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Fernando López Parra

Fernando López Parra / Políticas para la educación superior 

La CEPAL señala que la creación de empleo en la década 2014-2023 es la más baja desde la década del 1950. En 2020, durante la pandemia, la creación de empleo cayó 8,2%, siendo la única caída registrada en los últimos 70 años en Latinoamérica. El denominado Apagón Educativo fue mayor en la región; la interrupción de la educación presencial tuvo un promedio de 70 semanas; los países de la región tuvieron 33 semanas de cierre completo y 37 de manera parcial entre febrero del 2020 y marzo del 2022. El promedio en el mundo fue de 20 semanas de cierre completo y 21 de parcial.

 

Con estas dos informaciones estratégicas y otras secundarias se pueden construir las bases para la generación de políticas públicas que contribuyan para el mejoramiento de nuestra sociedad. Se pueden generar políticas públicas que justamente apunten a la disminución de la desocupación aguda de nuestros Estados; o también, observando el Apagón Educativo, se pueden diseñar políticas públicas que contribuyan a solucionar estos déficits educacionales que nos dejó la pandemia y que circundan hasta ahora en varios de nuestros Estados.

 

Empleo y educación tienen como uno de sus principales actores a los sistemas de educación superior. No es posible que las universidades continúen siendo los espacios de profesionalización de la sociedad, y que el Estado y el sector productivo privado no pueda garantizar de forma mínima el empleo. Los sistemas de políticas públicas y empleo no están conectados; se necesita de ideas renovadas en la educación superior.

 

También, la rigidez de las universidades les ha hecho que de forma abrupta ingresen en un proceso obligatorio de ajuste en toda su estructura institucional y en su razón de ser. La historia de la universidad siempre ha aludido a diversos tipos y grados de crisis, lo cual es propio de entidades que trabajan con los saberes, las ciencias y el conocimiento, como coloca el chileno Patricio Rivas. También, las nuevas lógicas de transdisciplinariedad e interdisciplinaridad, así como la necesaria actualización pedagógica y de contenidos son urgentes, para precisamente actualizar la crítica a los sistemas poderosos que hacen mal a la humanidad.

 

Las políticas públicas del sistema de educación superior han dejado mucho a desear. En las universidades se han construido escenarios de raros conflictos internos y no hay rumbos claros. Se requiere de forma urgente de políticas de educación que sean integradoras y modernas para todo el sistema de educación, que se conecten con todos los sectores de la sociedad y que nos preparen para el futuro.


 

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