La privacidad es un componente esencial de la formación de una persona. La definición sutil de lo que se difunde o no sobre uno mismo, el criterio de lo que se debe hacer público o de lo que se debe ocultar, o la prudencia en relación con el hecho de revelar algo personal a un extraño, más que una mera preferencia o capricho, define con exactitud lo que es un individuo o un grupo de personas.
Las redes sociales se han convertido en un escenario en el que sus usuarios exhiben lo que les conviene: desde lo laboral hasta una nueva imagen, desde lo familiar hasta los viajes realizados, traduciéndose en una realidad en la que algunas personas suponen que su vivencia personal solo adquiere valor si es expuesta en las redes. Algunos renuncian a la privacidad en nombre de la mayor cantidad de “Me gusta”, que a menudo provienen de extraños, pero que satisfacen la necesidad de aprobación que casi todos queremos. Caso contrario, el individuo se siente reprochado y con sentimiento de rechazo. En estos tiempos de difícil interacción social física las redes se han convertido en el espacio de socialización en todos los ámbitos de la actividad humana.
Las redes sociales son un medio utilizado tanto para intercambiar información sobre la vida cotidiana de las personas, como para generar comunicación entre empresas y consumidores. Sin embargo, en el momento en que estas interacciones generan algún tipo de malestar o invaden la privacidad, es necesaria la intervención e interferencia legal por intermedio de profesionales capacitados para interpretar cada situación y tomar las medidas oportunas, según cada caso. Por tanto, es necesario entender cómo se producen estas situaciones y qué límites hay que respetar para no incurrir en delitos virtuales.
Estos espacios virtuales se han convertido en nuestros álbumes de fotos, nuestros murales publicitarios e incluso nuestra voz. Publicamos lo que nos pasa durante el día, damos nuestra opinión sobre noticias, participamos en debates, etc. Y todo esto, a menudo, de forma pública. Aunque nos gusta compartir experiencias con nuestros contactos, debemos tener en cuenta que, si lo hacemos sin mucho cuidado, toda la información que publicamos puede acabar volviéndose accesible no solo a usuarios de la red social, sino incluso a redes delictivas de extorsión, por citar solo una posibilidad, a quienes ofrecemos en bandeja una radiografía detallada de nuestras vidas. Esta es una táctica muy utilizada por grandes empresas para obtener información privada y que luego se comercializa.
La privacidad entendida como un derecho se ha puesto en juego y lo hemos hecho de forma impensable pero voluntaria, por lo cual es imperioso que se legisle con mucha inteligencia en beneficio de acceder a los retos que nos plantea la modernidad y al cuidado de la privacidad de la persona.
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