La semana pasada la Reserva Federal (FED) de Estados Unidos elevó sus tasas de interés en 75 puntos básicos, poniéndolas en el rango de 1,5% a 1,75%. la mayor subida desde 1994. Para mitigar la persistente presión inflacionaria, en julio la FED subiría nuevamente sus tasas en 75 o 50 puntos básicos, aguardándose que cierren el año en 3,4%, frente a 1,9% previsto en marzo.
En mayo la tasa de inflación en Estados Unidos llegó a 8,6%, récord histórico desde hace 40 años. La meta de la FED ahora es bajarla a 5,2% hacia el cierre de 2022 (por encima del 4,3% fijado en marzo), apuntando a 2,6% en 2023 y 2,2% en 2024. En consonancia, el riesgo de que la economía de Estados Unidos entre en recesión ha aumentado, al menos durante uno o dos trimestres de 2023. [1]
El problema es que la FED ha perdido mucha credibilidad, dado que por mucho tiempo afirmó que la inflación era transitoria y hasta hace un mes su presidente, Jerome Powell, insistía en que una subida de 75 puntos básicos no sería necesaria, dado que supuestamente la inflación era de origen externo; culpa de la guerra en Ucrania, alzas exógenas de los precios de las materias primas, etc.
Lo cierto es que la inflación es por definición un fenómeno monetario: un aumento excesivo del dinero en circulación y del crédito; un exceso de emisión de papel moneda no convertible en metálico. La subida de los precios no es la inflación en sí sino su consecuencia inevitable. “Inflación” significa que la masa de dinero está inflada y que los agentes económicos esperan que se mantenga abultada por un buen tiempo, de manera que optan por apurar sus compras en previsión de escaseces futuras. O sea, la inflación induce la ganancia especulativa en desmedro de la ganancia competitiva.
La masa de dinero que la FED puso en circulación a partir de 2020 ha sido descomunal y ha sido causante directa de la inflación de los índices bursátiles, de las criptomonedas, de los precios de las viviendas y, últimamente, de los precios de las materias primas; con el agravante de los shocks de oferta ocasionados por la guerra en Ucrania. Nunca confundir la causa con su agravante.
Referencia:
[1] El Bank of America estima en 40% la probabilidad de una recesión en 2023, coincidiendo con la opinión del 60% de los líderes empresariales de Estados Unidos, según una reciente encuesta. (eleconomista.com.mx/amp/economia/Estados-Unidos-entraria-en-recesion-en-el-2023-BofA-20220619-0065.html), Simona Mocuta, economista jefa de State Street Global Advisors, opina que la probabilidad de una recesión ahora es probablemente de 50%. “No es que no haya forma de evitarla”, afirmó, “pero va a ser difícil evitarla” considerando que “nos están diciendo que haremos lo que sea necesario para llevar la inflación al 2%”. (latimes.com/espanol/eeuu/articulo/2022-06-16/elevadas-alzas-de-la-fed-hacen-mas-probable-una-recesion), Nomura Holdings Inc. aguarda una recesión leve en Estados Unidos a fines de 2022 ante el creciente endurecimiento de las condiciones financieras y el declive previsible de la confianza de los consumidores. Redujo su previsión de crecimiento del PBI para 2022 a 1,8% frente al 2,5% anterior, proyectando 1% para 2023 en vez de su 1,3% anterior. (infobae.com/america/agencias/2022/06/20/nomura-ve-mayores-probabilidades-de-recesion-en-eeuu-este-ano/).
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