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Fernando Villarán / La picadura del escorpión (7 de 7)


En el Perú, los partidarios del modelo neoliberal plantean entre sus argumentos que este nos salvó del caos económico, la hiperinflación, el aumento de la pobreza, la escasez, el desgobierno, el terrorismo y el Estado fallido en el que estábamos a finales de la década del 80. También argumentan que se creció mucho más, y que las exportaciones, las divisas y los impuestos aumentaron, mientras la inflación se mantuvo baja. Cierto en términos estrictamente cuantitativos.


Ese análisis además de parcial, es simplista, porque solo compara sus cifras con las del gobierno de Alan García, y dejan de lado comparaciones pertinentes. Si comparásemos al Perú con Corea del Sur, Singapur, China, Nueva Zelandia, Israel o Costa Rica, comprobaríamos que todos ellos están mucho mejor que nosotros, habiendo partido de niveles de desarrollo menores que el nuestro. Ninguno de ellos aplicó y aplica el modelo neoliberal. Los neoliberales no mencionan que hoy día el 75% de la población en edad de trabajar está en la informalidad laboral, ni que la educación es de bajísima calidad y la salud es deplorable y no llega a toda la población, que estamos llenos de mafias que controlan muchas actividades, o que la Internet solo alcanza al 52% de la población.


Cae por su propio peso —y esto es lo demostramos en el libro— que esta lógica de la maximización de la ganancia, la glorificación de la codicia, en un contexto de corrupción y de ausencia de regulación estatal, ha sido la responsable de la crisis financiera de 2008, de la crisis y caída de General Electric y de Boeing, y de muchas otras empresas del mundo, y ha impedido que países como el Perú puedan desarrollarse plenamente.


Ahora bien, esta misma lógica (maximización de la ganancia) y motivación (codicia) está llevando a Estados Unidos, en estos días, a convertirse en una economía predominantemente especulativa; es decir, están agravando su frágil situación. El comportamiento de las bolsas de valores, y en particular la bolsa de Nueva York, la más grande del mundo, son prueba de ello. En plena pandemia, cuando la economía mundial, incluyendo a los países más desarrollados, estaba en crisis económica, con caídas fuertes de sus PBI, mayor desempleo y mayor pobreza, las bolsas de valores se disparaban a la estratósfera. El Índice Dow Jones, que refleja los precios de las acciones de las principales empresas que cotizan en la Bolsa de Nueva York, subió de 29 300 puntos en febrero de 2020 (un mes antes de la pandemia) a 36 300 al 31 de diciembre de 2021, es decir, tuvo un crecimiento de 24%.


Las acciones de Amazon subieron de 106.7 dólares en febrero de 2020 a 185.9 en julio de 2021, es decir, un 74 % de crecimiento. Las acciones de Facebook pasaron de 214 a 378 dólares en un período similar, es decir, un crecimiento de 77 %; y las acciones de Tesla pasaron de 53 dólares a 407 dólares, es decir, un crecimiento de 667 %.


Este giro especulativo de la economía mundial, encabezado por la de Estados Unidos, acentuó la gran desigualdad que crecía en forma sostenida desde que se aplicó el modelo neoliberal en el mundo, a partir de la década de los ochenta del siglo pasado. De acuerdo a la revista FORBES, la persona más rica del mundo es Elon Musk, el propietario de Tesla y SpaceX, que tiene una fortuna de 219 mil millones de dólares (15). El segundo más rico es Jeff Bezos, el dueño de Amazon, que estuvo primero en los últimos tres años, con una fortuna de 171 mil millones de dólares. Les siguen Bernard Arnault, dueño de Louis Vuitton, Christian Dior, Moet, Givenchy (productos de lujo para millonarios y aspirantes a millonarios), Bill Gates, dueño de Microsoft, y Warren Buffet, dueño de la empresa financiera Berkshire Hathaway.


Según un importante y reciente estudio que estudia la desigualdad en el planeta, el 1% más rico del planeta capturó el 38 % de la riqueza creada entre 1995 y 2021, mientras que al 50 % más pobre del planeta solo le llegó el 2 % de la nueva riqueza generada en ese mismo período (16). De acuerdo con otro estudio realizado por OXFAM, consorcio de 19 organizaciones no gubernamentales con sede en el Reino Unido, durante los últimos 24 meses, es decir en plena pandemia, la riqueza de los billonarios se ha incrementado tanto como en los últimos 23 años. Concluye: «La riqueza de los billonarios en los sectores de energía y alimentos ha crecido mil millones de dólares cada dos días. Los precios de los alimentos y de la energía han alcanzado los niveles más altos en décadas. Han surgido 62 nuevos billonarios en el sector de la industria alimentaria» (17).


