top of page

Hans Behr / La sociedad misma debe organizarse 

  • Hans Behr
  • hace 2 días
  • 3 Min. de lectura

La situación del país está llegando a niveles caóticos, la desconfianza en las instituciones públicas es generalizada, (no es para menos) la violencia que respira la sociedad en todos los niveles está desbordando, existe la violencia gratuita del día a día entre las personas y la violencia en la que se juega con las familias y gente trabajadora, o sea las extorsiones escudadas en el anonimato amenazante no deja mayor opción de defensa inmediata.

 

Todos los días tenemos material temático para describir, discutir e informar a veces en tiempos reales la situación que estamos viviendo, es un excelente ejercicio escrito y se hace necesario aplicar en hechos algunas recomendaciones que nacen de la opinión. Los detalles y las acciones de la clase política que hoy comanda el país, se presta para la crítica y sobre todo cuando todos los días se redunda en los facilismos y en los supuestos que la percepción de desorden y caos es una construcción tendenciosa y manejada por enemigos de la verdadera realidad. Entramos a un juego de historia oficial y no oficial y eso es de fácil e importante análisis.

 

Por otro lado, es también valido, encontrar los elementos que contextualicen una realidad y de esa manera tener la posibilidad de advertir, analizar y muchas veces prever y así reducir la magnitud del problema observado. Es por eso que también es importante tener claro la realidad histórica, cultural y la estructura de los procesos han conllevado a realidades que todos conocemos pero que ignoramos adrede. Las colaboraciones que anteceden a esta tienen esa intención. Revisar contextos y analizar procesos. Claves para una realidad país casi sui generis.

 

En ese sentido, encontrar en el país experiencias culturales propias, actividades originarias de ordenamientos territoriales, sociedades integradas, instituciones que promueven la resiliencia o generan posibilidades de emprendimientos, etc., se convierte en una tarea por demás importante, porque su traslado a la realidad actual como posibilidad para un cambio puede permitir allanar la problemática.

 

Es ya traumático el desorden social que existe en nuestras ciudades, la criminalidad camina por todos nuestros barrios y a nivel nacional. El estado no muestra mayor estrategia que la que se recomienda en los escritorios y pierde de vista la importancia de una sociedad organizada que traduzca una respuesta de defensa a nivel de los gobiernos locales. Es momento de pensar en la posibilidad que la sociedad misma tome acciones de defensa y cuidado, considerando para esta decisión el apoyo directo de las autoridades locales y también nacionales.

 

La experiencia peruana en las zonas rurales, nos trae a recuerdo el funcionamiento de la organización comunal denominada ronda campesina, que surge de forma autónoma en la década del 70 en el siglo pasado, teniendo como actividades cotidianas el patrullar senderos, pastizales y todo tipo de caminos, pues en su momento la motivación era evitar y castigar el robo ocasionado por el abigeato y los robos en concreto, una advertencia que el campesinado organizado mostraba a quienes osaran alterar orden y así perjudicar la sana convivencia.

 

Era pues una organización autónoma y hasta en buena cuenta democrática. En su momento crítico funcionó muy bien y se pudo amenguar la desconfianza y temor. Pues en ese entonces existía, al igual que ahora carencia protectora por parte del Estado, motivando que la sociedad responda organizadamente a su autodefensa. Las normas llegaron en su momento a ordenarlas, además en utilizarla en los tiempos de sendero luminoso. Esa es otra historia.

 

Con el pasar de los años, en las ciudades urbanas se gesta también la necesidad de un modelo de organización civil, con ascendencia cultural andina, producto de las ya bastante famosas migraciones internas, campo ciudad, originándose las rondas urbanas, que dentro de las ciudades comienzan a depender de las autoridades locales municipales para ser reconocidas.

 

Estas rondas urbanas se van a conformar en los acuerdos vecinales que buscan prevenir todo acto que afecte la tranquilidad y principalmente la delincuencia, a diferencia de las rondas campesinas que dependían de las comunidades, las funciones de las rondas urbanas al organizarse contribuyen a erradicar en conjunto con la autoridad todo acto negativo en la localidad. Tiempos de pensar esta posibilidad.

 

La natural defensa de la sociedad, surge al momento de notar debilidad y falta de acciones estratégicas pensadas por parte del Estado; escenario percibido últimamente en el país, ocasionando, repito, temor y desconfianza, obligando a otro tipo de acciones que busquen apoyar ante la inoperancia concreta. En resumen, es “nosotros lo hacemos”.

 

Pues a eso me refería líneas arriba, el afán propositivo va de la mano con el afán crítico, por un lado, vemos el hecho concreto de lo que ocurre y por el otro buscamos analizar procesos y evaluar cultura para entender. Al final es vinculante y necesario ambos ejercicios.


 

Comments


bottom of page