Los continuos avances de la humanidad, nos han permitido llegar a niveles de desarrollo inimaginables para nuestros congéneres que han ido poblando la tierra desde su inicio, pero sin embargo con ninguna preparación para afrontar amenazas más sutiles, como la digitalización, los cambios de regulación de un sector o la posibilidad de quedarnos sin empleo.
Estos miedos son nuevos, y no siempre nos adaptamos bien con los cambios. Más aun siendo conscientes de que nuestro cerebro está pensado para la supervivencia, no para la felicidad.
Por lo que debemos asumir el cambio, entenderlo como oportunidad y aprender de sus posibilidades. Y ese cambio no es tan rápido, requiere esfuerzo, entrenamiento, para salir de los miedos que ante lo nuevo siempre se harán presentes
El cambio evoluciona rápidamente desde el fin de la era moderna, que se considera cuando en el World Economic Forum de 1992, Václav Havel, presidente de la entonces Checoslovaquia, señalaba el fin del comunismo soviético. Era moderna que se extendió por los siglos XIX y XX, que interpretaba al universo como un reloj sofisticado y complejo, racionalmente ordenado y sujeto a leyes invariables, que el hombre descubriría gradualmente a través del método científico. Desde la época de la Ilustración se remonta esta cosmovisión, que se tradujo incluso en algunos sistemas, instituciones, mecanismos, e ideologías totalizadoras de diverso tipo.
Pero este hecho de la globalización también ha generado incertidumbre, dudas, por la velocidad de cambio, todo muy rápido con un amplio menú de opciones, en donde hay que tomar decisiones velozmente, y cualquier cosa puede ser posible. Hemos avanzado notoriamente como evolución de la especie humana, pero el cuarto poder, que son los medios de comunicación, resaltan permanentemente, más lo malo, por su afán sensacionalista, y porque pareciera que “La civilización del espectáculo” (Mario Vargas Llosa), está vigente, en todos sus sentidos, y en consecuencia, le hacen sentir al ciudadano común que estamos en el peor de los mundos
Toda esta gran velocidad de cambio es debido a la tecnología. Ahora, cualquier celular nuevo tiene más potencia que las primeras naves espaciales, y más información con la que presidía Ronald Reagan a USA. Y se estima que las computadoras en el 2030 llegarán a ser un millón de veces más potentes que las primeras máquinas, por lo que el cambio aún será más rápido, y esto no es fácil de percibir y procesar, por la gran mayoría de la población.
El ingeniero y economista alemán Klaus Schwab, fundador y CEO del WEF afirma que la cuarta revolución industrial, basada en la tecnología está en camino, considerando que la primera ola fue la mecanización del trabajo, la segunda, la producción en masa y la tercera, el uso del internet en la vida productiva. Y esta fase de cambio afectará a la población menos calificada. Se estima que en el próximo lustro se perderán más de 7 millones de empleos, producto del uso de la inteligencia artificial, la robótica, la nanotecnología, la ingeniería biotecnológica, la impresión 3D, el internet de las cosas (IOT) y demás desarrollos, que seguirán sucediéndose, y que significarán el remplazo de miles de empleos rutinarios.
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