Desde hace relativamente poco tiempo, en esta fase especulativa del capitalismo, las empresas y sus ejecutivos, tal como lo aconsejó Jack Welch, compran sus propias acciones (buyback) para hacerlas subir en la bolsa, aumentar su valor bursátil, así como las primas de sus ejecutivos. Pero la economía especulativa no solo se contenta con los millonarios buybacks, también están metiendo en esta fiebre especulativa a millones de personas de a pie. Hoy día la Internet y los medios están llenos de avisos: «compre 250 dólares de acciones de Amazon y hágase millonario», engañando a millones de incautos que verán frustradas sus expectativas, pero que sí harán más millonarios a los socios mayoritarios de las empresas cuyas acciones se ofrecen. Los anuncios los ponen corredores e intermediarios, y también las propias empresas. Esto se ha extendido a nuestra economía, en la que aparecen avisos de compre acciones del Banco de Crédito, de LATAM y de otras empresas.


Pero la cosa no acaba ahí. La ideología neoliberal no solo generó la crisis financiera de 2008, no solo produce hoy la mayor desigualdad económica y social (18), no solo coloca al sector financiero y especulativo al frente de la economía, no solo mantiene a muchos países en el subdesarrollo, sino que es responsable de la mayor de todas las crisis vividas a nivel mundial: la crisis ambiental. Aunque otros sistemas económicos, como el de la URSS en el pasado, y ahora el de China, son también grandes contaminantes, los principales responsables siguen siendo Estados Unidos, Europa y Japón.


Queda bastante claro que el neoliberalismo con su mezcla de codicia y corrupción nos ha conducido a este riesgoso escenario, y que si los «escorpiones» continúan a la cabeza de corporaciones, gobiernos e instituciones, la extinción de la humanidad será solo cuestión de tiempo. Los más ricos del planeta tal vez puedan retrasar su muerte, pero no la podrán evitar.


Si seguimos así, si mantenemos el statu quo y el mismo rumbo de la nave mundial, podemos imaginar que las últimas escenas sobre la tierra serán las de dos billonarios luchando a muerte por un poco de agua, y quien sobreviva inexorablemente morirá poco después por sofocación, una muerte más dramática que la de la fábula del escorpión y la rana.


¿Se pueden evitar estos escenarios catastróficos? Sí se puede. La principal condición es que abandonemos la idea de que el interés propio conduce necesariamente al bienestar general. En estos momentos debemos poner el bien común por delante de todas nuestras decisiones. Como ha quedado claro, estamos ante una crisis sistémica, global, compleja, no va a ser fácil salir de ella. Solo la resolveremos si es que actuamos desde varios frentes, a varios niveles, en forma concertada. Nadie puede quedar fuera de la solución.


Lo que estamos viendo en estos momentos es que prácticamente todos los países declaran orientarse y tener como objetivo de largo plazo, el desarrollo sostenible (19).


Es cierto que, como en el caso del Perú y de otros países, esta intención es hasta hoy puramente retórica. Pero países como Noruega, Finlandia, Corea del Sur, Nueva Zelandia, Canadá, Alemania, están tomando medidas concretas para convertir sus sociedades y economías en sostenibles. El caso de China es significativo, pues hasta hace poco ha sido considerado el país más contaminante del planeta, y hoy pugna por ser el líder en desarrollo sostenible (20).


Para el Perú y para América Latina, el desarrollo sostenible no solo representa una cuestión de sobrevivencia, como para todo el mundo, es también una oportunidad para dar un salto cualitativo hacia el ansiado bienestar general. Parece imposible, pero no lo es. Como ya se sabe, el Desarrollo Sostenible (DS) va mucho más allá del limitado pero muy popular Crecimiento Económico (CE) que ha sido el objetivo principal, y casi único, de nuestro país durante las últimas décadas. El DS implica cuatro dimensiones: (i) la económica (en donde se ubica el PBI, las variables macroeconómicas, la creación de la riqueza, entre otras), (ii) la social (que implica la distribución más justa de la riqueza, los servicios sociales como la educación y la salud, el pleno empleo, entre otras), (iii) la ambiental (la naturaleza, la biodiversidad, el calentamiento global, las energías renovables, entre otras), y (iv) la dimensión político-institucional (el poder ejecutivo, legislativo, sociedad civil, la anticorrupción, entre otras).


La dimensión que ha estado totalmente ausente en los objetivos y las políticas de los países ha sido claramente la ambiental. Esto ocurre desde la revolución industrial inglesa de fines del siglo XVIII. Es decir, hace dos siglos y medio que los países, sobre todo los más desarrollados, han tomado decisiones económicas y sociales sin considerar a la naturaleza; o, más propiamente, considerando que la naturaleza sería una fuente inagotable de recursos y que podría ser explotada y contaminada sin costo y sin límite. El calentamiento global, la pérdida de aire y agua limpia, la acidificación de los océanos, la lluvia ácida, el incremento de las enfermedades degenerativas, el empobrecimiento de los suelos, los virus de origen zoonótico, entre muchos otros fenómenos, han creado escenarios catastróficos.


