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Inés Carazo / Seguridad alimentaria y nutricional


Hoy Perú y el mundo viven una recesión económica global causada por la pandemia Mundial del COVID 19 que afecta más del 80% de los países del mundo. En esta recesión la cadena global de alimentos tiene un rol especial. Todos los países han tomado medidas para que su población tenga acceso a los productos de consumo básico y el desafío es poder llegar a la población de hogares ya muy pobres y que, ante la cuarentena y el pare de muchas ocupaciones, no cubren el mínimo de subsistencia.


Esto refuerza el debate sobre la seguridad alimentaria mundial, la recuperación de las exportaciones, el aseguramiento del abastecimiento interno en cada país y el cierre o no de las fronteras para asegurar la alimentación de su población.


Creo que en lugar de la dicotomía, el Perú que requiere divisas (y la agroexportación es la segunda fuente de divisas) debería asegurar la reactivación de la actividad agrícola y todas las actividades logísticas conexas, de transformación o de empaque y embalaje a fin de poder satisfacer ambos mercados. Justamente una de las actividades de la reactivación y generadora de empleo debiera ser recuperar tierras agrícolas y promover la reforestación en un concepto de agroforestería para algunos productos como el cacao o ciertos frutales.


Otro mecanismo de reactivación sería crear centros de acopio y mejorar las cadenas logísticas y de transformación en la zona de producción para reducir las mermas, poder tratar los productos de segunda en la zona e implementar la economía circular y el desarrollo de fertilizantes que aumenten el rendimiento por hectárea Como ejemplo podemos considerar el banano que en las zonas de producción podrían ser deshidratados utilizando energías renovables logrando el contenido de humedad que exige la posterior producción de harina u otro subproductos.


En el caso pesquero para evitar el Trade-off entre exportación y consumo interno y dado el alto contenido nutricional, los programas de empleo temporal debieran promover el desarrollo de la acuicultura. Tanto reforestación como acuicultura debieran tener similares beneficios como el de la Ley de promoción agraria.


Según datos de Mincetur Perú ha sido en el 2019 el primer exportador mundial de espárragos, quinua, alcachofa, banano orgánico, pimiento piquillo. Somos el segundo exportador mundial de arándanos, que hace unos años no producíamos, de mandarinas y de paltas. y el tercero en paprika, cuarto en palmitos, quinto en aceitunas, sexto en uvas y finalmente décimo en cebollas por mencionar los primeros puestos.


Satisfacer estos mercados permitiría que el Perú genere empleo e ingresos a la vez que recursos fiscales y divisas que permitirían una más rápida recuperación. Si a la vez se resuelven algunos cuellos de botella logísticos, se promueven centros de acopio y de post cosecha, y los vehículos de reparto aseguran la relación más cercana del productor al consumidor, se favorecerá también el desarrollo de los territorios productores y el empleo y mejores ingresos.


En el mundo las exportaciones de alimentos han aumentado seis veces en los últimos 30 años y millones de personas consumen alimentos producidas fuera de su país. Perú tiene que formar parte del gran desafío de la logística del siglo XXI: asegurar la propia seguridad alimentaria y nutricional, así como la mundial. Este desafío es parte clave de los 17 Objetivos de Desarrollo y supone asegurar el sistema alimentario global a más de 7,700 millones de habitantes. y de aquí al 2050 se estima que la oferta alimenticia debería crecer en un 50% para satisfacer la demanda.


El Director de la FAO Máximo Torero resaltaba en un webinar reciente del 14 de mayo organizado por el BID esos retos de la seguridad alimentaria y la necesidad de cumplir estándares de certificación y calidad, para que las enfermedades sean menos propensas a pasar de animales a humanos. Proponía una revolución de la productividad y el rendimiento por hectárea, y de las buenas prácticas agrícolas y de inocuidad e impulsar el uso más intensivo de la llamada “agricultura de precisión” con el uso de sensores y drones. Perú ya lo ha hecho con soporte del INICTEL/UNI en varias regiones en cultivos de costa sierra y selva. También proponía el desarrollo intensivo de huertos familiares o comunales con invernaderos de alta tecnología cerca de las ciudades y en colegios rurales que contribuyan no sólo en las emergencias, sino en la cotidianeidad del consumo saludable de alimentos frescos. No hay que esperar el fin de la pandemia para ir planificando estas acciones.


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