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Juan de Dios Guevara / El agro que se viene (2 de 3)


En el Perú, se dio una dinámica de crecimiento, por algunos agroexportadores, incentivados por la ley de promoción agraria, y se adaptaron a métodos nuevos, más eficientes y ambientalmente más amigables para producir, procesar, distribuir, consumir y reciclar los alimentos, lo que ha facilitado el desarrollo económico, permitido la urbanización, generado ingresos de exportación considerables, y contribuido a una reducción del hambre y la pobreza, en especial a pequeños productores Y en el actual contexto de pandemia, están jugando un papel clave al asegurar un suministro muy oportuno de alimentos, estabilizando sus precios en los mercados mundiales. Ahora, con la nueva ley, ¿Qué pasará?


Impulsar el crecimiento de la producción agrícola sin que dañe al medio ambiente, adoptando tecnologías verdes, es necesario. El problema resulta que no se conoce, cuáles serán los efectos en las modificaciones a la ley de promoción agraria, en cuanto a su dinámica de inversiones y adopción de las tecnologías que hoy se están implementando en la agricultura moderna, con modelos superiores que mejoran la productividad, disminuyendo la pérdida y el desperdicio de alimentos, asegurando la sostenibilidad de los recursos naturales de los cuales depende la agricultura.


Este creciente mercado global, con agricultura de precisión, la reutilización del agua, la bioenergía y el biofertilizante o la agricultura inteligente ofrecen numerosas oportunidades, lo que permitirá un uso intensivo y eficiente de los recursos, alta productividad y baja huella ambiental, y aumento de la resiliencia climática, con lo que se pretenderá mitigar riesgos. Todo ello, significará, inversiones cada vez mayores y una combinación de acciones, que van desde prácticas agrícolas y ganaderas intensivas hasta el pago por servicios de los ecosistemas, la digitalización climáticamente inteligente y la adopción de tecnología. Un enfoque que ofrece un gran potencial para integrar muchos de estos ángulos es la economía circular, para aprovechar una mejor gestión del suelo, el consumo de energía y agua, la gestión de residuos y la prevención de la contaminación.


Se deberán replantear los sistemas, las políticas y las instituciones durante la transición posterior a la covid-19 para asegurar un panorama alimentario más limpio, verde e inclusivo y alimentos de calidad, seguros y más nutritivos. Los puestos de trabajo, que serán más calificados y más racionalizados, y la transformación económica deben ser el centro de esta estrategia orientada hacia el futuro, una que se base en infraestructura resiliente y un capital humano fortalecido.


El futuro de la agricultura en un mundo pospandemia, con la ciencia e innovación podrá mejorar la calidad de alimentos y también la cantidad. Drones que sobrevuelen hectáreas de cultivos, y envíen data a un satélite y al móvil, para que los agricultores analicen toda esta información, como un impulso de la tecnología digital de manera colaborativa para optimizar el uso de insumos, como fertilizantes y otros productos sanitarios, se verá. Pero también para reducir el consumo del agua, para mejorar la vida de los suelos, es el futuro que se nos viene. Hoy un productor puede tomar fotografías a la hoja de una planta, analizar la imagen, que le mostrará qué tipo de hierba es. A futuro, la detección de malezas será más rápida y confiable en todas partes del mundo. Todo este cambio se debe iniciar con buenas prácticas agrícolas para generar mejores cadenas de valor.


Esas buenas prácticas, parten de la persona humana, a la que hay que crearle conciencia al productor, el actor principal, que la cadena de valor va para la conquista de los mejores mercados, y eso significa obtener certificaciones internacionales, exigentes en su obtención, por la mayor conciencia de que el cambio climático, está calentando el planeta, y por el mayor ejercicio de control, de los derechos humanos.


Ello significará mayor uso de lo digital, con productores trabajando una agricultura rentable y sostenible, mediante aplicaciones y prácticas agrícolas, que hace en su cultivo, desde su celular. Los desarrollos tecnológicos son notables, hoy en día, un tractor con sensores, puede detectar mala yerba y extraerla, sin tener que arruinar todo el campo. Existen soluciones con Inteligencia Artificial que ayudan a identificar, clasificar y contar el peso del fruto a cosechar, por cada calibre, en cada zona de cultivo, empleando sensores visuales, lo que le permite mejorar la negociación con los clientes, optimizando la rentabilidad de la empresa. Plataformas que conectan a los agricultores directamente con restaurantes, entre otras.


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