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José Tejada

José Tejada / La roya los pone a raya (1 de 2)

La roya que puso en raya a los cafetaleros


Han pasado 10 años de cuando se firmó la resolución N° 0300-2013-MINAGRI, que aprobaba el programa de financiamiento para la ejecución de un Plan Nacional de Renovación de Cafetos y consolidación de deuda de productores cafetaleros, creando además el Consejo Regional del Café de la Selva Central.


Resolución con la que se buscaba dar fin a los embates de la roya del cafeto (Hemileia vastatrix), un hongo que parasita al café, y requiere para su subsistencia, que las plantas permanezcan vivas, y que, por aquellos años con el cambio climático, se crearon condiciones para su intensa proliferación, toda vez que el hongo siempre ha existido, pero en poblaciones controlables.


Antes del plan de renovación de cafetales, hubo otro plan de mitigación de la roya del cafeto, la que consistía en mitigar o atenuar el daño de la plaga, sin embargo, esto no se logró. Los agricultores recibían en jeringas, pequeñas dosis de fungicidas, que no lograban resolver el problema, el SENASA continuaba comprando más agrotóxicos, para seguir repartiendo, mientras los agricultores les decían que ya no había plantas vivas para controlar la enfermedad, que lo que hacía falta era un plan de renovación, vale decir, volver a sembrar cafetales, con las características de que estas nuevas plantas sean resistentes a la roya del cafeto.


Cabe mencionar que el hongo a las 4 horas que se ha separado de la planta, vale decir en una poda, donde las ramas cortadas son arrojadas al suelo o llevadas a zonas para enterrarlas, el hongo perdía su capacidad infecciosa, con la excepción de las esporas (granulaciones microscópicas que se forman en la cara inferior de las hojas y son de color naranja) pudieran saltar a nuevas hojas vivas, producto del rebote de las gotas de una lluvia; de ahí lo importante de enterrar las ramas podadas.


Se realizaban capacitaciones, pero la roya iba más rápido, que los lentos mecanismos de transferencia de conocimientos, y con las diminutas dosis de agrotóxicos a cada agricultor, no se podía controlar la enfermedad.


Lo cierto es que el Estado gastó millones en productos químicos, para que sean aplicados en campos de cafetales orgánicos, o sea, perdían su certificación orgánica, y compraron todo tipo de herramientas y equipos que pocos de ellos se vieron en campo, y era algo lógico, para qué usaría el agricultor herramientas en plantas que ya estaban muertas. Recuerdo ver a los asesores del ministerio de agricultura, preocupados por conseguir más mochilas fumigadoras a motor, porque ya habían gastado en 2 mil de ellas y no había más; como si gastar más en mochilas irían a revivir las plantas. Se gasto mucho dinero, durante la mitigación de la roya, en mochilas, moto guadañas, herramientas y agrotóxicos, pero muy poco en la herramienta humana, que era lo que llevaba el conocimiento.


Hay dos principios para que la roya pueda prosperar, humedad y baja luminosidad, también el calor, que aumenta los procesos fisiológicos del hongo; ante ello lo correcto era realizar la poda para eliminar ramas infectadas, dejar pasar la luz a los campos, y permitir la ventilación de las plantaciones, por otro lado, el deshierbo retiraba la posibilidad de esa gran masa verde rastrera que transpira humedad y se impregna en el envés de las hojas (cara de la hoja que no le da al sol), lo que facilitaba el rodamiento de las esporas de roya, para que ingresen al interior de las hojas a través de los estomas (pequeñas aberturas microscópicas que se encuentran en el envés de la hojas, por donde hace intercambio gaseoso las plantas). Todo esto hubiera ocurrido si en lugar de gastar en agrotóxicos y mochilas que, por su alta demanda, sospechosamente subían de precio, se hubiera invertido en sería asistencia técnica, y se hubiera dado oportunidad de trabajo a los agricultores que no eran de la selva, pero pasaban un período de sequía que también los empobrecía como a los cafetaleros. La trashumancia productiva era y será siempre el mejor esquema de desarrollo, ante la mala distribución de la mano de obra en el país.


El Estado no quería implementar un plan de renovación de cafetales, hasta que no se entregaran todos los agrotóxicos a los quebrados agricultores, ciertamente, la presión política era fuerte, y los productos químicos, los agrotóxicos, comenzaron a salir de los almacenes, hasta lograr que el ministro de aquel entonces Milton Von Hesse, el 23 de agosto de 2013, firmara la resolución 0300-2013-Minagri, referida al plan de renovación de cafetales.


¿En qué consistía el plan? El PNRC (Plan Nacional de Renovación de Cafetales), en buscar la forma de comprarles la deuda a los cafetaleros con otras entidades financieras a través del fondo AgroPerú, y en brindar prestamos a los cafetaleros hasta por 10.5 has, por un monto hasta de S/. 12,600 aproximadamente. Además de brindarles asistencia técnica “especializada”.


¿Qué creen que puede pasar con esta dinámica cuando los agricultores ya lo habían perdido todo, el cultivo de café demora tres años para comenzar a producir, las deudas aumentan así como el hambre?, lo cierto es que se agruparon cafetaleros en selva central liderados por personajes, para formar la federación de cafetaleros de selva central, y con ellos, los cafetaleros conseguían de Agrobanco su préstamo, que provenía del Fondo AgroPerú (dinero del ministerio de agricultura que le entregaba al Agrobanco, para que lo presente a una tasa de 10% anual, y luego lo recuperara, para ser devuelto al ministerio), sin haber recibido la asesoría previa de un técnico, que debía evidenciar la extensión de real de los predios, para el monto que le correspondería al agricultor, y sin saber siquiera si el solicitante del prestamos era cafetalero, algo increíble; lo cierto es que si Agrobanco le negaba a los agricultores su préstamo, la federación agraria, de inmediato ejercía presión para que cambien a los funcionarios del banco.


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