Estatismo recesivo y empobrecimiento provocado
La propuesta del ministro Alex Contreras lo dijo todo. Me refiero a la propuesta de recurrir a un crédito suplementario, para contrarrestar la recesión económica que padecemos los peruanos. El señor ministro resultó ser recontra estatista.
Por otro lado, el anuncio del Premier Alberto Otárola, también lo dijo todo. Me refiero al anuncio de que el proyecto minero Tía María no estaba en la agenda del gobierno. El pez por la boca muere.
Ambos personajes resultaron ser recontra estatistas. Ninguno de los dos – ni nadie del Gobierno – cree en el rol económico dinamizador de las inversiones empresariales privadas.
Según ellos, estamos en recesión porque el Estado gasta poco. Por ello recurren al crédito suplementario. – Para salir de la recesión económica, el Estado debe gastar más – dicen con total desparpajo. Ni una palabra respecto de la burocracia elefantiásica en el Estado. Ni un comentario respecto del fracaso estrepitoso de la regionalización de nuestro país. Ni una pisca de reconocimiento de la grotesca corrupción en el Estado.
Peor aún, en vez de reducir la pesada carga tributaria que la ciudadanía lleva a cuestas, aumentan – ¡en 12%! – el presupuesto público del próximo año. ¿De dónde saldrán los S/. 24,000 millones adicionales para financiar la inoperancia estatal? … pues de la ciudadanía. ¿De dónde, si no? ¡Tira de irresponsables!
Los estatistas quieren que el Estado lo haga todo y que todo lo dirija. Para nada aprendieron la lección del pésimo manejo de la pandemia – y la economía – de parte de nuestro Estado que se creyó todopoderoso. ¿Resultado? La mayor mortalidad por COVID a nivel mundial. Y el mayor empobrecimiento económico por COVID, también a nivel mundial. ¡Patético!
La narrativa de los estatistas es inconfundible. La demonización – o satanización – de ciertas palabras los delata. Esa es su función… de eso viven. Lo hacen en las escuelas y universidades. La prensa y las redes sociales – salvo escasas excepciones – son sus medios de difusión favoritos. Se expresan también a través del cine, el teatro, y la literatura.
El estatismo es dogmático, intolerante, cínico, indolente, abusivo, ineficiente, híper burocrático, y corrupto… ¡muy corrupto! ¡Ese es el problema! No hay estatismo que no termine en tiranía elitista, recesión económica, empobrecimiento generalizado, y violencia. ¿Acaso no fue eso lo que vivimos en los años 70´s y 80´s en nuestro país? Por ello muchos peruanos tenemos razones – más que suficientes – para detestar el estatismo. Sobre todo, los mayores.
La principal función del Estado debe ser administrar justicia y mantener el orden público. A ese respecto, el Estado es fundamental para garantizar el acceso a la salud y educación de todos los peruanos. Sobre todo, de los más pobres. ¡Eso es justicia! En ese sentido – que quede claro – el Estado es indispensable para la vida civilizada de todo país. El tema es su rol… y su tamaño.
Los no-estatistas – es decir, los que creemos en la libertad… con sus límites y responsabilidades – queremos un Estado que se especialice en la gestión de servicios públicos básicos, como justicia, seguridad, salud, educación, infraestructura… y paremos de contar. Pero que sea eficiente y liberador del talento y energía de la ciudadanía. Pero, insisto… en ambiente de libertad.
Los estatistas se erizan con la palabra “Empresa Privada”. Para ellos, las empresas privadas son sólo los empresarios… y punto. Y olvidan que las empresas son también los trabajadores… y sus clientes… y sus proveedores… y los trabajadores de sus proveedores… y los tributos… y sus entornos sociales.
Los estatistas aborrecen también palabras como “Intermediarios” y “Services”. – Hay que eliminar a los intermediarios y los services – predican por todos lados los estatistas, cuando no se dan cuenta que sin ellos el mercado se tornaría inviable. Es decir, los infinitos bienes y servicios que proveen las empresas jamás llegarían a los consumidores, sin la intervención de los intermediarios y los services.
Por otro lado… ¡ni mencionar la palabra “Libre Mercado” o – peor aún – “Iniciativa Privada”! Se desquician. Los estatistas quieren que el Estado produzca todos los bienes y servicios que requiere la ciudadanía, y que todo lo dirija. Incluso, que fije los “precios justos” … ¡como si eso fuera posible!
Las palabras “Meritocracia” y “Flexibilidad Laboral” les produce sarpullido. Para los estatistas, los conceptos de productividad y eficiencia no cuentan para nada. Su slogan favorito es – a igual función, igual remuneración –. Incluso, han llegado al extremo de inventar el “Trabajo Hereditario”. Es decir, si el padre – o la madre – se jubila, enferma, o muere… el puesto lo hereda el hijo o hija. Pues bien, esto que parece una locura, ocurre en varias empresas estatales.
Y así por el estilo. Los estatistas han demonizado muchas palabras que no tienen – en sí mismas – nada de malo. Incluso, han llegado al extremo de demonizar actividades como la minería, la agroexportación, las AFP´s, y hasta las farmacias y clínicas privadas.
¡Tengamos mucho cuidado con los estatistas! Nos están llevando nuevamente a la ruina… como en los 70´s y 80´s. Y en el caso concreto de la recesión que estamos padeciendo actualmente, no cabe duda de que se trata de una recesión estatista y un empobrecimiento generalizado… provocado por el propio Estado. ¡Qué injusticia!
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