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Fernando López Parra / Crisis de representación política

Desde hace algún tiempo hablamos en nuestro país de una crisis de representación política, de la falta de confianza de la ciudadanía en sus representantes políticos y en las instituciones que los respaldan. Esta crisis se manifiesta en la desafección política y en el creciente descrédito del sistema democrático. La crisis de representación política está fuertemente relacionada con la crisis de los partidos políticos, con la pobre inteligencia de obtener el poder con sus propuestas, en su desempeño, con la gestión gubernamental que nos lleva a estados de ingobernabilidad. La crisis de representatividad política también está presente en gran parte de nuestra región y que se ha manifestado en diferentes dimensiones e intensidades.


Desde que el Ecuador en 1979 ingresó a una nueva etapa de vida democrática, hemos pasado por un sinuoso camino de construcción, de institucionalidad, de la política que ha ido de la mano de la construcción del propio proyecto de Estado. Lo que poseemos es un Estado, que ha sido configurado por la tensión entre las viejas y las nuevas élites, que han incursionado en búsqueda del poder con un conjunto de intermediadores o intérpretes que han dejado sus hechuras en las instituciones que tenemos actualmente.


La crisis de representatividad deviene de un conjunto de factores como es el debilitamiento evidente de los partidos políticos, el surgimiento de líderes populistas o personalistas que no aceptan el Estado de derecho ni tampoco a sus instituciones, la debilidad de las ideologías que han dificultado las orientaciones y movilizaciones de la ciudadanía, el pésimo papel de los medios de comunicación que confunden lo importante con lo mediático, el aparecimiento de actores improvisados que aprovechan el desencanto de los electores, el sistema de educación también ha contribuido en esta crisis, porque privilegia constantemente los intereses del mercado en desmedro de valores humanos universales.


Los partidos políticos en nuestro país han dado paso a los simples movimientos electorales, que no se sabe de dónde vienen, ni para dónde van; y lo que sí sabemos, es que están ávidos de poder. En la representación política, se piensa que se requeriría de actores colectivos que tienen una base social o económica estructurada, como sindicatos, asociaciones, gremios, organizaciones que dan un soporte al discurso político. No se observa en la actualidad ninguna relación, ni objetiva, ni emocional con los que gobiernan o con los que pretenden gobernar. Martín Tanaka, politólogo peruano, afirma que gran parte de nuestros países adolece de una crisis estructural de representación, que ya es parte del sistema político y de la democracia que hemos construido hasta ahora.


La crisis de representación política nos ha colocado en encrucijadas y dilemas para vivir en democracia con los mínimos componentes de legitimidad y gobernabilidad institucional. Se necesita que se revitalice, de forma urgente, las ideologías e identidades como fuentes que soportan el quehacer de la política en la sociedad. Necesitamos construir mecanismos de mayor promoción de la participación ciudadana con responsabilidad política. Precisamos fortalecer las instituciones de derecho para que garanticen las libertades ciudadanas. Requerimos privilegiar el discurso político, que tanta falta nos hace, y sacarle del albañal que han colocado los oportunistas de la política.


En las próximas elecciones de las autoridades de gobierno, ante la sequía de representación política, nos encontramos en un sendero sin salida. Seguro, seremos nuevamente testigos activos y pasivos de la reproducción de lo peor de los representantes de nuestra política. Es lamentable y triste lo que nos espera.


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