En esta oportunidad me referiré a la Autopista Lima – Ica. Así se le llama a la Carretera Panamericana Sur (Red Vial No. 6), en el tramo comprendido entre Pucusana (al Sur de Lima) y Guadalupe (al Norte de Ica). Se trata de una vía de 221.7 kilómetros de longitud. Millones de peruanos – y extranjeros – hacemos uso frecuente de dicha vía para trasladarnos entre ambas localidades. La autopista cuenta con calzadas separadas para los dos sentidos de circulación, cada una de ellas con dos o más carriles. Hasta aquí, todo bien.
El problema es que – por definición (y sentido común) – ninguna autopista debería tener semáforos y / o rompe muelles. Por eso – precisamente – se llaman autopistas. Los norteamericanos son más explícitos al respecto: a sus autopistas les llaman “Expressways”. Es decir, Vías Expresas… sin cruces a nivel.
Bueno pues, la Autopista Lima – Ica tiene pasos a nivel (con semáforos y rompe muelles). O sea, de Vía Expresa… no tiene nada. Ese es el caso del Centro Poblado Santa Cruz – Lanchas, a la altura de Paracas (Pisco), y del famoso Centro Poblado Barrio Chino en Villacurí (Ica). Además, la autopista tiene cientos de otros pasos a nivel “hechizos” que se han hecho – a la bruta – rellenando la berma central, para que los vehículos crucen la autopista de un lado a otro, por donde les dé la gana. ¡Inseguridad total!
Pero eso no es todo. A la altura de los semáforos de Santa Cruz – Lanchas y Barrio Chino – ¡en plena vía! – el comercio ambulatorio de comidas y bebidas está a la orden del día. Incluidos, limpiadores de parabrisas y mendigos… con bebitos a cuestas. ¿Riesgos para sus vidas? – Qué se va a hacer – dicen ellos… y agregan – todos tenemos derecho a trabajar –. ¿Qué dicen las autoridades Municipales y / o del Ministerio de Transportes al respecto? … ¡no se oye, padre! ¡Un caos!
¡No hay derecho – digo yo – que el Gobierno Central (básicamente el Ministerio de Transportes y el Ministerio de Economía) demore tanto la suscripción de las adendas que permitan la construcción de los pasos a desnivel en esos dos puntos críticos de la Autopista Lima – Ica! Y el intercambio vial entre la Autopista y la Vía Los Libertadores, a la altura de San Clemente (Pisco). Y la vía alterna al Puerto de Pisco. Y – ¿por qué no? – la Vía de Evitamiento de Ica, para evitar el infierno que significa atravesar la tripa vial de 46 kilómetros entre Guadalupe y Ocucaje. Y, también – ¿por qué no? – una autopista (de doble vía) hasta Tacna… como Dios manda. Incluso, el – tantas veces anunciado – Tren de Cercanías entre Barranca e Ica. Y un sistema de cabotaje marítimo a lo largo de toda la Costa (soñar no cuesta nada).
Ojo. Todo eso – y mucho más – podría hacerse sin gastar un centavo del Tesoro Público. Todo podría concesionarse a empresas especializadas en la construcción, operación y mantenimiento de dichas obras de infraestructura de servicios públicos, las cuales recuperarían sus inversiones a través de peajes y / o tarifas de transporte, debidamente supervisadas.
Pero no. Aparte de no hacer nada… ni dejar hacer, el Gobierno Central limita las obras y mejoras mencionadas anteriormente, causando demoras, sobre costos y accidentes… innecesariamente. Efectivamente, yo que ando por esos lares, varias veces he visto – delante de mis propias narices – atropellos y accidentes en dichos puntos críticos de la Autopista Lima – Ica. ¡Cuántos más habrá habido, en mi ausencia! Pues, cómo no van a haber accidentes si – a cada rato – madres y niños cruzan la autopista para ir y venir del colegio. Arrieros con sus burros, vacas, cabras, ovejas y perros cruzan la autopista porque no tienen otra forma de hacerlo. Y cada vez que se enciende la luz roja – ya lo dije – una turba de ambulantes y mendigos se lanzan a la caza de clientes al paso, hasta que – de pronto – se enciende la luz verde, parten los carros, y “pun-dun-gún” … “peatón muere atropellado en la Autopista Lima – Ica”. ¿Cuántos titulares parecidos han aparecido en primeras planas de medios periodísticos iqueños? ¡Cualquier cantidad!
Mientras tanto, nuestras autoridades – del Gobierno Central, de los Gobiernos Regionales y de los Gobiernos Municipales – están más ocupados en el vergonzoso tema de los relojes Rólex de la presidenta Boluarte, que, en mejorar la infraestructura vial de nuestro país, y de paso, evitar accidentes que jamás debieron ocurrir. ¡Patético!
El comercio ambulatorio en nuestras autopistas – y los accidentes que ocurren como consecuencia de ello – constituye una prueba más del fracaso estrepitoso del Estado peruano.
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