Sí, ya sé. El “más” está de más. Simplemente se dice “antes” y “mejor”. Sin embargo – no lo podemos negar – millones de peruanos nos expresamos así. El “más antes” denota un sentido de urgencia, y el “más mejor” enfatiza una calificación. Y lo decimos con total naturalidad, a pesar de que lingüísticamente esté mal dicho. La cosa es que nos entendemos. Incluso, muchos peruanos decimos “más peor” … y no pasa nada. Total ¿qué tanto? Lo importante es comunicarnos y entendernos.
Ahora sí – en buen castellano y aclarado el peruanismo – a lo que quiero llegar es que cuanto antes vaquemos al Presidente Castillo, mejor nos irá a todos los peruanos. O – al revés – cuanto más tiempo permanezca Castillo en el cargo, peor nos irá a todos. Estamos en esa encrucijada. No tenemos salida.
Y no es que una vacancia presidencial sea algo positivo. ¡Al contrario! Las vacancias de ese tipo son siempre traumáticas. En lo social, económico, político, emocional, etc. las vacancias presidenciales son caóticas. Lo venimos viviendo desde la vacancia de PPK en el 2017.
No obstante – en este caso – el riesgo y las consecuencias de la vacancia presidencial merecen ser analizados. Una presidencia como la de Castillo – cínica, corrupta, incapaz, empobrecedora, y todo lo demás – no tiene arreglo. Mejor dicho, sólo puede arreglarse con la vacancia. Cierto es que se trata de un salto al vacío, imposible saber qué vendrá después. La incertidumbre es total. Pero no queda otra.
Ante tanto descaro, desgobierno y caos, bien vale la pena asumir el riesgo, y afrontar las consecuencias de la vacancia. Tan caótico es el presente y – sobre todo – tan predecible y miserable es el futuro, que mejor es la vacancia… pase lo que pase después. Peor no nos podrá ir.
En efecto, el empobrecimiento de los peruanos es real y objetivo. Las empresas no invierten. Muchos proyectos están parados. Millones han perdido su trabajo. Las ollas comunes están de vuelta. La mendicidad se multiplica día a día, en todo el país. Mendigos con niños – y bebitos – en brazos. ¡Qué futuro les espera a esas criaturitas!
Las mafias enquistadas en la Policía Nacional del Perú (PNP) – promovidas y respaldadas por el Presidente Castillo – están causando estragos en el país. Las revelaciones del renunciante Ministro del Interior Avelino Guillén son de terror. Miles de reasignaciones de puestos de oficiales PNP a cambio de coimas y recomendaciones de Palacio. El Comandante General Javier Gallardo está destrozando la moral de sus efectivos. Las unidades de inteligencia – aquellas que estaban descubriendo los actos de corrupción en el Gobierno – se están desmontando. Por ello, la inseguridad ciudadana está como está.
Por ello, los peruanos hemos perdido – por completo – nuestro derecho a la seguridad física y patrimonial. Los robos y asaltos callejeros están fuera de control. Igual, el sicariato – es decir, los crímenes por encargo – lo cual denota una proliferación peligrosísima de organizaciones mafiosas de todo tipo, en todo el país.
Efectivamente, mafias criminales operan – cada vez más libremente – en diversos ámbitos de la vida nacional: minería y tala ilegal, tráfico de terrenos, lavado de dinero, emisiones fraudulentas de licencias de todo tipo (incluido, certificados de vacunación COVID), corrupción de funcionarios públicos, tráfico de influencias, y – lo peor de todo – terrorismo… al estilo de los años 80´s.
El pegajoso slogan de “no más pobres en un país rico” terminó siendo exactamente al revés. Cada vez hay más pobres en el país. Y la también pegajosa muletilla de “palabra de maestro” quedó trunca.
Respaldemos a los jueces y fiscales – y policías y militares – que están combatiendo a las mafias que están por todos lados, empezando por la mafia de Palacio de Gobierno. Respaldemos a los periodistas que se la están jugando por la libertad, la democracia y la verdad. Y con el perdón de los lingüistas del idioma castellano: “cuanto más antes, más mejor; porque cada vez estamos más peor”. A ver si así – en dialecto peruano – nos entendemos mejor.
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