Existen diferentes tipos de consorcio, los cuales pueden resumirse, en promocionales y operacionales. Los promocionales pueden ser, para un apoyo permanente a las exportaciones, sea para investigación de mercados, participación en ferias y/o en misiones comerciales, asistencia legal, capacitaciones, publicidad en conjunto, elaboración de catálogos u otros medios de promoción y publicidad, cómo para asistencia en materia financiera, cambiaria, arancelaria, transporte, seguro. Los operacionales, para optimizar procesos productivos, incorporando tecnologías y diseños, con proveedores de materias primas e insumos, mejorando la capacidad de compra. Creando una marca en conjunto, definiendo la gama de productos y la política y estrategias comerciales a desarrollar, con sus respectivos planes de inversión y marketing, detectando clientes en el exterior, vendiendo y realizando la administración correspondiente, cómo la capacidad de obtener mejores apoyos en las entidades de fomento a la exportación.
En relación a los miembros, también pueden ser de productores de un mismo producto, distintos en calidad y estilo o de productos complementarios. O de agrupados, con productos distintos, ampliando la familia de productos. O de productos de líneas distintas, para complementarlos.
Las dificultades de formar un consorcio, son por el clásico problema de las individualidades, qué tienen celos del otro, y no quieran abrir sus cartas totalmente, o en el reparto de utilidades, por tener una participación menor en el consorcio. Así mismo, por no tener organizaciones adecuadas, que marcan las diferencias entre sus componentes.
Recuerdo también, otra experiencia que desarrollé como consultor en Sierra y Selva Exportadora. La intención era juntar a distintos pequeños productores de lácteos del valle de Mantaro, para poder ingresar al mercado nacional, con una marca propia, y poder tener mejor capacidad de negociación en los canales de venta, diversificando productos, logrando una mejor y mayor oferta, así cómo obtener góndolas en los supermercados con la familia de productos del consorcio, pudiendo hacer publicidad y acciones de promoción en conjunto y superando así el esfuerzo individual, que resultaba ser, de insignificancia en el mercado.
Pero los celos entre sus miembros, la heterogeneidad de sus integrantes. Algunos, no tenían ni contabilidad de costos. Otros vieron el consorcio, como una salida a sus propias crisis. Falta de visión a largo plazo. No ponerse de acuerdo en un gerente ajeno a los integrantes. Insuficiencia de recursos financieros. Algunos, por su tamaño, querían imponer la gerencia del consorcio, por desconocimiento de lo que en realidad es un consorcio, que significa un acuerdo en común.
En general les gustaba la idea de sumar esfuerzos, y hacer un consorcio de la Región Junín, para obtener una mejor capacidad financiera y de penetración en el mercado nacional, para ir escalando a futuro a los mercados internacionales. Pero luego de varias reuniones y desacuerdos, no se logró su integración. Y ahí siguen con su oferta atomizada. Experiencia a tener en cuenta, para un mejor emprendimiento de un consorcio.
Hay que considerar el desarrollo de los consorcios, cómo una clave para el éxito de las Pymes. Los consorcios, deben ser una alternativa a considerar, por lo que se debe incentivar su formación con los incentivos posibles, para el fomento de los mismos. Esto implica, dejar la individualidad de lado, para lograr el equilibrio entre la capacidad empresarial, capacidad gerencial y el conocimiento del negocio. Para lo cual deben desarrollar disciplina y organización, con visión a largo plazo, y el uso de modernas tecnologías de trabajo, para que puedan sus integrantes en forma consensuada, elaborar un Plan estratégico de desarrollo, que comprenda la visión, misión, objetivos, estrategia, plan de acción, y sobre todo, ejecutarlo bien, en forma cohesionada, ejerciendo el trabajo en equipo, porque la unión hace la fuerza.
“La misión fundamental de la gerencia es conseguir la actuación conjunta y eficaz de la gente hacia objetivos y valores comunes.” Peter Drücker.
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