La administración pública juega un rol fundamental en la vida y en el funcionamiento de un país. El buen desempeño de las escuelas, los hospitales, las aduanas, el trasporte, la producción de las empresas públicas, los gobiernos seccionales, la justicia, la seguridad, entre otros, dependen en gran parte del grado de la calidad de gestión de los funcionarios y de los arreglos institucionales de lo público.
Las administraciones públicas son actores de cambio e innovación que continuamente están modernizando y transformando las políticas y los servicios públicos. Ante la pandemia, los cambios fueron evidentes y obligatorios. El uso de los sistemas virtuales de trabajo y de atención, el manejo de grandes volúmenes de datos, la supervisión de importantes contratos son algunos de los aspectos que han modificado sustancialmente la gestión de lo público. Se verifica con más evidencias que la profesionalización y la dirección del aparato público no es para improvisados. Se constató también que los países que tuvieron buenos resultados en el manejo de la pandemia eran los que tenia una tradición en disponer de fuertes y modernas instituciones del Estado.
Se comprueba cada vez más que los empleados públicos deben poseer, en términos generales, un elevado nivel profesional para ser permeables a cualquier innovación ya sea lineal o disruptiva. Es, por tanto, una realidad que las administraciones públicas poseen una enorme capacidad potencial y real de innovación ante circunstancias complejas. Sin embargo, no todas avanzan con la misma velocidad y responsabilidad, ya que existen barreras que dificultan la capacidad de innovación pública.
Se reconoce que las administraciones públicas podrían ser todavía más innovadoras en sus políticas y en la prestación de servicios públicos. En el caso de nuestro país, por la ya ausente carrera administrativa, la administración pública tiene una seria dificultad para innovar los procesos internos de sus diseños institucionales y organizativos. La innovación en sus mecanismos internos de toma de decisiones y de gestión es la gran asignatura pendiente por el gran peso que tiene el sistema de control del aparato publico ecuatoriano.
La innovación de lo público se entiende como la constante actualización a las necesidades de la sociedad, que la administración pública tenga los mecanismos necesarios y optimizados para poder satisfacer las necesidades de los ciudadanos. La innovación tecnológica no es todo, pero sí es un potente medio para la innovación de las administraciones públicas que debe ajustarse a nuestro contexto y a las dinámicas que se definen las necesidades de la sociedad y del contexto mundial.
En la agenda de innovación de lo público está la necesidad de construir políticas públicas basadas en evidencias, que los problemas se respalden en datos verificables, que haya una gestión por resultados concretos, con un servicio público de conocimiento experto no politizado, que se posea de un gobierno abierto, que evite la corrupción y promueva la participación social en el control de los recursos del Estado. Se demanda también de gobiernos inteligentes en lo político y en lo técnico. Estos temas de interés de los gestores públicos fueron tratados en la Conferencia del Grupo Latinoamericano de Administración Pública –LAGPA- en Barraquilla, la semana pasada.
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