Ya llegamos a la última quincena del año y antes de brindar y para saber por qué brindar es un momento de intentar un balance. Enfrentamos un proceso electoral con más de 20 candidatos presidenciales y listas parlamentarias y donde más de la mitad de la población no tiene aún elegido el candidato y probablemente ni siquiera sepamos la trayectoria de la mayoría.
Por otra parte los últimos 20 años han significado para Perú una etapa donde todos los presidentes elegidos en su momento democráticamente están hoy presos, con pedido de extradición, suicidados o con prisión domiciliaria o pendiente de resolver y donde resulta evidente la desconfianza en el parlamento de la gran mayoría de peruanos dado que se ha evidenciado como intereses particulares empresariales y de grupos políticos parecen haberse adueñaron de las instituciones y el país perdió la confianza.
Los hechos del último periodo pre y post vacancia de Vizcarra muestran como Intereses no nacionales, motivan las posiciones y el bien común y los desafíos sanitarios y de reactivación y de empleo no parecen ser la preocupación predominante ni siquiera en la discusión del presupuesto donde la agricultura, la ciencia y la tecnología o la conectividad han visto reducidos los presupuestos y donde la actuación obstruccionista del nuevo Congreso parece emular al que teníamos previo a la disolución del congreso por Martin Vizcarra.
Lo que sí resulta relevante y un cambio a destacar es el despertar social, tanto de los jóvenes como de demandas laborales que estaban contenidas y hay un rol más activo de los ciudadanos y de las protestas no siempre acompañadas de suficientes propuestas.
Es así que hemos terminado con la ley de promoción agraria sin un claro balance y sin tener ya consensos en las alternativas de cómo reformularla y sobre todo en cuanto esta derogación realmente contribuye a los por lo general legítimos reclamos salariales. Nuevamente resulta que, más allá del marco legal las principales violaciones a un salario justo surgen de la informalidad de la contratación y de la presencia de servicies no controlados por SUNAFIL y el marco público.
Las regiones no se salvan de esta desazón con detenciones recientes como la del gobernador de Ancash, cuestionamientos en Arequipa y Lambayeque y una escasa ejecución presupuestal pese a las enormes necesidades de la población y el caso del comportamiento de ciertos cuadros de la policía está bajo severas sospechas no sólo en relación a los derechos humanos sino a corrupción no atención a denuncias de ataques feminicidas u otros.
Pese a esas carencias lo estimulante o esperanzador es que la política no parece ser un espacio descartado, sino que diversas fuerzas y muchos jóvenes parecen redescubrirla con expectativas de participación.
Queda claro en la prensa, en las redes, en calles y foros que la política SI es importante y la participación es necesaria, Pero los partidos que pretenden gobernar el Perú Bicentenario deberán demostrarnos a los y las ciudadanas que cosas proponen para superar las brechas de salud, de empleo, de conectividad, de educación y en especial de la llamada Gobernanza que enfrentamos en los tres poderes ejecutivo, legislativo y judicial y en lo nacional, regional y local.
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