Un estudio reciente nos muestra que la mayor biodiversidad se encuentra principalmente en América del Sur, en el sur de África y en parte del sudeste asiático (21). En el resto del planeta, en donde se ubican los países más desarrollados y los países en desarrollo más contaminados (China e India), queda muy poca naturaleza. Lo mismo ocurre con los ríos (22) y la riqueza marina; el Pacífico sur es la mayor reserva de peces en el mundo, a donde vienen a pescar las flotas de los países desarrollados sencillamente porque ya han depredado sus propios océanos (23).


Si tomamos como referencia las recientes teorías asumidas por el Banco Mundial sobre la riqueza de las naciones (24), que dividen el capital en tres grandes grupos: (i) capital productivo y financiero, (ii) capital humano y social, y (iii) capital natural, tendremos que concluir que el mayor capital natural está en nuestros países, y probablemente la mayor riqueza mundial también (porque a medida que pasan los años tanto el capital natural como el capital humano irán adquiriendo más importancia que el capital productivo y el financiero).


De hecho, los países desarrollados tendrán que «decrecer», reducir su dimensión puramente económica y financiera para llegar al desarrollo sostenible, mientras que nuestros países tienen las condiciones para alcanzar un crecimiento económico y financiero en armonía con la naturaleza. Estas constataciones, nuestro abundante capital natural y humano, y nuestro margen de crecimiento económico, abren la posibilidad (por primera vez en la historia) para que el Perú y América Latina puedan liderar el mundo hacia el desarrollo sostenible, abriendo un camino propio e inédito (25).



Referencias:

1. Bank of America to Pay 16.56 Billion Dollars in Historic Justice Department Settlement for Financial Fraud Leading up to and During the Financial Crisis, Department of Justice, Washington, August 21, 2014. Debo aclarar que esta, y todas las traducciones que siguen son mías.

2. Op. cit., pág 4.

3 . «Citigroup Settles Mortgage Inquiry for 7 Billion Dollars», The New York Times, July 14, 2014.

4 . «Everything you need to know about JP Morgan’s 13 billion settlement», Neil Irwin, The Washington Post, November 19, 2013.

5 . «Barclays paying 453 million dollars to settle Libor probe», Reuters, London, June 27, 2012.

6 . «DOJ Will not Prosecute Goldman Sachs in Financial Crisis Probe», Jason Ryan, ABC News, August 9, 2012.

7 . Sen. Levin Statement on DOJ Announcement on Goldman Sachs, US Senate, Washington, August 10, 2012.

8 . «The Great American Bubble Machine», Matt Taibbi, Rolling Stone, April 5, 2010.

9 . «How Jacks Welch’s Reign at GE Gave Us Elon Musk’s Twitter Feed», David Gelles, The New York Times, May 21, 2022.

10 . David Gelles (2020).

11 . Ver la excelente película Downfall: The Case Against Boeing, de Rory Kennedy, en Netflix

12 . «Boeing’s 737 Max Is a Saga of Capitalism Gone Awry», David Gelles, The New York Times, November 24, 2020.

13 . «La responsabilidad social de la empresa es incrementar sus beneficios», Milton Friedman, The New York Times Magazine, 13 de setiembre de 1970.

14 . Estas ideas también se explican y desarrollan a plenitud en el curso Economía Política Contemporánea (EPC) que estamos ofreciendo con la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI). Para mayor información ver Facebook, Instagram, YouTube y Tik-Tok.

15 . «La lista de las personas más ricas del mundo», Chase Petterson-Withorn, FORBES, abril 2022.

16. World Inequality Report 2022, Lucas Chancel Editor, World Inequality Lab, UNDP, 2022.

17 . «Beneficiarse del sufrimiento», OXFAM, Mayo 2022.

18 . Piketty, Thomas (2014), El Capital en el Siglo XXI, Harvard University Press.

19 . Ver los diversos artículos de la Revista Intercambio No. 57, Otoño 2022.

20 . Ver el artículo «La transición energética de China y sus implicancias para el Perú»,

Rebecca Ray, Revista Intercambio No. 57, 2022.

21 . The economics of Biodiversity, The Dasgupta Review, 2021.

22 . «Two-thirds for Earth’s longest rivers no longer free-flow», Gaworecki, Mongabay, 2019.

23 . «Los mapas que muestran cómo 5 países acaparan el 85% de la pesca mundial», BBC, 2018.

24 . World Bank Group (2021), The Changing Wealth of Nations-Managing Assets for the Future.

25 . «La madre de todas las crisis y sus oportunidades», F. Villarán, Revista Intercambio No. 59, Primavera, 2022.


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