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Jórge Arévalo

Jorge Arévalo / Política sin Fujimori (1 de 4) 

El Fujimorismo, sin Fujimori y el panorama político

 

“…falsos líderes han convertido a la política en vil oportunidad para saquear los recursos de todos los peruanos…”.

 

Prólogo

Próximos a la convocatoria a elecciones generales en nuestro país, las distintas organizaciones políticas -como es de esperar- empiezan sus desplazamientos y movimientos de piezas, cual partida de ajedrez, sin duda se trata de madrugar para ganarle al adversario. En este escenario, de por si complicado y de pocas esperanzas, bien conviene analizar a los actores políticos para vislumbrar lo que nos espera. Cada actor independiente, seguramente conseguirá, influir en el panorama político. 

 

Un ejemplo claro, es la existencia de más de una docena de bancadas en el actual congreso, que nos complican la vida a los ciudadanos de a pie. Nos negamos a participar en política, pero al fin y al cabo resultamos siendo las víctimas de los apetitos y poderes de quienes, OBLIGATORIAMENTE, nos hacen elegir. El derecho a elegir es una LIBERTAD y no imposición[1].

 

En ese entendido, empezamos dirigiendo la lupa hacía el Fujimorismo, reconociendo que desde el año 1990 que emergiendo como un movimiento desconocido y, por el que nadie apostaba ni siquiera un centavo,  se ha convertido en un movimiento con presencia continua en lo que respecta a representación nacional – el parlamento-; a nivel de regiones, provincias y distritos, los partidos de carácter nacional han tenido sus altos y bajos por varias décadas, porque el control mayoritario lo consiguieron los movimiento políticos regionales expresión de cacicazgos antes que de una verdadera Democracia. 

 

El Neo Fujimorismo: entre el indulto, sus alianzas y las oportunidades perdidas

Desde el año 2001, Keiko Fujimori se hizo cargo del movimiento político que creara su padre don Alberto Fujimori en la década del 90. El balance político nos indica que la autoproclamada “lideresa” en tres procesos electorales, logró pasar a la segunda vuelta. En la última ocasión fue derrotada por Perú Libre, que llevó como candidatos a la dupla Pedro Castillo – Dina Boluarte. Y no es que Pedro Castillo y su acompañante, representaran una propuesta interesante para merecer ganar, el peso de la derrota es producto del “anti”, generado contra ella en primer lugar y, en segundo lugar, contra los errores y desaciertos políticos del Fujimorismo en su segundo período de gobierno teniendo como protagonista político, al asesor principal Vladimiro Montesinos. Lo que no se puede desconocer es que, el Fujimorismo, a diferencia de otros movimientos políticos, mantiene vigencia[2] por varias décadas con sus altos y bajos.

 

Alberto Fujimori, cabeza del fujimorismo, como parte de su estrategia, creaba partidos con diferentes nombres, haciéndolos, en algunos casos, aparecer como si fueran distintos y en disputa, repartiendo de esa manera pequeñas cuotas de poder entre los que conformaban su círculo más cercano, pero siempre él manteniendo el control total. Se crearon varias facciones, incluso siendo gobierno avivó este tipo de pequeñas capillas en permanente pugna, que es propio de gobernantes autoritarios porque parten del hecho del “divide y reinaras” y le funcionaba.  

 

La muerte de los dirigentes principales de cualquier partido político, erosionan las estructuras del mismo, caso Acción Popular – Fernando Belaunde Terry, APRA -Víctor R Haya de la Torre, el PPC - Luis Bedoya Reyes; en estos casos, su desaparición devino en un retroceso palpable, como es el caso de los dos últimos donde llegaron a perder su propia inscripción en el registro electoral. El PPC y el APRA, en la actualidad sin presencia en el Congreso. 

 

En el caso de Acción Popular, con desbande y enfrentamiento entre grupos de la militancia y con una bancada mayoritariamente oportunista y corrupta en el congreso, por tanto, el Fujimorismo no puede ser la excepción. Más aún cuando en vida, de Alberto Fujimori, ya existieron muchas bajas, producto de no comulgar con la Jefa del neo fujimorismo, cuyas cabezas políticas visibles y sin presencia en el movimiento neo fujimorista (Keikismo), son Kenyi Fujimori, Martha Chávez, Luz Salgado, María Cuculiza, Absalón Vásquez, Sobero Taira y otros tantos personajes.

 

La existencia de Fujimori padre, generaba un contrapeso, si se quiere podríamos decir que era una especie de freno.  El congresista Aguinaga, es parte de la actual cuota de don Alberto. Las discrepancias, se verán claras y se mostrarán en el proceso electoral que se nos avecina; ya están asomando posiciones al interior del Keikismo que no quieren vivir una cuarta derrota con la misma candidata y, si sumamos la derrota con Carlos Bologna y Martha Chávez, suman cinco derrotas y una más con la misma candidata no les ayudaría mucho a supervivir políticamente.  Nadie se atreve a vaticinar si la desaparición, del hoy fujimorismo – Keikismo, sea algo bueno para la política y para el país.

 

El acto del sepelio nos mostró a todas luces, rostros de un pueblo agradecido con Fujimori padre y, los comentarios callejeros y de taxistas que se identificaban con Kenyi y no con Keiko. Ese pueblo que fue parte del funeral, no estará dispuesto a rajarse por Keiko, otra vez; ellos sienten que sus congresistas han estado preocupados en solucionar sus problemas y, otros, en cómo recuperar sus gastos de campaña aún a costa de cometer actos delictivos y otros, representando los intereses de grupos económicos[3]

 


 


[1] desde la Defensoría se viene promoviendo una toma de conciencia por hacer que el sufragio sea un deber en Libertad. La obligatoriedad está pervirtiendo la esencia misma de la Democracia donde los elegidos hacen gala de las dadivas y engaños muchas veces con dineros de actividades ilícitas.

[2] la vigencia política se consigue recurriendo a la entrega de dineros y cuanta prebenda pueda ser repartida; allí están, la compra a los personeros, la repartija de los tapers, el dinero para los cercos o para las fiestas patronales, etc., etc. Es decir, expresión inequívoca de la compra de votos y reflejo de una incultura política ciudadana y compra de la dignidad. 

[3] se atribuyen muchas leyes como dicen con nombre propio como la Ley Chlimper o la de la pesca negra, entre muchas.

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