Y ahora el Niño, más crisis alimentaria “¿preludio de qué?”.
Creo que a todos los peruanos de a pie, nos sucede lo mismo, el sentirnos desconcertados porque con tanto recursos naturales y capacidades que tenemos, no logramos ocupar un lugar expectante en el mundo. Lo de la posible presencia de un fenómeno de “El Niño”, para el año 2023, ya lo vienen haciendo público, estudiosos de España y Estado Unidos, desde hace varios meses y es con el paso devastador del Ciclón Yaku , que los especialistas peruanos empiezan hablar de esa posibilidad.
¿Cuál es el problema?, acaso no cuentan con recursos tecnológicos, quieren evitar el alarmar a la población o prefieren actuar, cuando el fenómeno se encuentre en la ante-sala, se les esfumó la vocación de servicio o son indolentes, frente a la desgracia de nuestros propios hermanos peruanos. Ya no cabe duda alguna, el Niño golpea el sur de Ecuador y el norte del Perú, en este caso mejor se lo explicamos con manzanitas a “los científicos” peruanos, que cobran por hacer el seguimiento del fenómeno, le pedimos que dejen de optar por el silencio y no se guarden lo que, el resto de peruanos, debemos saber a tiempo.
La realidad nos dice que entre el actual período de lluvias y la posible presencia de “El Niño”, el principal obstáculo que debemos enfrentar es la falta de tiempo. El tiempo presiona, los ministros, gobernadores y alcaldes pueden ofrecer plan y planes para encarar lo que se nos viene, pero la capacidad operativa de respuesta rápida no es garantía, porque lo único rápido son las poses para la fotografía y discursos gaseosos. El segundo obstáculo, es la máquina burocrática, pesada e incapaz del gobierno nacional, de los regionales y locales que empiezan a moverse siempre que aparezca la mordida, como dirían los mexicanos.
Debemos aceptar que los gobiernos locales no son creíbles, nadie les fía, porque no son buenos pagadores . En una emergencia como la que vivimos, quien les va dar a crédito una motobomba que no pasa de costar dos mil soles. No les dan, porque el trámite burocrático va a resolver que el pago, por lo menos, se haga efectivo en seis meses, si es que el interesado los molesta, cuando menos, dos días a la semana.
La Superintendencia de Bienes Nacionales, puede reportar que existen terrenos de propiedad del Estado para reubicar a los damnificados, pero en el campo nos damos con la sorpresa que los funcionarios de las Regiones Agrarias ya los “adjudicaron”, que los de Pro rural ya los “vendieron”. En otros casos, los traficantes de terrenos ya los ocuparon y con los abogados contratados a tiempo completo, ya judicializaron el caso y, ahora esperar que el Poder Judicial resuelva es desesperante, por decirlo de manera delicada.
El camino sería pactar con los “dueños”, pero el aprovecharse de la desgracia de los demás, es parte del ADN de muchos peruanos, más aún cuando el comprador es el gobierno. El gobierno es muy contemplativo, necesitamos normas que permitan operar para cuidar a la población en situación de presencia de fenómenos naturales, como si estuviéramos en un estado de guerra. La democracia, como sistema político y opción de vida de una sociedad, no tiene que ser, ni mostrar debilidad y tampoco cobijar políticos demagogos y mafiosos.
Para graficar lo comentado sólo revisemos un caso, el de la construcción de vías nuevas declaradas de interés público, basta que unas cuantas familias se opongan –desde luego con un abogado, interesado en engordar el bolsillo hace que los plazos previstos para iniciar y concluir la obra se compliquen. El responsable de sanear los terrenos es el gobierno local y quien debería apoyarlo en ese proceso es COFOPRI, pero este organismo no genera confianza, una tortuga es más veloz que COFOPRI y con esta comparación se grafica todo. El ente encargado de enfrentar la emergencia debe tener autoridad real, sobre las otras instancias, de lo contrario no funciona.
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