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Fernando López Parra / Acuerdo Nacional

Estamos a un poco más de dos meses de estrenar nuevo presidente para el Ecuador y, por lo visto, debemos elegir entre dos alternativas que son antípodas en sus propuestas políticas. Lo cierto es que quien quiera que resulte electo no tiene la cosa fácil, pues debe dar cara a varios retos impostergables desde el primer día de gestión. De hecho, es complejo determinar un orden de prioridad, ya que los asuntos pendientes del país se interrelacionan los unos con los otros.


Las primeras políticas públicas deben estar dirigidas a solucionar el problema de la pandemia, por lo que deben ser muy consistentes y prácticas en sus resultados. En este punto, es claro que la vacunación se vuelve prioritaria para generar el inicio de una gobernabilidad de carácter eficaz y eficiente. Cuando se haya vacunado a la señora María Ninabanda, que vive en las faldas del Chimborazo, y al señor Carlos Estupiñán, que reside en San Lorenzo del Pailón, podremos decir que se ha cumplido con gran parte de la campaña de vacunación contra el COVID-19. Pero hasta lograrlo de seguro correrá mucha agua por debajo del puente y se estima que solo se cumplirá esta meta durante el segundo semestre del 2022.


Otro de los grandes desafíos es disminuir los lamentables índices de pobreza que aparecieron hace poco, pues estamos con el 32,7%, según el INEC, indicadores que son similares a los que teníamos en los peores momentos de la década de 1990. Es decir, hemos retrocedido treinta años en este indicador. Los efectos de dicho índice son de los peores en términos políticos, porque son razones que permiten comprender los niveles altos de conflictividad social, violencia, inseguridad e ingobernabilidad. Claro está, que en la política económica hay que buscar la sostenibilidad fiscal, fortalecer a la dolarización y conseguir el equilibrio de la balanza comercial y de pagos. En este campo se vuelve impostergable la definición de políticas orientadas a la generación de empleo de calidad, situación difícil para remediar en un escenario de crisis económica y sanitaria.


El campo de la educación requiere un nuevo oxígeno para la inclusión y la igualdad de oportunidades, no puede ser el espacio en el que se generen inequidades que se reproducen en todos los ámbitos de la vida, es decir, educación básica de mala calidad devendrá en educación profesional deficiente, lo que, a su vez, dará origen a espacios de mayor inequidad por la falta de oportunidades de empleo. Este círculo nefasto tiene que romperse con políticas educacionales fundamentales y sustantivas y no solo paliativas.


La seguridad de la sociedad está en riesgo; se ha observado los índices crecientes de violencia contra las mujeres, existe la necesidad de erradicar la violencia sexual y con esto la prevención del embarazo a edades tempranas. En las políticas de seguridad se debe poner atención al aumento de la violencia y de la criminalidad que está enraizada inclusive dentro de los recintos carcelarios. Enfrentar dicha situación es urgente, caso contrario, tendremos que seguir contando victimas dentro y fuera de las cárceles de nuestro país.


Como vemos, las tareas en políticas públicas que hemos citado de forma resumida son urgentes para ser aplicadas por el Gobierno entrante. Existe la necesidad impostergable e inmediata de construir un gran acuerdo nacional en el que nos unamos todos para sacar a flote a nuestro querido Ecuador. El país requiere que se nos brinde confianza para tomarnos de la mano y construir un futro mejor para todos.


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