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Foto del escritorFernando Cillóniz

Fernando Cillóniz / Política apasionante 



Siempre lo digo, porque fue así: apasionante. No lo puedo negar. Jamás lo busqué… eso sí. ¡Que conste! Jamás – en mi vida – me había propuesto participar en política. Mi vida siempre estuvo – y sigue estando – circunscrita al ámbito privado. Y muy vinculada al campo: agricultura, ganadería, minería, etc. 

 

Incluso, en mis tiempos mozos fui amansador de mulas… ¡a mucha honra! Lo cual – dicho sea de paso – resultó muy útil para lidiar con ciertos políticos peruanos, tanto o más mañosos que las mulas más chúcaras que, en su momento, logré amansar.

 

Bromas aparte – influenciado por el genial Basadre – no me “congelé” cuando me plantearon el desafío de participar en política. “Que sea lo que Dios quiera” me dije a mi mismo. Me refiero a la apasionante experiencia de (1) haber aceptado participar en una elección política, (2) de haberla ganado (contra todo pronóstico) y (3) de haber ejercido el cargo de Gobernador Regional de Ica durante el período 2015 – 2018. 

 

A ese respecto, confieso que jamás imaginé la tremenda presión que – como Gobernador Regional – iba a recibir de parte de autoridades y funcionarios de todo nivel, para favorecer indebidamente a familiares, amigos, o militantes de agrupaciones políticas. En todos los casos, los favores indebidos consistieron en (1) pretender acceder – sin mérito alguno – a la planilla del Gobierno Regional, (2) en otorgar contratos de obras sin ningún concurso de por medio, y (3) adjudicar – a dedo – adquisiciones de todo tipo de bienes y servicios.

 

Yo tenía ciertas referencias del clientelismo político en nuestro país. ¡Quién no sabe cómo funciona el “tarjetazo” en los diversos niveles de gobierno, inclusive en instituciones tutelares como la Policía, el Ministerio Público y el Poder Judicial!

 

No obstante, para hacer una buena gestión pública había que erradicar – cueste lo que cueste – el vicio del clientelismo político en el Gobierno Regional. E implantar eso que es tan escaso en el Estado peruano y que se llama meritocracia. 

 

Bueno pues ¡vaya que el costo fue alto! El calificativo más recurrente que me gané por poner orden a ese respecto fue el de traidor. Efectivamente, para muchos pretendientes de favores indebidos, el Gobernador Regional de Ica – o sea, yo – fui un vil traidor. 

 

“Deme un trabajito – o una obrita – porque yo lo apoyé en su campaña” era el argumento más trillado de muchos ciudadanos que votaron por mí. Y mi respuesta sincera y bien intencionada fue siempre la misma: “concursa; y gana en buena lid”. Pues bien – por los insultos que recibí – fue evidente que mi respuesta no satisfizo a dichos personajes. Incluidos, los máximos representantes del partido que me invitó a la postulación: Fuerza Popular.

 

Eso en cuanto a los militantes que me dieron el triunfo electoral. Pero hubo otros frentes que también presionaron por favores indebidos. Me refiero a ciertos consejeros Regionales y Congresistas de la República, quienes también pretendieron inmiscuirse en la gestión institucional, ya sea proponiendo a familiares o conocidos para trabajar en el Gobierno Regional, o – lo que es lo mismo – exigiendo la destitución de funcionarios que no les eran de su agrado; para lo cual recurrieron a prácticas de la más baja estofa, como supuestas grabaciones telefónicas secretas que luego utilizaban para extorsionarme.  

 

Es verdad; la labor fiscalizadora de consejeros y Congresistas constituye un mandato constitucional, imperativo e irrenunciable. Pero no me refería a ello. Bienvenidas las labores de fiscalización; incluidas las de la Contraloría, de la Defensoría del Pueblo, y otras más. Pero una cosa era la fiscalización propiamente dicha, y otra – muy distinta – el clientelismo político puro y duro. El problema era cómo distinguir cuando un consejero o Congresista fiscalizaba con objetividad a una dirección o funcionario del Gobierno Regional, o – simplemente – mal usaba su poder para favorecer indebidamente a algún allegado.

 

El hecho real y concreto es que, de saque, desde que empezó mi gestión como Gobernador Regional de Ica, en enero del 2015, diversos consejeros y Congresistas exigieron la destitución de los siguientes funcionarios del Gobierno Regional: Gerente General, Gerente de Desarrollo Social, y todas las gerencias funcionales. Además, transcurridas apenas unas pocas semanas de gestión regional, también exigieron la destitución de la directora regional de Educación, directora regional de Trabajo, directora regional de Transportes, directora regional de Turismo, Procurador Regional, etc. Incluso – sin ningún sustento valedero – pretendieron la destitución del director regional de Salud y la de todos los directores de los hospitales de la región. ¡Y no pararon hasta el fin de mi gestión en diciembre de 2018!

 

En otras palabras, si fuera por esas autoridades, toda la estructura gerencial y directiva del Gobierno Regional habría sido removida una y otra vez, generando un caos institucional de proporciones inimaginables.

 

Por ello – para cumplir nuestro compromiso de combatir la corrupción y la indolencia – monitoreamos nuestra gestión a través de indicadores de cumplimiento de objetivos y metas, y a través de la evaluación del servicio público, a cargo de la ciudadanía. Por ello – por poner orden y disciplina en el Gobierno Regional – fueron sancionados (incluso, destituidos) aquellos funcionarios probadamente corruptos, que no cumplían con los objetivos y metas de la institución, y aquellos que maltrataban cruelmente a la ciudadanía.

 

Léase, médicos que abandonaban a sus pacientes en horarios de trabajo, funcionarios coimeros de la Dirección Regional de Transportes (Dinámicos del Centro hay en todo el país), funcionarios con títulos académicos falsos, “come pollos” que rendían cuenta de gastos de viáticos con facturas falsas, y demás.

 

Eso por el lado sancionador. Pero por el lado proactivo, cómo no sentirme agradecido al excelente equipo de funcionarios y trabajadores que me acompañaron en la gestión regional 2015 – 2018, y complacido por logros tan importantes como la eliminación de las colas en todos los hospitales de la región, la erradicación del Dengue en Ica, la mejora – validada por las pruebas PISA – de la educación escolar, la hermandad del agua con Huancavelica y Ayacucho, la eliminación de las mafias de los brevetes… y muchos logros más.

 

Por todo ello, mi experiencia en el Gobierno Regional de Ica fue… apasionante. (Y al que le caiga el guante, que se lo chante)


 

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