Enfrentando a la covid-19: reparto de agua gratuita
Tras la llegada del nuevo coronavirus al Perú, el agua se convirtió en un elemento clave para combatir la propagación de esta enfermedad y mantener protegidos a los peruanos. El impacto de la pandemia en los más vulnerables de la capital
Una vez confirmado el primer caso de coronavirus en el Perú, el Gobierno peruano inició diversas acciones a fin de mantener protegida a la población, entre ellas, la puesta en marcha de una campaña informativa sobre el correcto lavado de manos. De acuerdo con el Ministerio de Salud (MINSA), el lavado debe ser con agua y jabón y durar al menos 20 segundos. Solo de esta manera se garantiza la eliminación de todo rastro del virus.
Otra medida que adoptó el Gobierno fue el aislamiento social obligatorio —en principio por 15 días — a fin de controlar el contagio y fortalecer aún más el sistema de salud. Una medida severa que golpeó sobre todo a las familias que se encontraban en condición de pobreza y pobreza extrema y que, particularmente, no contaban con la conexión de agua potable. Sin agua para lavar sus manos o desinfectar sus alimentos, estas familias se encontraban más expuestas al virus. Además, al vivir varias personas en una misma vivienda (en promedio cuatro o cinco) ante el contagio de un miembro de la familia no había espacio suficiente para su aislamiento, afectando así al resto de integrantes.
Solo en Lima y Callao la situación anterior era vivida por más de 800 000 peruanos dispersos en las zonas altas de Comas, Villa El Salvador, San Juan de Lurigancho, etc. En ese contexto, para reducir el riesgo de contagio, las familias de estas zonas de la capital empezaron a demandar más agua a sus proveedores de siempre: los cisterneros. Es decir, empresas privadas o camiones particulares que brindaban el servicio en un mercado no regulado y cuyo precio depende de la oferta y la demanda. Esta sería la raíz del problema.
Teniendo en cuenta que la preocupación por contar con más agua era generalizada, los asentamientos de las zonas bajas comenzaron a acaparar el recurso. Debido a ello, el agua no llegaba a las zonas altas, y si lo hacía era a un precio mucho mayor al de antes: 50 soles por metro cúbico. El descontento y desesperación de no poder seguir las recomendaciones del MINSA generó reclamos de forma recurrente que se hicieron presentes en los medios de comunicación.
La respuesta de Sedapal
Frente a esta problemática y a fin de aliviar a la población, Sedapal, con el respaldo del Ministerio de Vivienda, Construcción y Saneamiento (MVCS), asumió la responsabilidad de abastecer de agua a estas zonas altas mediante cisternas, aun cuando se trataba de un servicio que no estaba bajo su competencia. La respuesta de Sedapal fue rápida, a los tres días de establecida la cuarentena, un 18 de marzo, se daría inicio a la repartición gratuita de agua en las zonas que más la necesitaban del Norte, Centro y Sur de la capital.
¿Cómo se llevó a cabo esta iniciativa? Para la logística, Sedapal contrató la red existente de cisternas conformada por 281 cisternas, a las cuales se sumaron 70 camiones adicionales contratados, propios y de apoyo gratuito en el marco del Decreto de Urgencia N.° 036-202017. En total se logró reunir 351 camiones cisternas, que hasta abril del 2021 habían realizado más de 300,000 viajes. En cuanto al sistema de distribución, este se llevó a cabo como se señala en el Gráfico N.° 3.
El contar con un convenio con un grupo de los proveedores, previo al contexto de pandemia, facilitó la gestión de los contratos, coordinación de precios y rutas con un conjunto mayor de cisterneros.
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