Por el virus, hay una retracción en el comercio internacional, por lo que hay que fomentar en estos tiempos, consuma lo que el Perú produce, lo cual debe aprovechar el empresariado nacional, para decidir ser competitivos, y aprovechar este tiempo de menor competencia internacional, para innovar, reinventarse.
Hacer ver a la población de la inseguridad, de tener el dinero fuera del sistema financiero. Hay que estimular el ahorro. Hay que fortalecer el sistema bancario, bancarizando a nuestra sociedad, la penetración es muy baja, sólo el 29% de la población adulta tiene cuenta bancaria. A inicios de esta década, era el último en inclusión financiera en Sudamérica.
Cómo será el papel de los asalariados, ante la liberalización de los mercados de trabajo. Cómo hacer las contribuciones de jubilación, y a cambio de qué. Cómo hacer con el empleo juvenil, cómo con el empleo para los mayores de 60 ante una mayor esperanza de vida. La igualdad de oportunidades. Enseñar competencias y habilidades, para el mundo del mañana. Entendiendo, que ya los jóvenes estudiarán profesiones que aún no han sido creadas y cambiarán 12 a 15 veces de trabajo en su vida laboral.
La tecnología es la revolución de la información, trae consigo cambios, pero no desaparecerán las organizaciones jerárquicas, en el trabajo en redes, por eso, las habilidades emocionales y de interacción con los demás debe ser desarrollado y cultivado. Hay que estar al día con las tecnologías más avanzadas. Vivir la disrupción digital, afrontarla, aprovecharla y expandirla a nivel nacional.
Tener leyes empresariales de acuerdo a los estándares internacionales, para que estas den un doble salto al futuro, ser competitivas y orientadas al mercado mundial, con tecnologías dinámicas y mercados segmentados y cambiantes. En un mundo de mercados abiertos y de rentabilidad determinada por la empresa misma. Buscar el bien común y la solidaridad. El empresario no puede concebir la empresa sino como integrada por personas a cuyo desarrollo y perfección debe contribuir el trabajo que desempeña. La empresa no sólo es una actividad productiva, sino que debe ser además un medio para la práctica del trabajo realizador de la persona humana.
El problema de las deudas que se están generando con esta pandemia internacional no es sólo una cuestión financiera o económica, ni tampoco política, sino ante todo ética y moral. Su solución debe encaminarse a la luz del principio de solidaridad. Los acreedores y deudores deben reconciliar los diversos elementos que aparecen divididos, con comprensión, flexibilidad y entendimiento para los muchos qué lo están padeciendo, por causa de este virus.
Responsabilidad empresarial de que todos los ciudadanos vivan conforme a su dignidad de personas en lo material y espiritual, por lo que la empresa, construye un lugar acogedor en el que todos los derechos de las personas sean tutelados. Este es un momento de solidaridad, de comprensión, de colaboración entre todos. Este virus, es una tragedia, con consecuencias muy dolorosas.
Esa es la verdadera responsabilidad social del empresario de hoy, ser verdaderos promotores y mensajeros de una cultura de vida, más humana, que exprese la vigencia de la solidaridad y el desarrollo, con conciencia ambiental. Por eso, es más que necesario, que los empresarios, aún con esta prospectiva incierta, hagan Planes de Negocios con diversos escenarios y probabilidades, para transitar estos momentos y los que se nos vienen, de forma más predictiva, disminuyendo riesgos
Debemos también propiciar el acceso a la información, y vigilar por una sociedad abierta en el sentido de la información. Desarrollar líderes, por todo el Perú. Entendiendo que líder, es aquel qué consigue la cooperación de los demás, para conseguir el objetivo deseado. Imitar, emular e intentar superar al líder.
Asumir la ética de la responsabilidad. Desarrollo cultural, interés por el hombre y su sentido de existencia. Es necesario restablecer el alterado equilibrio de valores, en la sociedad. Dignificar modelos de comportamiento, criterios de juicio, valores dominantes, intereses mayores, hábitos y costumbres que sellan el trabajo, la vida familiar, social, económica y política.
Tantas y tantas recomendaciones. Cuantas más hay, por lo que hay que estudiarlas y analizarlas. ¿Por qué no escucharlas, debatirlas, consensuarlas y hacerlas parte de nuestra “hoja de ruta” que debemos regalarnos por el Bicentenario?
“Las ciencias pueden aprenderse de memoria, la sabiduría no”. Lawrence Sterne
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