En nuestro país, millones de compatriotas pasan hambre. Eso está fuera de toda discusión. La pregunta es ¿por qué?
Muchos confunden los términos “inseguridad alimentaria” con “falta de alimentos”. Pues craso error. Al menos, ese no es el caso de nuestro país. Los peruanos producimos alimentos en cantidad y calidad suficiente para alimentar a toda nuestra población, incluso en demasía. Tan es así que todos los años exportamos cerca de 5 millones de toneladas de alimentos de origen agrícola (principalmente, frutas y hortalizas) por más de US$ 10,000 millones, más 1 millón de toneladas – y hasta más – de alimentos de origen pesquero, por alrededor de US$ 4,000 millones.
Es verdad, importamos anualmente cerca de 10 millones de toneladas de alimentos (maíz, soya y trigo, principalmente), pero por valor de US$ 6,500 millones. O sea, en materia alimentaria, nuestro país ostenta un superávit comercial internacional de alrededor de US$ 8,000 millones por año… con tendencia a crecer.
Entonces, reitero la pregunta. ¿Por qué millones de compatriotas pasan hambre, si nuestro país exporta, todos los años, muchos más alimentos que los que importa? ¡US$ 8,000 millones más!
La respuesta a tal interrogante – y que muchos políticos de izquierda, incluidos académicos, intelectuales, periodistas, y demás, no quieren reconocer – es que el hambre en nuestro país, a la larga, es propiciado por el propio Estado. Mejor dicho, por el Estado inoperante, híper burocratizados, ideologizado, cínico – y recontra corrupto – que tenemos.
¿Cómo así? Pues, veamos. El hambre de millones de compatriotas se debe a que son pobres. No tienen dinero para alimentarse adecuadamente. Y son pobres porque ganan muy poco por su trabajo… o no tienen trabajo. Y no tienen trabajo porque el Estado traba – descaradamente – todos los procesos de inversión y operación empresarial en nuestro país.
En ese entierro tienen vela todos los ministerios que ponen mil trabas a las inversiones empresariales – sobre todo, Medio Ambiente, Cultura, Trabajo, y demás –, y los Gobiernos Regionales y Municipales que cierran locales industriales y comerciales por quítame-estas-pajas. O sea, por las puras.
En realidad, los empresarios – grandes, medianos y pequeños… pero, sobre todo, los pequeños – estamos ante un Estado chantajista y coimero, que se zurra en los trabajadores del país. Los cada vez más frecuentes cierres de bodegas, restaurantes, y pequeños talleres y negocios son – en gran medida – una de las principales causas del desempleo en nuestro país. Y – por ende – del hambre de millones de compatriotas.
Después tenemos el desmadre municipal en materia de servicios de agua potable y saneamiento… empezando por Lima, la capital. ¡Cómo no van a ser hambreadores los pésimos – o inexistentes – servicios de agua potable! ¡Cómo no van a ser hambreadores los pésimos – o inexistentes – sistemas de desagües! ¡Cuántas enfermedades causa el Estado – en este caso, las municipalidades – suministrando aguas contaminadas a nuestros compatriotas pobres! ¡Acaso las letrinas y vertimientos inmundos no causan enfermedades, y, por ende, empobrecen – más de lo que están – a los pobres de nuestro país!
Y en el caso de los Gobiernos Regionales ¡acaso la crueldad y maltrato en los hospitales y centros de salud no empobrecen – también, más de lo que están – a nuestros compatriotas pobres! ¡Cuánto tiempo se pierde en colas de amanecida, cuánto dinero se gasta en coimas a médicos corruptos, o compras (obligadas) de medicamentos en farmacias particulares… por desabastecimiento (provocado) de medicinas en las farmacias de los hospitales! Todo eso empobrece. Y, por ende, hambrea.
Y – para no seguir interminablemente – cierro con lo peor de lo peor de nuestro Estado hambreador… el Sistema Nacional de Justicia ¡Cuánto empobrecen los jueces y fiscales indolentes y corruptos que tenemos! ¡Cuánto tiene que gastar la gente pobre en juicios que nunca acaban: abogados, notarías, peritajes, tiempo, pasajes, papeles – coimas y todo tipo de pagos por lo bajo – y demás! Todo eso empobrece. Y – por ende – hambrea.
A lo que quiero llegar es que la “inseguridad alimentaria” a la que se refieren diversos organismos respecto de nuestro país – Naciones Unidas, FAO, Ministerios, Universidades, Instituciones, etc. – no se debe a una supuesta falta de capacidad de producir alimentos. Nuestra “inseguridad alimentaria” – que es real, y dramática, y muy injusta – se debe, más bien, al Estado hambreador que tenemos.
De allí mi propuesta de quitarles las competencias de agua y saneamiento a las municipalidades del país. Quitarles las competencias de salud y educación a los Gobiernos Regionales. Y en su reemplazo, crear Autoridades Autónomas (tipo Banco Central de Reserva – BCR) especializadas, meritocráticas, eficientes, apolíticas, etc.
Por otro lado, propongo rehacer – en su totalidad – el Sistema de Justicia peruano, incluidas la Policía Nacional del Perú (PNP), el Instituto Nacional Penitenciario (INPE), y hasta la mismísima Junta Nacional de Justicia (JNJ)… por estar ideologizados, politizados y sesgados; y por ser tan crueles e inmisericordes con la gente pobre de nuestro país. Incluso, por estar acogotados por políticos corruptos y ONG como el IDL, CODEHICA, y otros; y porque están tan corrompidos y malogrados, que han devenido en irreparables.
En buena cuenta ¡el Sistema de Justicia peruano – tal como está estructurado actualmente – no tiene solución!
En fin, aparte de revelar la causa principal del hambre en nuestro país – el Estado – no quería dejar de proponer algunas alternativas de solución. Sin embargo, ¡qué absurdo, qué descaro, ¡qué indignante… pero, sobre todo, ¡qué injusto resulta que el Estado – ¡nuestro Estado – sea el principal causante del desempleo y la pobreza… y, por ende, del hambre en nuestro país!
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