Sin lugar a dudas, estamos ante un proceso de movilización empresarial y social de gran envergadura, para mejorar los sistemas de cultivo de la “trucha andina” (oncorhynchus mykiss), de su calidad y sanidad y la generalización de buenas prácticas acuícolas como modus operandi esencial. Quedan por ver, los resultados que tendrán dichos proyectos, pero me atrevo a avisorar que, en corto plazo, veremos una acuicultura andina de pequeña y mediana escala con los mejores estándares de calidad y competitividad que será capaz de aportar a la diversificación del negocio rural andino, una economía nacional más democrática y el fortalecimiento de la seguridad alimentaria local y nacional.
Entre tanto, la crisis del COVID 19, ha mostrado claramente grandes debilidades y riesgos que deben llamar la atención para sostener el desarrollo de la acuicultura andina. Importa destacar dos principales para referir el daño y los riesgos que están en juego: i) El flujo de abastecimiento a los mercados se trabó, tanto el referido al mercado regional y nacional, como el mercado de exportación; ii) La cadena de suministros de insumos se trunco totalmente, paralizando gran parte de las operaciones, máxime el hecho que la cadena depende de ovas (semillas) importadas. Lamentablemente, desde el Estado no se hizo mucho por defender el flujo de abastecimiento y la exportación e importación, a pesar que se dijo, desde un principio que se iba a defender la cadena de abastecimiento alimenticio.
Frente a este panorama, tanto de promisorios avances de la acuicultura andina como de riesgos que sufre y que se han hecho más visibles en estas circunstancias de crisis, es indispensable que se fortalezca el flujo de abastecimiento de los mercados, con cadena de frio en nodos locales (cooperativos y/o municipales) y en mercados regionales; se reduzca la dependencia de ovas importadas, promoviendo una genética propia, se mejore la gobernanza local y regional fortaleciendo las redes de innovación muliactor que ya se están gestando, así como la capacidad de los gobiernos regionales y locales como facilitadores de los emprendimientos y cadenas productivas efectivas en el nivel regional. La focalización de intervenciones públicas intersectoriales para consolidar el cluster de Puno, donde se concentra más del 70% de la producción, será muy importante. Asimismo, el desarrollo de capacidades profesionales y técnicas constituye un imperativo sustancial, pues lamentablemente la oferta de institutos tecnológicos y facultades especializadas en las regiones protagonistas, deja mucho que desear.
Mejorar la capacidad de conducción y facilitación del Viceministerio de Pesca y Acuicultura es un requerimiento urgente, pues la debilidad en la que se encuentra no esta a la altura de los retos y la complejidad de la problemática. Las condiciones en que se regula la sanidad, las condiciones en que se llega a los mercados y se exporta es de una gran precariedad que traba los esfuerzos de los protagonistas del negocio acuicola. Como muestra vease el conocido mercado de exportación ilegal que se realiza a Bolivia, por donde se va una importante cuota de la producción nacional de una manera totalmente informal, en pésimas condiciones sanitarias y al margen de la estadística oficial.
Finalmente destacar que la competitividad y sostenibilidad de la cadena, exige una decisión de política estratégica por la innovación especializada y focalizada de ésta cadena productiva, que sea capaz de encarar de manera integral las grandes potencialidades y la complejidad de dimensiones que están comprometidas; con la hermosa perspectiva de convertir a la acuicultura en un nuevo motor de crecimiento de la economía rural andina, con inclusión social y fortalecimiento de la seguridad alimentaria nacional y regional e importante fuente de divisas.
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