Lima al 2030: El Agua como Eje Central para el Desarrollo Sostenible y Motor de Inversión
Hipótesis 1: ¿Cuántos habitantes tendrá esta megaurbe en el 2030?
Al ritmo actual de crecimiento de la ciudad, Lima albergará una cantidad cercana a los 14 millones de habitantes. Desde 1990, que éramos 5.5 millones de habitantes hasta antes de la pandemia, ya habíamos duplicado esta cifra. Somos la única ciudad de América Latina y el Caribe que ha tenido este crecimiento en comparación con otras megaurbes como podrían ser Sao Paulo o México DF., que no superan en estas tres décadas el 50% de crecimiento poblacional. Lo más crítico es que al nivel de inversiones y capacidad de ejecución que tenemos, es poco probable llegar a niveles de cobertura universal en la ciudad capital hacia fines de la década y, por lo tanto, estaremos retrasados en por lo menos una década con respecto al ODS6.
Hipótesis 2: ¿Cuánta agua necesitamos hoy y cuánta necesitaremos en el 2030?
Hoy se requiere de un caudal promedio de 25 m3 por segundo (hay una mayor demanda en la temporada de verano que en invierno). Y en el 2030 requeriremos de 30 m3 para satisfacer la demanda poblacional. Vivimos al “filo de la navaja” pues tenemos una capacidad limitada de almacenamiento en el sistema de represas y lagunas en la cuenca alta de Lima utilizadas en épocas de estiaje. Un año de sequía prolongada nos llevaría a un virtual desabastecimiento en la ciudad al no contar con fuentes supletorias y un racionamiento de efectos indescriptibles.
Hipótesis 3: ¿Es solo un tema de fuentes o también de dispersión poblacional?
La distancia entre Pucusana y Ancón (ámbito del dominio territorial de SEDAPAL) es de 111 km. Debajo de nosotros corren 30 000 km de tuberías (50-50 de agua potable y desagüe respectivamente, casi como recorrer 12 veces desde Tumbes hasta Tacna), constituyéndose en una red ineficiente al concentrar el grueso de todas sus plantas de potabilización en la parte media de la ciudad. Eso genera un costo de distribución mucho más alto que en otras ciudades. Adicionalmente, más del 30% de estas tuberías han superado su vida útil largamente y añaden el riesgo de colapsamiento.
Hipótesis 4: ¿Cuáles son los proyectos estratégicos a movilizar en el próximo quinquenio para garantizar las fuentes de agua de Lima?
Una identificación del “pipeline de proyectos” a implementar en las cuencas de Chillón, Rímac y Lurín dan como resultado los siguientes: i) Obras de cabecera, proceso a cargo de PROINVERSION, cuya primera etapa se espera lanzar el presente año; ii) Recarga de los acuíferos del Rímac, Chillón y Lurín con la finalidad de aumentar la dotación de agua; iii) Incremento de Plantas desaladoras en el litoral con modelos similares a los de PROVISUR que ya brinda servicios a los distritos de San Bartolo, Santa María, Punta Hermosa y Punta Negra; iv) Ampliación del proyecto Chillón, que implica realizar los estudios para captar el agua dulce de los manantiales subterráneos a través del túnel La Viuda; v) Alianzas con empresas mineras para trasvasar agua de subsuelo donde se realiza drenaje para desarrollar sus operaciones y que hoy se vierten hacia la cuenca del Atlántico; vi) Proyectos de economía circular (reutilización de aguas servidas); vii) Conducción fuera de cauce con hidroeléctricas de la cuenca del Rímac-Huampaní; viii) Disminución de pérdidas de agua a través de uso de herramientas de Inteligencia Artificial -IA y; ix) Inversiones en infraestructura natural, particularmente en la subcuenca Santa Eulalia o Rímac, así como su visión sobre la inversión en infraestructura natural, enriquecerán la discusión sobre cómo podemos asegurar un futuro sostenible para nuestra capital. Esta larga lista tiene distintas fases de maduración e implementación y algunos tienen muchos años en proceso de discusión, análisis e implementación.
Hipótesis 5: ¿Por cuál(es) empezamos? ¿Es solo un tema de costo-efectividad?
Hay un evidente conflicto en la asignación de recursos versus la definición de prioridades de dotación de agua en la cuenca. Nos referimos al cierre de brechas versus la consolidación y aseguramiento de fuentes de agua. Si a ello se aúna el problema de los modelos licitarios y gestión de infraestructuras, la capacidad de SEDAPAL de “absorber el proyecto”, los impactos en la tarifa y el governance institucional, veremos que todos ellos son necesarios en el mediano y largo plazo, pero los de infraestructura natural, son los de mayor rentabilidad social y los más amigables ambientalmente hablando. Curiosamente en este último caso, no es sólo un tema de recursos, sino de la construcción de alianzas con stakeholders locales y proyectos diseñados adhoc en concordancia con el sistema de inversión público peruano.
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