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Jorge Chávez / Carlos Marx y Pedro Castillo (1 de 2)

Actualizado: 24 ago 2021


El nombramiento de Oscar Maurtua en reemplazo de Héctor Béjar en la Cancillería significa un giro del presidente Pedro Castillo hacia la introducción de un mínimo de profesionalismo en su gabinete ministerial, que señala la posibilidad de otros ajustes en carteras ocupadas por inquilinos precarios no aptos para desempeñarse como ministros. Sin embargo, este viraje no necesariamente augura un desplazamiento desde el radicalismo marxista leninista trasnochado encarnado por Vladimir Cerrón, hacia un izquierdismo más moderno, sustentado en una relectura crítica de la obra de Carlos Marx.


El Ideario de Perú Libre parte de una concepción anticuada y confusa de la lucha de clases, que revela un conocimiento superficial de la teoría marxista y más aún de la teoría crítica del marxismo que emerge en los años 30s del siglo XX y se extiende hasta hoy [1]. Para Perú Libre los empresarios son el principal enemigo del Estado, pues «no hacen fortuna con su dinero, sino con dinero ajeno» (p.48). O sea, existiría un régimen de explotación por el cual el capitalista le extrae la plusvalía al trabajador; típico concepto marxista aplicado sin rigor científico.


Sin afán de restar trascendencia al aporte que Marx hizo en su momento a las ciencias sociales y al que aun vienen realizando estudiosos postmarxistas, debe reconocerse que su teoría tuvo desde el inicio diversos errores conceptuales y uno de ellos fue el de la plusvalía, sustentada en la errónea teoría del valor-trabajo.


Para Marx la plusvalía sólo existe porque hay explotación. Las mercancías se intercambian por equivalencias de valor: dos mercancías que tarden en ser producidas el mismo tiempo de trabajo (socialmente necesario) tendrán (en equilibrio) el mismo precio. La explotación surge porque el capitalista puede comprar una mercancía (el trabajo) a un precio inferior a su valor, porque le paga menos que las horas de trabajo socialmente necesarias.


Sin embargo, en realidad la plusvalía no es un fenómeno exclusivo de economías capitalistas (o “neoliberales”, según le encanta llamarlas a Cerrón). En una economía sin capitalistas, compuesta exclusivamente por empresas cooperativas o de propiedad social, el circuito de intercambio también seguiría la dinámica M-D-M (mercancía-dinero-mercancía) y seguiría habiendo generación de plusvalía.


La plusvalía no surge de una situación de explotación, sino del valor de cambio que tenga una mercancía en un mercado determinado. Incluso, en el sentido marxista más ortodoxo, aunque el factor trabajo fuera el único factor productivo, si el coste marginal de producción de una mercancía no es constante, será el valor marginal de uso el que determine su valor de cambio y no el tiempo de trabajo socialmente necesario en el tiempo para producirlas.


Pongámonos en un caso más extremo incluso, en el que el trabajo fuera el único factor productivo y además el coste marginal de producción fuera constante, igual el valor de cambio de las primeras 100 horas trabajadas sería mayor que el de las siguientes 100 horas, generándose una plusvalía debido a que el riesgo de mercado involucrado en aplicar las primeras horas es mayor.



Referencias:

[1] La denominación teoría crítica surge a partir de la publicación del ensayo “Teoría tradicional y teoría crítica” de Max Horkheimer en 1937. Desde entonces la mayor preocupación postmarxista se ha centrado en el destino de la modernidad, sus patologías, limitaciones y efectos destructivos, pero al mismo tiempo plantea criterios de valoración de algunos de sus elementos progresivos. A diferencia del pensamiento postmoderno que plantea el rechazo de la modernidad en su totalidad, el postmarxismo mantiene una idea de progreso.



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