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Hans Behr

Hans Behr / Busquemos el puente social 

En el mundo actual, en los países donde comienzan a originarse cambios y con poblaciones con dependencias extremas, se encuentra la figura del asistencialismo social, cuya acción misma o sino también de manera conjunta, llevan a cabo las instituciones que desde el Estado prestan ayuda a los grupos humanos en franca condición de vulnerabilidad, a veces de manera temporal y muchas más de manera permanente. En muchos lados, se convierte en compromiso obligatorio de los gobiernos con sus ciudadanos.

 

En la historia del Perú, el tema no es ajeno a este concepto, pues ya se ha convertido en una obligación también de nuestros gobiernos, el asistir a las poblaciones más necesitadas, más vulnerables, con la misión de satisfacer las necesidades básicas de las personas que requieren de la ayuda inmediata. La vulnerabilidad no tiene sector específico, puede estar en lo rural y en lo urbano, el tema es que la necesidad de esta masa periférica no solo es económica, sino que también deviene en las pocas posibilidades de acceso a la educación, a la salud, a los alimentos, etc.

 

Es necesario e importante entonces atender y porque no, seguir asistiendo integralmente a los grupos identificados. La ayuda social asistencial no es mala, es buscar una capitalización en un piso que podemos denominar cero para después poder escalar la atención paulatinamente. Es claro que, en el Perú, tenemos esa ayuda asistencial y muchos programas sociales están dirigidos a palear la pobreza, muchas veces extrema en ese sentido, y está bien, pues la racionalidad histórica, fortalece las buenas intenciones y son los programas del Estado los encargados de atenderla. Diversos actores sociales de organismos públicos y/o privados, están involucrados con las personas en situación de necesidad extrema y las acogen y asisten y la sociedad receptora subsiste recibiendo la ayuda. El tema es la temporalidad que no tiene punto final. Es decir, existen y es necesario todavía poder contar con programas asistenciales, lo que falta es considerar en la línea, un final del camino.

 

Por otro lado, existen también programas sociales muy interesantes que trabajan en un primer y segundo piso de atención, es decir, son promotores de cambio, aquellos que fortalecen capacidades y exaltan habilidades en la población, para generar el cambio en la sociedad a todo número y a todo nivel. Son estos los programas que constituyen aportes de afianzamiento de asociatividades, de emprendimientos serios a nivel urbano o rural, de trabajos coordinados para el desarrollo.

 

Entonces, la atención de nuestra sociedad debe estar enmarcada en una línea identificada donde se canalice toda forma de atención social, que vaya del asistencialismo puro a la mecánica generadora de cambio, un modelo que escale de la base cero a niveles de primer y segundo piso. He allí este problema recurrente en nuestro país, es necesario construir ese puente comunicante que permita el paso de lo asistencial a la promoción de fortalezas. Muchos programas asistenciales malacostumbran al público receptor y permiten una subsistencia estacionaria, que recorre su existencia a lo más fácil, ser atendidos y recibir. La aceptación pura de un derecho manoseado que es el de recibir del Estado toda ayuda posible. Un tema aparte es definir derechos y deberes sociales.

 

Encontrando esos puentes sociales, desde lo asistencial, la poca capitalización podría generar el comienzo de pequeños cambios y la auto identificación social, para convertir a la población atendida en un futuro agente de cambio en medianos plazos.

 

No es fácil, eso es una verdad, el papel lo aguanta todo podrán pensar, la realidad es distinta, pero tampoco es imposible comenzar a identificar esa necesidad que permita comunicar a los programas de atención social. Un todo integral y ordenado, procesal y escalador permitirá comenzar a cambiar y traerá consigo nuevos enfoques, tan necesarios para lo que se quiere, nuevos mercados locales, emprendimientos nuevos, fortalezas poblacionales, gobernanza, etc. Es pues necesario construir este puente social, de la asistencia social pura a la generación de oportunidades económicas.


 

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