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Fernando Villarán / La madre de la crisis (2 de 3)


La madre de todas las crisis y sus oportunidades

Los actuales jinetes del apocalipsis son el cambio climático, las enfermedades contagiosas, la desigualdad económica. las hambrunas. La escasez de recursos (principalmente agua y energía), la fragilidad estatal y tos conflictos armados. Todos, juntos, separados, mezclados y/o potenciados, van a terminar, más temprano que tarde, con la humanidad entera.


El artículo junta varias de las crisis que estamos viviendo en estos momentos: empezando por los climas extremos en diversas partes del mundo; siguiendo con la pandemia del COVlD19 que no termina, y que ahora se agrava con la viruela del mono: las migraciones de Medio Oriente y el África hacia Europa, y de Centro América a Estados Unidos; la guerra en Ucrania; la inflación mundial que tiene sus raíces en la crisis financiero del 2008; la disrupción de las cadenas de suministro mundiales; et conflicto de China con Estados Unidos sobre la isla de Taiwán; el resquebrajamiento de la globalización, entre otros.


Todos estos fenómenos están relacionados. y este artículo abre trocha en que debería ser una mirada amplia y comprensiva de la economía y la política.


¿Se pueden evitar estos escenarios catastróficos? Sí, se puede. La principal condición es que actuemos todos juntos. comenzando por los políticos a cargo de sus respectivos países. Como ha quedado claro, estamos ante una crisis sistémica, global. compleja.


No va a ser fácil salir de ella. Sólo la resolveremos si es que actuamos desde varios frentes, a diversos niveles y de forma concertada. Nadie puede quedar fuera de la solución.


lo que vemos es que, prácticamente todos los países declaran orientarse y tener como objetivo de largo plazo el desarrollo sostenible. Es cierto que, como en el caso del Perú, para muchos países, esta intención es puramente retórica. Pero los países líderes Como Alemania, Noruega, Finlandia, Corea del Sur y Nueva Zelandia están diseñando y aplicando políticas, y tomando medidas concretas para convertir a sus sociedades y economías en sostenibles.


El caso de China es muy notorio. pues hasta hace poco ha sido considerado et país más contaminante del planeta, y hoy pugna por ser el líder en el desarrollo sostenible.


Para el Perú y América Latina, no sólo representa una cuestión de sobrevivencia, como para todo el mundo, sino que es también una oportunidad de aventajar a los países desarrollados. Parece imposible, pero no lo es. Como ya se sabe, el Desarrollo sostenible (DS) va mucho más allá del limitado pero muy popular Crecimiento Económico (CE), que ha sido el objetivo principal. y casi único, de nuestro país durante las últimas décadas. El DS implica cuatro dimensiones: 1) la económica (en donde se ubica el PBI, las variables macroeconómicas, la creación de la riqueza, entre otras); 2) la social (que implica la distribución más justa de la riqueza, los servicios sociales como la educación y la salud, el pleno empleo, entre otras); 3) la ambiental (la naturaleza, la biodiversidad, el calentamiento global, las energías renovables, entre otras); y 4) la político-institucional (el poder ejecutivo, legislativo, sociedad civil, la corrupción, entre otras).


La dimensión que ha estado totalmente ausente en los objetivos y las políticas de los países ha sido la ambiental: Esto viene ocurriendo desde la revolución industrial inglesa de fines del siglo XVIII. Es decir, hace dos siglos y medio que los países. sobre todo, los más desarrollados, han tomado decisiones económicas y sociales sin considerar a la naturaleza; o, más propiamente, considerando que la naturaleza era una fuente inagotable de recursos y que podría ser contaminada sin costo y sin límite.


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