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Foto del escritorFernando Cillóniz

Fernando Cillóniz / No todo incremento del PBI es bueno 



El Producto Bruto Interno (PBI) de un país crece en la medida que aumenta la inversión en infraestructura productiva y de servicios. Eso lo sabe cualquiera. A más carreteras y puertos, más PBI. A más viviendas, hospitales y escuelas, más PBI. A más inversiones en minería, agricultura, pesca, industria, turismo y servicios, más PBI.

 

Pero no todo PBI es bueno. Por ejemplo, las inversiones en proyectos como el Gasoducto Sur Peruano y la Refinería de Talara (por sólo mencionar un par de ejemplos emblemáticos) aumentaron el PBI de nuestro país. Y – aunque parezca mentira – las adendas que inflaron los costos de dichos proyectos también aumentaron el PBI… ¡incluidas las coimas y sobornos! 

 

Entonces… seamos sinceros. El PBI de nuestro país está inflado (1) por sobrevaloración de los costos de muchos proyectos estatales, (2) por el pago de coimas y sobornos, (3) por las inversiones en obras inútiles, y (4) por obras inconclusas y abandonadas. Insisto, no todo crecimiento del PBI es bueno.

 

¿Qué hacer frente a tanta podredumbre? Pues corregir – de raíz – la causa de todo este desmadre, el cual ha sido generado por gente corrupta. ¡No al clientelismo político, porque ahí está la raíz de la corrupción en nuestro país! ¡Sanción a los funcionarios y empresarios que hayan cometido actos de corrupción! 

 

Mi diario vivir en el Gobierno Regional de Ica – en el período 2015 / 2018 – fue muy aleccionador. Cuando detectamos un acto de corrupción – cosa que sucedía con frecuencia – el mayor problema estuvo en el mal entendido “espíritu de cuerpo” al interior de la institución. Resulta que para que haya sanción a algún funcionario corrupto, tenían que estar alineados (1) la Secretaría Técnica – que es órgano investigador y sancionador de los malos funcionarios – (2) la Jefatura de Recursos Humanos, y (3) la Jefatura inmediata superior del funcionario en cuestión. Si uno de los tres estamentos administrativos flaqueaba, no había sanción. Aunque eso de flaquear era un decir. Lo que había era corrupción… pura y dura.

 

No obstante, cuando la trilogía… Secretaría Técnica – Recursos Humanos – Jefatura Administrativa funcionaba como correspondía, la sanción se aplicaba de acuerdo a ley, la disciplina laboral se restablecía con normalidad, y – lo que era mejor – el servicio público mejoraba. Muchos indicadores de servicios y producción regionales – salud, educación, transportes, agricultura, minería, turismo, etc. – pueden dar fe de ello.

 

Conclusión: Sólo con gente honesta saldremos de este desmadre moral. Gente competente, tenemos. Y mucha. No hay que cambiar ninguna Constitución, ni ninguna ley o política pública. Promovamos las inversiones – sobre todo privadas – en todos los sectores productivos y de servicios. Incluso, en infraestructura de servicios públicos: carreteras, ferrovías, puertos, reservorios y redes de agua, hospitales, escuelas, y demás. No creemos más instituciones anticorrupción porque no sirven para nada. Lo único que hay que cambiar es la moral de nuestra gente. 

 

Y rediseñar la estructura funcional del Estado porque lo que tenemos no funciona. Fusionar y reducir el número de instituciones estatales. Sobre todo, ministerios, organismos públicos descentralizados (OPD’s) y municipios distritales. 10 ministerios (o menos), en vez de 19. Ni un OPD. Y 1,000 distritos (o menos), en vez de 1,874. ¡Somos uno de los países con más distritos per cápita del mundo!

 

Despolitizar al Estado y profesionalizarlo y autonomizarlo… tipo Banco Central de Reserva del Perú (BCRP). Ningún ministro, gobernador regional o alcalde debe poder designar a ningún funcionario de ningún servicio público especializado: salud, educación, infraestructura, seguridad, etc. En otras palabras, restablecer la meritocracia en el Estado y respetar la carrera pública…


 

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