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Foto del escritorFernando Cillóniz

Fernando Cillóniz / Los empobrecedores 



Muchos compatriotas – millones, en realidad – son pobres. Lo que ganan, no les alcanza para vivir dignamente. Muchos no tienen ni siquiera para comer. No tienen vivienda, agua potable, salud, educación… nada. Viven en la más cruel y miserable indigencia. Tremenda injusticia… descaro moral. ¡Cómo no va a ser injusto e inmoral ser pobre en un país rico! 

 

A ese respecto ¡qué cínicos resultan los políticos – corruptos, ineptos y demagogos – que lucran con la pobreza humana! “No más pobres en un país rico”. ¡Cómo olvidar el pegajoso y eficaz slogan que propiciara el triunfo electoral de uno de los partidos políticos más empobrecedores de la historia de nuestro país… Perú Libre! 

 

Ahora bien, lo más dramático – y contradictorio – del caso peruano, es que muchos peruanos que ahora son pobres, no lo eran hasta el año 2022. Muchos tenían trabajo, y ahora no. Las empresas donde trabajaban – miles de pequeñas o microempresas – cerraron. Y al quedar desempleados, se empobrecieron. 

 

Ahora bien, una cosa es ser pobre, lo cual, de por sí es terrible. Sin embargo, mucho peor es empobrecerse. Es decir, pasar de mal a peor. Y ese es el caso de muchos compatriotas – millones, en realidad – actualmente. ¡Una tragedia social!

 

La pegunta es ¿por qué se han empobrecidos tantos peruanos? Bueno pues, el principal empobrecedor de millones de peruanos es – aunque parezca mentira – el Estado… nuestro Estado corrupto, indolente e inoperante. 

 

Efectivamente, al trabar y burocratizar el proceso de inversión privada – incluso, publica – el Estado ha devenido en el principal obstáculo para la generación de empleos formales y dignos. Por eso – por el Estado corrupto, elefantiásico y farragoso – millones de peruanos han perdido su empleo, y se han empobrecido. 

 

Por otro lado… por el lado de los servicios de agua, salud, educación y seguridad, muchos compatriotas también han sido empobrecidos por el Estado. Efectivamente, consumir agua cara y contaminada, empobrece. Enfermarse por consumir dicha agua, empobrece más aún. Hacer colas de amanecida en los hospitales del Estado, también empobrece. ¡Cuánto tiempo se pierde sin poder trabajar! Tener que comprar medicamentos en las “boticas de enfrente” también empobrece. ¿Acaso EsSalud y / o el SIS no debían suministrar los medicamentos, gratuitamente? ¡Claro que sí! 

 

Pero ahí no termina la cosa. La mala educación estatal también empobrece. ¡Cómo no va a empobrecer una educación a cargo de docentes que no tienen ningún mérito pedagógico o moral, más allá de sus ideologías violentistas, envidiosas y clasistas! Y ¡qué decir del empobrecimiento que genera la delincuencia que no sólo extorsiona y secuestra, sino que roba, agrede, hiere y mata a gente inocente! 

 

Todo eso empobrece… y ¡vaya que el Estado tiene vela en ese entierro!

 

No obstante, hay también otros empobrecedores que – en esencia – están fuera del Estado, pero que juegan en pared con el monstruo estatal. Los “ambientalistas” por ejemplo. El entrecomillado es para diferenciarlos de los ambientalistas de verdad. Porque ¡quién no quiere el cuidado del medio ambiente! 

 

Los “ambientalistas” son aquellos que se oponen al desarrollo de la agricultura amazónica – café, cacao, palma aceitera, etc. – so pretexto de proteger los bosques y animales. ¿Y la gente pobre? – ¡A quién le importa la pobreza humana! – parecen decir esas ONG´s “ambientalistas”. Efectivamente, lo único que les importa son los millones que reciben de organismo internacionales, sin ningún beneficio para la población pobre de nuestra Amazonía.

 

Dentro de los “ambientalistas” empobrecedores, se encuentran también los que se oponen a los cultivos modificados genéticamente (o transgénicos). Hacen 30 años – o más – vienen consumiendo alimentos derivados de cultivos transgénicos del exterior (maíz, soya, trigo, etc.) sin ninguna afectación a la salud de las personas, animales y plantas, pero insisten en la moratoria de los cultivos transgénicos en el agro peruano.

 

Producto de esa moratoria (sin sustento), ya – prácticamente – desapareció el cultivo del algodón en nuestro país. Y el maíz está siguiendo los mismos pasos del algodón. ¿Por qué? Simplemente, porque es imposible competir con los algodones y maíces transgénicos (mucho más productivos) que importamos – legalmente – de nuestros vecinos, como Bolivia, Argentina, Brasil… por no mencionar EEUU y Canadá.

 

Como se ve, estamos plagados de empobrecedores. Tanto dentro del Estado, y fuera de él. Pero ojo… la lista de empobrecedores tiene varios etcéteras más. Todos – eso sí – tiene el común denominador de ser “antis”: anti-mineros, anti-AFP´s, anti-agroexportadoras, anti-farmacias privadas, anti-pesqueras… Ellos son “anti” todo lo que signifique progreso económico y bienestar social. El único “pro” que tienen los empobrecedores es la pro-pobreza. En ese sentido ¡vaya que se están saliendo con la suya!

 

La pena es que los paganos – ¡cuándo no! – siempre resultan siendo los pobres.


 

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