(Previamente publicado en Alerta Económica de MAXIMIXE, bajo el título: ¿QUIÉN ES MÁS POPULISTA: EL MEF O EL CONGRESO?)
La ministra de economía y finanzas, María Antonieta Alva, ha dicho que la crisis económica que vive el Perú es culpa de la pandemia y no de un mal manejo de la política económica y sanitaria del gobierno. Si fuera así, ¿por qué Perú está a la cabeza de todos los países del mundo en recesión, caída del empleo y cierre de empresas?
Lamenta ella que la pandemia haya profundizado las diferencias sociales existentes en el país. Pero quienes más lo lamentan son la gran mayoría de peruanos que han visto cómo la ayuda económica gubernamental ha agudizado esas diferencias, en lugar de acortarlas, al dejar a su suerte a las empresas del sector informal y a la mayoría de las Mypes formales.
Si bien reconoció que ha “cometido errores” en su gestión, no ponderó la gravedad de esos errores y su severo impacto estructural en el empleo, los ingresos y el consumo de la población. Dijo que ha enmendado esos errores y que está convencida de que el plan económico que ha preparado su sector “será el primer impulso para revertir el daño causado por el Covid-19”.
Lo cierto es que hasta ahora no hay un verdadero plan de recuperación económica. Tan es así que Vizcarra ha tenido que convocar a las fuerzas políticas y organizaciones de la sociedad civil para firmar un pacto, para recién generar un consenso que permita por fin vislumbrar un plan u Hoja de Ruta.
Lo que ha habido hasta ahora son medidas reactivas ejecutadas con retardo y sin una focalización adecuada, por lo que no han favorecido a la mayoría de las familias y empresas más vulnerables. Ciertamente, al inicio del súbito confinamiento absoluto y el cierre de operaciones de las empresas, era inevitable tener que adoptar este tipo de medidas reactivas, como la entrega de bonos en dinero, alimentos y préstamos de disponibilidad inmediata para evitar el desempleo y que se rompa la cadena de pagos.
Sin embargo, no puede ser que después de casi 6 meses de iniciada la pandemia y, ya sin confinamiento absoluto, se persista en ese tipo de medidas sin mayor impacto en la recuperación sostenible de la demanda, el empleo y los ingresos.
El único instrumento del gobierno que apunta a reactivar la economía es el denominado “Plan Arranca Perú”, que pretende generar más de 1 millón de empleos transitorios en el segundo semestre, ampliando el presupuesto para el mantenimiento de caminos vecinales (S/ 4,000 millones), construir 20 mil viviendas más sobre las 60 mil ya previstas (S/ 535 millones), construir canales y realizar el mantenimiento de drenes (S/ 373 millones), y ampliar el programa “Trabaja Perú” dedicado a generar empleo temporal invirtiendo en pequeños proyectos (S/ 700 millones). Se prevé seguir gastando S/ 3,268 millones en este plan en 2021.
Una primera limitante de este plan es el carácter temporal de los empleos que generaría, lo que no contribuye a la sostenibilidad de la recuperación económica. Reactivar es fácil si hay plata y se gasta como sea; el tema está en cómo hacer para que ese gasto aumente la productividad y reduzca la vulnerabilidad de las familias y las Mypes; cómo hacer para que restituya el stock de capital que han perdido y para que recuperen los puestos de trabajo permanentes que perdieron.
Encima de todo, del anuncio al hecho también hay un trecho, pues la evidencia indica que el Estado ha perdido ostensiblemente capacidad de gasto durante el actual gobierno, tanto los sectores como los gobiernos regionales y locales. Además, está a la vista la lentitud que viene mostrando el MEF en girar los recursos oportunamente. Así, entre enero y agosto la inversión pública ha caído más de 38%, invirtiéndose apenas S/10.169 millones frente a los S/16.459 millones invertidos en el mismo lapso de 2019. Incluso los mega proyectos de inversión pública siguen paralizados.
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