Como tantas veces en el pasado, y tal como sucede actualmente con la minería formal, las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP´s), las farmacias privadas, etc. la mediocridad está al acecho de la agricultura empresarial en nuestro país.
Una vez más – de manera perversa – se han alineado los 4 astros premonitores del mal: la ignorancia, la envidia, el rencor y el egoísmo. Una vez más, el populismo, la demagogia, la politiquería, y la ignorancia pretenden malograr la exitosísima historia de la agricultura peruana de los últimos 25 o 30 años.
Si de leyes se tratara… la Ley de Promoción Agraria – la derogada cobardemente por el expresidente Sagasti – y su complemento, el Régimen Laboral Agrario, constituyeron dos de las normas que mayor bienestar social haya jamás propiciado la frondosa – y generalmente retrógrada – legislación peruana. Los tan comentados y admirados “pleno empleo”, “empleo adecuado”, “formalidad laboral” y “progreso socioeconómico” de Ica, Chavimochic, Olmos, y demás, están sustentados – en gran medida – en el extraordinario desarrollo de nuestra agricultura empresarial.
La agricultura empresarial peruana – la exportadora y la azucarera, entre otras – es un éxito reconocido a nivel mundial. Excepto para algunos políticos locales – incluidos ciertos periodistas, académicos y dirigentes sociales – que jamás valorarán lo sucedido en los estupendos campos y plantas de empaque de frutas y hortalizas de nuestra Costa, luego del fracaso estrepitoso de la malhadada Reforma Agraria de los años 70´s.
La Hermandad del Agua entre Ica y Huancavelica, la Siembra y Cosecha de Agua, el riego tecnificado, la recarga de los acuíferos, el tratamiento y reutilización de aguas servidas, la desalinización de aguas saladas… hemos dado pasos gigantes respecto al desafío del agua. Y lo estamos logrando.
Las tierras de nuestros valles están siendo invadidas por urbanizaciones. Miles de hectáreas de valles están convirtiéndose en casas de campo y condominios residenciales. ¿Qué estamos haciendo al respecto? Pues… conquistando el desierto. ¡Nada menos! Y cada vez más, estamos conquistando las laderas y faldas de los cerros. ¡Extraordinario!
En materia sanitaria, la agricultura empresarial está a la vanguardia mundial del Control Biológico de Plagas. Es decir, plagas controladas por insectos benéficos. Gracias al Servicio Nacional de Sanidad Agraria (SENASA) hemos avanzado mucho en el control de la Mosca de la Fruta. Efectivamente, nuestras frutas frescas son aceptadas en – prácticamente – todos los mercados del mundo. La pequeña agricultura – incluso, la de la Sierra y la Selva – está cada vez más presente en las exportaciones de paltas, mangos, bananos, granadas, cítricos, espárragos, alcachofas, quinua…
La demanda de mano de obra es tal que las remuneraciones han aumentado – y siguen aumentando – sostenidamente. La formalidad laboral en el sector está más que sustentada en las estadísticas del Ministerio de Trabajo, EsSalud, SUNAT, ADUANAS, y del sistema financiero del país. Y la dignidad también. ¡Cuántas mentiras se han vertido – y se siguen vertiendo – en torno a las notables mejoras en las condiciones de trabajo en el campo, y en el trato a los trabajadores y sus familias!
Y ¡qué decir del boom inmobiliario y comercial en Ica, La Libertad, Lambayeque y Piura! ¡Cómo que nuestra agricultura no genera progreso y bienestar social! A ese respecto, miente quien sostiene lo contrario.
La agricultura empresarial de nuestro país – grande, mediana, y pequeña – constituye la máxima expresión de tecnología y modernidad. En automatización, digitalización, riego y fertilización tecnificada, genética de plantas y animales, manejo integrado de plagas, post cosecha… tenemos lo mejor de lo mejor. Y en materia de gestión empresarial… lo mismo.
Nuestros costos suben – fundamentalmente, por el aumento de las remuneraciones de los trabajadores – pero también sube nuestra productividad. Competimos de igual a igual con las mejores agriculturas del mundo.
Nuestra infraestructura logística – sobre todo, la portuaria – también ha avanzado muchísimo en estos últimos años. Nuestras plantas de empaque son de avanzada. Nuestros sistemas de almacenamiento y transporte refrigerado, igual. Incluso, tenemos empresas de metalmecánica que exportan plantas de empaque a otros países del mundo. Y otras que fabrican y exportan cajas para embalajes de frutas, parihuelas, software de gestión agrícola… ¡cómo que la agricultura moderna no jala a otras industrias!
Pues bien. La fobia al éxito empresarial en el agro y el populismo político… eso que tanto analizamos y advertimos que podría echarlo todo a perder, está vivito y coleando. ¿Tanta envidia sienten por el éxito de otros peruanos? ¿Tanto les cuesta – a esos negacionistas – aceptar el fracaso de la Reforma Agraria de los años 70? Pues parece que sí.
Muchos empresarios y agricultores peruanos estamos indignados a este respecto. Y yo – como hombre de campo que he sido toda mi vida – más aún. En ese sentido, prometo hacer todo lo que esté a mi alcance para defender – y respaldar – a quienes propiciaron tanto progreso, trabajo, y bienestar en nuestro país. Me refiero a aquellos empresarios, técnicos, científicos, docentes, trabajadores, funcionarios, proveedores, comerciantes, consumidores… a todo ese enjambre de empresas, instituciones y personas que forjaron, con muchos esfuerzo y sacrificio, lo que hoy se conoce en todo el mundo como “el milagro peruano”. ¡Le duela a quien le duela!
¡No al populismo político! ¡No a la fobia empresarial en el agro peruano!
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