Intensificar la colaboración y articulación público-privada con una gran movilización social se convierte en un imperativo. Para eso se requiere incorporar una nueva gobernanza, basada en una intervención multisectorial, en redes sociales de colaboración multi-actor, donde toda la sociedad se sienta involucrada y con roles muy definidos y complementarios entre los diferentes protagonistas. Eso a grandes rasgos significa: i) renovar radicalmente las políticas de salud y el marco regulatorio sectorial; ii) establecer la red de laboratorios público-privados, iii) promover la convocatoria más amplia y la interacción social; iv) por supuesto poner en marcha un programa de formación una nueva generación de servidores públicos en salud que conduzcan el proceso de transformación en toda su radicalidad pero también que lo puedan operativizar a los diferentes niveles sociales.
Para eso, es necesario, desarrollar explícita y sistemáticamente un programa estratégico sectorial de fomento de la investigación, el desarrollo tecnológico para la innovación (I&D+i), que convoque a los múltiples actores, a la colaboración de alianzas público-privada para gestar, adecuar e implementar el conocimiento e información que un nuevo sistema de salud público nacional requiere para su construcción efectiva. No es posible seguir trabajando la I&D de manera totalmente separada y desarticulada, donde el INS opera de manera aislada de la academia, de otras instancias públicas y de las iniciativas que existen en los más diversos sectores de la sociedad. Todos ellos deben articularse a partir de los intereses de construcción de una salud pública que sea más efectiva en la manera cómo llega a los más recónditos lugares de nuestro territorio y su diversidad. En esa perspectiva el concepto de redes de innovación multi-actor, se convierte en importante forma social que se debe promover a todo nivel.
En ese sentido, además de potenciar una mayor cobertura y eficacia de los servicios de salud públicos a través de una nueva reforma integral del MINSA, se debe potenciar los servicios de salud del sector privado, desde el nivel micro hasta a nivel regional y nacional. Actualmente, los servicios públicos y privados funcionan por cuerdas separadas y pobre articulación en función de los intereses públicos, de ahí su escaso aporte, precariedad y poca efectividad que vemos en estas circunstancias.
En el contexto de enfoques y prácticas anacrónicas y profundamente arraigadas, una transformación del sistema de salud del país, basada en los principios mencionados, no son cosa fácil y requiere una voluntad política muy fuerte, apoyo financiero el reclutamiento de un equipo del mejor nivel técnico con gran capacidad para fomentar la co-creación; pero también con estabilidad y reclutamiento meritocrático que soporte los vaivenes de la inestabilidad institucional y disfuncionalidad que caracteriza las prácticas al interior del Estado.
En conclusión, volteemos la crisis y convirtámosla en la gran oportunidad de transformar radicalmente el sistema de salud pública del país, y que mejor liderazgo que éste se haga desde el más alto nivel del Ejecutivo y en consenso con los demás poderes del Estado.
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