Las innovaciones profundas que nos han alcanzado desde la visita del hombre a la luna ya a más de cincuenta años y su intensificación contemporánea de los cambios en todas las organizaciones humanas nos dejan la idea que ya no es posible seguir actuando a ritmo de bolero.
La velocidad de las transformaciones, la complejidad de la sociedad moderna y la vejez del modelo de Estado y de sus instituciones hacen que el ejercicio de gobernar prácticamente se vuelve una entelequia. Ya no se gobierna con los modelos del pasado y sus análisis están dentro de esas mismas trampas de reflexión anticuada. La política deja de ser la base del accionar de lo público y se transforma en una práctica revanchista del uso de las instituciones estatales para vengarse de cualquiera que se ponga critico al sistema instaurado.
Las aceleradas innovaciones no solo han modificado los modelos de gestionar lo público, porque el problema ya no solamente es de modelos tal cual se entendía antes, sino de cambiar las formas de reflexión de cómo se crearon los modelos y proponer otros métodos de construir modelos de reflexión. Lo que hay es una crisis del pensamiento, de la reflexión creativa que esta difícil comprenderla en sus multidimensionalidades.
No solo necesitamos seguir el ritmo vertiginoso de las innovaciones sino demos colocar nuestro pensamiento crítico en juego para avanzar en códigos diferentes a los pensábamos que eran inamovibles. Por ejemplo, nos dijeron que eran posible las revoluciones y hemos sido testigos que en ninguna parte del mundo han acontecido o han cumplido con su búsqueda de igualdad, libertades, justicia. Las revoluciones se quedaron en la construcción de los mitos discursivos de los que tienen o quieren el poder.
Los que tienen la responsabilidad de ejercer el poder serán responsables de saber interpretar su tiempo que les toco gobernar y considerar que este periodo es inéditamente rápido, disruptivo y complejo. Las innovaciones en todos los órdenes de la actividad humana que requerimos como sociedad necesitan de gestores públicos que interpreten, construyan y gestionen políticas públicas que tengan la plasticidad de amoldarse a las innovaciones que acontecen a cada instante.
Las instituciones públicas y los gestores públicos deben estar preparados para este nuevo escenario de cambios vertiginosos que la realidad impone, no se puede colocar a políticos y funcionarios que no entiendan estas variables nuevas de la gestión del Estado y de sus instituciones, caso contario seguirán creándose normas que no sirven y seguirá faltando cédulas, placas, pasaportes, medicinas, papel higiénico que es lo mínimo de lo mínimo que se requiere y las innovaciones pasaran como pasa tanto gobernante sin pena ni gloria.
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