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Jorge Chávez / Crisis de legitimidad (1 de 2)


Crisis de legitimidad presidencial y vacancia

El Perú atraviesa por una feroz crisis de legitimidad presidencial. A la luz de las múltiples evidencias de corrupción que involucran al mismísimo presidente de la república, la permanencia de Pedro Castillo en el gobierno es insostenible.


Tras la manifestación judicial de la lobista y candidata a colaboradora eficaz, Karelim López, ha quedado en evidencia que el gobierno de Castillo ha comprado a congresistas de oposición (al mejor estilo de Montesinos-Fujimori), asignándoles obras millonarias, dejando a un lado criterios técnicos transparentes de priorización de proyectos y selección de postores. Y ha quedado claro que Castillo está en el ápice superior de la conducción de todo un entramado mafioso.


La corruptela como sistema de gestión del Ministerio de Transportes y Comunicaciones y del Ministerio de Vivienda y Construcción. La corruptela más abyecta para designar directores En el Ministerio de Salud a través del ofrecimiento de plazas al mejor postor a cambio de centenas de miles de soles. Si todo esto no es traición a la patria, se aproxima tantísimo a esa figura: la venta de parcelas del aparato estatal con propósito de aprovechamiento pecuniario y no de servir al ciudadano. El daño al país es enorme; es una daño moral, social, político y económico.


Si bien el daño a la economía no se hace visible a tan corto plazo, a mediano y largo plazo conduciría irremediablemente a la demolición de los cimientos de la productividad, y a una fuga de talentos que afectaría severamente el crecimiento económico potencial.


Si ese copamiento degradante de la gestión pública va acompañado de la compra de congresistas y arreglos bajo la mesa entre poderes del Estado, se fractura la división de poderes -fundamento del sistema democrático- generándose un clima propicio al deterioro de la calidad de los servicios públicos y al florecimiento de la corrupción, el narcotráfico y demás lacras mafiosas.


Castillo tuvo hasta una cuarta oportunidad para enmendar. Sin embargo, en su cuarto gabinete persistió en más de lo mismo: designar a personas ineptas y de pésimos antecedentes como ministros y permitir la festinación de los cargos técnicos debajo de ellos. Persistencia provocadora que sólo es explicable si es producto de una partitura escrita por agentes interesados en generar caos en el Perú. Una partitura orientada a desarrollar una articulación hegemónica a mediano plazo, sustentada en un nuevo aparato público rearticulado para favorecer al narcotráfico y la minería ilegal, así como para socavar la economía social de mercado y reemplazarla por un capitalismo de Estado de carácter populista.


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