura empresarial, capacitando con el ejercicio de la tecnología educativa, para sembrar en todo lo extenso de nuestro país con potencialidades en cada parte de su territorio, el propósito de generar riqueza, de crear valor, con ética, con valores, unidades de negocio bien organizadas, hacia objetivos claros y precisos.
En resumen, sembrar mediante la comunicación en nuestra población, para cosechar mejores personas, para mejores resultados. Debemos invertir en capacitación, para mejorar el activo más valioso de toda sociedad, que es, el capital humano. Con tecnología digital educativa, multimedia y haciendo uso de los avances tecnológicos puede ser posible el envío de potentes mensajes.
No reconocer que la única forma de eliminar la pobreza, es generando riqueza, es negarse a la realidad de la vida. Esto no es derecha o izquierda, es sentido común. No darse cuenta que casi la tercera parte de nuestra población, cómo 9 millones son jóvenes, de los cuáles alrededor de tres millones de jóvenes peruanos cuenta con educación superior, de los que, cerca de 2 millones tiene educación superior universitaria y un millón con superior no universitaria, de acuerdo con los resultados de la Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO). De estos 9 millones, dos terceras partes, 6 millones no tienen, no han logrado educación superior.
Según el INEI del total de jóvenes de la PEA, 9 de cada 10 tienen empleo y otro está en búsqueda permanente. Siendo la desocupación mayor en el área urbana (10.2%) que en el área rural (1.7%). Ahora, de esos 9 que tienen trabajo, 8 son informales, el 41.9% de la población joven ocupada se desempeña en la rama de servicios: 10% en Transportes y Comunicaciones; 8% en Hoteles y restaurantes; 3.5% en Enseñanza; y 20.3% en Otros servicios (como intermediación financiera, actividad inmobiliaria, empresarial, entre otros). Siguen las actividades económicas de Agricultura, Pesca y Minería (22.7%), Comercio (18.7%) y Manufactura (10.5%).
En el área rural, la población joven ocupada se desempeña principalmente en el sector primario (68%) Agricultura, Pesca y Minería; en tanto que, en el área urbana, el 50.2% se encuentra en el sector de servicios.
Para completar la necesidad de hacer cambios -porque no está bien nuestro querido Perú- de la población de 15 a 29 años de edad, el 17.6% ni estudian ni trabajan, o sea, cerca de 2 millones de jóvenes peruanos, se están desperdiciando y generando la gran posibilidad de mayor pobreza y mayor delincuencia. En el área urbana el 18.4% y en el área rural el 14.4% se encuentran en la misma situación.
Pensando en el futuro, con esas cifras reales de nuestra juventud, ¿qué futuro nos espera?
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