La guerra en Ucrania ha desatado una guerra fría entre oriente y occidente mucho más aguda que la iniciada por Trump. Las consecuencias pueden ser nefastas, y por ahora se traducen en un deterioro de las perspectivas del entorno económico mundial al haber disparado los precios de las materias primas, la energía y los cereales.
Los países de occidente han respondido con severas amenazas de sanciones contra Rusia, centradas en la prohibición o recorte del comercio de materias primas y transacciones bancarias. Lo que se refleja en mayores expectativas inflacionarias y de estancamiento productivo mundial. No se descarta la posibilidad de una recesión, especialmente en Europa, dada su elevada dependencia del gas proveniente de Rusia. En consecuencia, las bolsas europeas (Eurostoxx 50) ya acumulan una caída de 17,2% en lo que va del año.
Desde principios de enero ya se preveía un escenario de inflación elevada y desaceleración de la economía mundial, debido a una inminente sustitución de las políticas monetarias laxas aplicadas por los principales bancos centrales por políticas monetarias más restrictivas tendientes a elevar las tasas de interés.
Si bien se identificaba como una fuente de riesgo las tensiones entre Rusia y Ucrania, no se preveía que la invasión militar de Rusia a Ucrania podía llegar a escalar tan lejos, al punto de ser ya una seria amenaza para la estabilidad política, económica y financiera mundial. Tan es así que el precio del petróleo (Brent) bordeó los 120 dólares por barril la semana pasada, nivel récord desde 2012, con precios futuros trepando más de 20%, mientras que Estados Unidos y Europa evalúan ejecutar prohibiciones a las importaciones rusas.
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